La sensación de profundo bienestar que hermana a todos los inquilinos de la Casa Rosada los viernes por la tarde se cortó de lleno en las primeras horas de este 29 de agosto. La filtración de un nuevo audio, esta vez con la voz de Karina Milei como protagonista, abrió en el gobierno una nueva etapa de paranoia y desorganización nunca antes experimentada. Como si de un desfile se tratara, la explanada del edificio de gobierno comenzó a recibir uno por uno a los funcionarios que corrían con notable preocupación hasta el despacho de Santiago Caputo, escenario de la cumbre de emergencia. El clima de paz que reinaba hasta hacía pocas horas, ahora se podía cortar con tijeras.
Del encuentro auspiciado por el asesor presidencial participaron, además de su equipo de trabajo diario, el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio; el abogado cercano al clan Menem, Santiago Viola; el vocero Manuel Adorni; la consultora Belén Stettler y el legislador bonaerense Agustín Romo, en representación de la juventud tuitera. A las apuradas y como pudieron, todos intentaron llegar con algo de información para resolver un conflicto que los sigue manteniendo a ciegas.
Los datos sólo empeoraron la situación. Según constataron, la grabación de la hermana presidencial se habría hecho en Balcarce 50 y tendría una duración aproximada de 50 minutos. Incluso hay quienes se atreven a deslizar la posibilidad de que exista aún más material audiovisual que pueda ver la luz a lo largo de los días. El pavor y la alarma por la existencia de un traidor entre las filas del más íntimo círculo libertario es sólo la base de un miedo aún mayor: una confesión de parte que vuele por los aires cualquier estrategia electoral.
La primera medida que definió la mesa de crisis fue denunciar una operación política para desestabilizar al gobierno. Esta carta, en rigor, ya se había utilizado una semana atrás, cuando el escándalo empezó a llegar a los medios nacionales. La moderada reacción y, por sobre todo, la imposibilidad de previsión de un gobierno que gusta de jactarse de la buena marcha de sus planes, sólo se explican por la imposibilidad del oficialismo para conocer el tamaño de una carpeta cuya sofisticada confección empieza a dejar fuera de juego las sospechas de una avanzada kirchnerista y abre la puerta a la hipótesis de un enemigo exageradamente más poderoso que el justicialismo todo.
El escándalo por el aparente circuito de cobros de sobornos multimillonarios que se destapó luego de la filtración de los audios del ahora ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, sacudió como nunca al gobierno. Si bien cualquier cisne negro de esta calaña afecta de manera desmedida a los oficialismos de turno, la coincidencia del calendario electoral no hizo más que empeorar las cosas para La Libertad Avanza, que empieza a sentir el cese de una locomotora que parecía imparable.
Durante toda esta semana, intentando fingir una normalidad que ninguno se cree, la plana mayor del oficialismo bajó al territorio para continuar como si nada con la campaña. El lunes, Javier Milei viajó hasta Junín donde José Luis Espert y Sebastián Pareja fueron repudiados por militantes, vecinos y curiosos que pasaban por la zona. Con mayor escándalo, el evento se replicó el miércoles en Lomas de Zamora, donde el presidente sólo alcanzó a hacer doscientos metros de su caravana que se vio interrumpida por objetos voladores aún no identificados.
Las alertas que recibieron en dos opuestos puntos de la Provincia de Buenos Aires, al parecer, no fueron suficientes. El jueves, mientras el Coimasgate seguía creciendo, Karina Milei y Martín Menem viajaron a Corrientes para cerrar la campaña de Lisandro Almirón, quien competirá contra el poderoso aparato oficialista de Gustavo Valdés, que busca perpetuar su poder a través de la figura de su hermano Juan Pablo. La visita de los libertarios terminó a los empujones. En el gobierno insistieron con acusar al peronismo. Lo que no previeron es que el justicialismo no hace pie en la provincia desde 1976.
Este domingo, la provincia norteña irá a los comicios para elegir a su próximo gobernador y ni el más optimista cree que será un libertario. Como ocurrió en todo el país, la interna del gobierno se metió de lleno en la definición de candidatos. Forzando una convivencia que todos saben imposible, la disputa entre Santiago Caputo y Lule Menem culminó en la elección de un candidato con denuncias en su provincia, que se prepara para mirar el posible balotaje desde la silla de un modesto cuarto lugar.
El asesor presidencial tenía particular interés de que el actual senador Carlos “Camau” Espínola renueve su banca de la mano de La Libertad Avanza. Durante todo el escabroso camino hasta la aprobación de la Ley Bases, el correntino fue una de las principales palancas que el Mago del Kremlin movió para que todo marchara acorde al plan. La lealtad que el ex frentetodista había dejado expuesta en aquellos meses, le valieron la promesa de un lugar en la boleta violeta en su provincia. No ocurrió.
El armador karinista, que reclutó y configuró a imagen y semejanza cada una de las listas nacionales, nunca se mostró convencido de sumar a Camau a las filas oficialistas. Este «manoseo» empujó al ex campeón olímpico fuera del cerco violeta y lo obligó a jugar como un electrón suelto en las complicadas votaciones que el oficialismo afrontó en la Cámara Alta en las últimas semanas. El mismo rechazo menemista tuvo el hermano del actual gobernador. El riojano estuvo siempre convencido de que el gobierno debía competir con sello propio en la provincia, a pesar de que todas las encuestas detonaban por los aires sus deseos de triunfo.
Pese a las negativas de Lule, que finalmente se terminaron imponiendo, existió en importantes despachos la idea de salir por arriba de esta encerrona. Días antes del cierre de listas en la provincia, se intentó abrir un último canal de diálogo con el gobernador y Camau, a quienes les ofrecieron un nuevo acuerdo que incluía bajar la lista libertaria, a cambio de reacomodar algunos nombres. La oferta, aunque tentadora, llegó demasiado tarde.
El avance del escándalo de los audios puso en pausa la guerra fría entre los Menem y Caputo, quienes están enfocados en blindar a los hermanos presidenciales. El resultado de este domingo, sin embargo, abrirá toda una nueva etapa en la discusión dentro del oficialismo, que obligará a los enemigos íntimos a matar para no morir. Siempre y cuando la justicia no los acorrale antes. «