Kamasi Washington nunca pidió permiso. El saxofonista, compositor y productor nacido en Los Ángeles (EE UU) creó un universo musical propio que le permitió dinamitar las murallas del circuito tradicional del jazz. Su carisma y sus composiciones lo catapultaron a una popularidad global que lo convirtió en un asiduo participante de festivales multitudinarios como Coachella, Glastonbury, Lollapalooza y el Primavera Sound, entre otros. Ese jazz para las masas volverá a Buenos Aires el 31 de agosto, en el Complejo Art Media. ¿Pero qué suena cuando toca Washington?
Kamasi lanzó su primer álbum como líder en 2015. En tiempos de inmediatez y déficit de atención, se plantó frente al mundo con The Epic: un disco triple cuyas composiciones promediaban los diez minutos. Muchos elementos remitían a la tradición del jazz: los espacios para la improvisación, la dinámica rítmica, los desarrollos de largo aliento y el saxo tenor como instrumento líder. Pero había mucho más. Como compositor, Washington tomaba melodías aparentemente sencillas y las transformaba, orquestándolas con coros hipnóticos, arreglos de cuerdas y toques eléctricos. Esa paleta de colores y sonidos convertía sus composiciones casi en himnos, convocatorias a celebraciones que evocan espíritus ancestrales con un tono casi celestial. Heaven and Earth (2018), un disco doble, expandió ese universo incorporando algunos estribillos y aún más colores.

“Podría hablar horas de mis influencias. Definitivamente John Coltrane marcó mi vida. Gerald Wilson también. Lo mismo que James Brown, Ígor Stravinsky o Billie Holiday, a quien escuché muchísimo…”, revela Washington en diálogo vía Zoom con Tiempo. Y agrega de inmediato: “Pero hago la música que escucho en mi cabeza, sin sentir que debo componer de una forma determinada. Intento aquietar mi mente al escribir o tocar para dejar salir lo que escucho y estar en paz. Si suena muy tradicional, genial; si es algo completamente nuevo, genial también. Si quiere sonar más funky, más swing, más clásico o más vanguardista, todo está bien. No siento la necesidad de estar en control. Para mí, la música es como un río, y disfruto dejarme llevar por él”.
El último disco de Washington es Fearless Movement (2024). Doce composiciones que comienzan con una plegaria en ge’ez, la lengua litúrgica etíope, y cierran con “Prólogo”, una versión del tema del gran Astor Piazzolla. Suena definitivamente más “terrenal” y el músico lo entiende como un disco de baile, aunque no de discotecas: “busca expresar el espíritu a través del cuerpo”. También hay más temas cantados y jazz & rap. Incluye múltiples invitados: Thundercat se despacha con un solo áspero y atrapante en “Asha the First”; André 3000 aporta su flauta en “Dream State”; y George Clinton brilla en “Get Lit”, donde también participa el rapero D Smoke. En «Interstellar Peace (The Last Stance)», por su parte, se luce la pluma de Washington en un desarrollo profundo, emotivo y dinámico.

La reciente paternidad de Washington dejó huellas en el disco. “Asha the First” nació mientras su hija, por entonces de dos años, jugaba libremente con el piano: “Le gustaba tocar y explorar por sí sola. Grabé ese momento como un recuerdo y, al trabajar en canciones, lo retomé, probé acordes sobre esa melodía y así empezó a nacer la composición”, recuerda el músico. Hoy Asha tiene cuatro años y sigue sumando música a su vida, mientras Kamasi amplía sus mundos sonoros que invitan a escuchar más allá de lo evidente.
En el Complejo Art Media, Washington ofrecerá un repertorio preciso. “Estamos tomando el enfoque del rock. En estos días tocamos la música nueva: muchos temas de Fearless Movement y algunos de Lazarus –la inspirada banda sonora de la serie de animé homónima que lanzó este año–. También incluimos canciones más antiguas, pero lo divertido es explorar nuevos mundos”, explica.

La espiritualidad es un aspecto central en su vida y su música. “Creo que lo es todo –reflexiona–. Pienso que los seres humanos somos más que carne y huesos. Hay otra dimensión en nuestra existencia, y de ahí viene la música. Por eso puede conectarnos más allá de idiomas, culturas o costumbres. Una melodía puede unirnos en ese otro plano”.
El jazz nada tiene que ver con los estereotipos hedonistas que impuso la industria de Hollywood. Además de ser una de las expresiones artísticas más bellas y audaces nacidas en el siglo XX, reflejaba la búsqueda de liberación de los afroamericanos oprimidos. Para Kamasi sigue siendo una herramienta social: “Siempre digo que la vida es más grande que la música, y que la música vive dentro de la vida. Los conflictos políticos son luchas por la vida: afectan la posibilidad de vivir con dignidad y en paz. La música refleja al mundo y, a su vez, lo moldea. Quienes tenemos una voz debemos usarla para ayudar a otros. Mi disco Heaven and Earth hablaba justamente de eso: el mundo no es o no debería ser lo que un pequeño grupo de personas maliciosas pretende imponer, sino lo que construyen las mayorías”, señala. Esa conciencia convierte cada concierto –promete– en un acto de comunión y reflexión.
Hoy el jazz no es tan popular como en los ’40, ’50, ’60 o ’70, pero artísticamente sigue a la vanguardia. La popularidad del género no es algo que preocupe a Washington: “Claramente no está en su apogeo en términos de público. Pero eso tiene que ver con cómo usamos las etiquetas. Por ejemplo, podríamos haber dicho que James Brown hacía jazz, pero lo llamamos funk. Si Coltrane y Sidney Bechet son jazz, ¿por qué no James Brown? A veces es arbitrario. Entonces, si consideramos al funk o al hip hop como ramas del jazz, el jazz sigue siendo muy popular. Todo depende de las palabras que usemos”, puntualiza, proponiendo una mirada más expansiva. Esa misma mirada que guía su música e invita a conectar con el mundo desde otra dimensión. «
Kamasi Washington en vivo
Se presentará junto a su banda el 31 agosto en el Complejo Art Media, Av. Corrientes 6271, CABA. Kamasi Washington (saxo tenor), Rickey Washington (saxo soprano y flauta), Dontae Winslow (trompeta), Cameron Graves (piano), Tony Austin (batería), Kevin Alexander Gilliam (DJ, bandejas, talkbox y percusión), Miles Mosley (bajo), Patrice Quinn (voz).