Centenares de hinchas que durmieron en los alrededores de la Bombonera, la mayoría de ellos fanáticos que llegaron desde el interior del país y que debieron alargar la estadía en Buenos Aires por la suspensión del partido el día sábado, fueron copando las puertas de entrada del estadio, lo que obligó a organizar más temprano de los previsto el operativo de seguridad y habilitar el ingreso a las tribunas media hora antes de lo estipulado. Eso sí, antes debieron sortear un cacheo extra a cargo de Prefectura, la fuerza federal comandada por Patricia Bullrich que sorprendió con su presencia.

Ansiedad, nerviosismo, emoción. Sentimientos comunes que empezaron a calmarse, sólo por un rato, cuando los propios hinchas, ya dentro del estadio, comprobaron con sus propios ojos que el estado de la cancha era lo suficientemente bueno como para que se juegue el partido. La música de Rodrigo, un chori o un Paty, sirvieron para hacer más llevadera la espera.

Del otro lado de la pasión, en el Monumental, cinco mil riverplatenses realizaron el ya tradicional banderazo para despedir al equipo de Gallardo cada vez que juega de visitante en la Copa Libertadores. A las 13:45 partió el micro ante los controles desbordados, escoltados por motos y patrulleros de la Policía de la Ciudad que se abrieron camino entre el humo rojo y blanco de las bengalas y el ruido de los petardos.