El alza del dólar le agrega pimienta a los debates preelectorales, pero también deja huellas en los bolsillos de la población y en las cajas oficiales. En concreto, la suba del billete verde dará otro empujón a las tarifas de gas, que en octubre aumentarán cerca del 18%; agregará presión sobre el precio de la electricidad, los combustibles y, de manera indirecta, sobre casi todos los bienes y servicios; y oficiará de lastre en la deuda pública nacional, que será unos $ 180 mil millones más abultada, y en la de las provincias.

Todas esas novedades se desencadenan a partir de la devaluación del 6% producida en las últimas tres semanas, cuando el dólar minorista, según la encuesta del Banco Central, pasó de $ 16,29 el día 16 de junio a $ 17,29 el último viernes: exactamente un peso. En el segmento mayorista la variación fue casi la misma, de $ 16,01 a $ 16,98. El inicio de la estampida coincide con la licitación de Lebacs del 19 de junio. Ese lunes el BCRA debía afrontar vencimientos por $ 547 mil millones y solo pudo renovar por $ 424 mil millones; el resto pertenecía a inversores que buscaron colocaciones más seguras. Fue, en los hechos, el fin de la bicicleta financiera que garantizaba altas tasas reales gracias a la quietud cambiaria.

Aun sin saber hasta dónde llegará el dólar (el gobierno armó su Presupuesto 2017 con un pronóstico de $ 17,92 para diciembre), lo ya sucedido incide en varios precios regulados. Por ejemplo, el gas. A través de la resolución 212/16, el ministro de Energía, Juan José Aranguren, fijó el precio en dólares del gas en boca de pozo (es decir, la remuneración a los productores) y armó una tabla de actualización con ajustes semestrales hasta fines de 2019. En octubre, según esa norma, el millón de BTU (unidad de medida del fluido) pasará de 3,77 a 4,19 dólares, con un alza de 11 por ciento. Si se le agrega la devaluación, el aumento se acercará al 18 por ciento

El dólar también es uno de los componentes de la fórmula de actualización trimestral de los combustibles, junto con el costo del biodiésel y del barril de petróleo. Esta semana las naftas aumentaron 7%, con un tipo de cambio al día hábil previo de $ 16,88, impactando, tanto en los costos domésticos como en los de transporte de mercaderías. De esa manera, para el próximo ajuste (programado para vísperas de las elecciones), quedó un 2,4% pendiente solo por ese ítem. El mercado eléctrico también sentirá los efectos, ya que el 62% de la energía de nuestro país se produce en centrales térmicas que usan gas o combustible como materia prima, según datos de Cammesa. A estas consecuencias directas se le suman los aumentos indirectos o de segunda ronda: el traslado de mayores costos en todos los bienes y servicios que usan estos insumos en alguna etapa de su elaboración.

La deuda de todos

El Estado Nacional también sufrirá las consecuencias, ya que el 59% de la deuda pública está nominada en dólares. A un peso por billete, en estas tres semanas la deuda creció $ 163.400 millones, más otros $ 24.300 millones por títulos en euros y yenes que también se valorizaron con relación al peso.

Los daños incluyen a las cajas de cada provincia que en los últimos meses, al calor de la política impulsada desde la Casa Rosada, emitieron títulos en el exterior para cubrir sus gastos. Según la consultora Ecolatina, durante 2016 las provincias colocaron bonos por U$S 9600 millones. La porción mayor fue la de Buenos Aires, con una emisión de U$S 4500 millones: la devaluación le costará unos $ 300 a cada bonaerense. En la Ciudad de Buenos Aires, por caso, el 79% de la deuda es en dólares: la devaluación significará un pasivo adicional de $ 2300 millones.  «