El tero es un ave que tiene como característica poner los huevos en un lugar y gritar en otro, para que no se sepa dónde los puso.

Da la impresión que para entender a este gobierno no hay que escuchar a dónde chilla sino cuales son los efectos concretos de sus políticas, porque es ahí donde está poniendo los huevos este tero o diciéndolo de otra manera, donde pone el interés Milei y su gobierno de empresas.

Teros hay muchos. Aparecen políticos marginales como Bertie Benegas Lynch o Lilia Lemoine y dicen disparates que nos tienen debatiendo durante días, mientras los inquilinos pagan fortunas, los jubilados no compran remedios, la clase media vende sus ahorros y el trabajador no puede tomar el colectivo.

El vocero presidencial es uno de los teros que más grita en esta política de distracción. Mientras rehúye el desafío de “boxearse” con el vicerrector de la UBA, nombra a su hermano, celebra el despido de 15 mil estatales y de paso deja sin presupuesto a las Universidades.

Claramente los planteamientos de los voceros/teros son disparatados, a veces ilegales, siempre crueles y bastante racistas. Me imagino que, a mayor delirio por parte de ellos, mayor indignación por parte nuestra, llevándonos al juego perfecto.

Por supuesto que la educación es un derecho. Que desde 1884 es obligatoria y gratuita en nuestro país. Que la Ley 1420 sancionaba a los padres por no mandar a los chicos al colegio. Que la Convención de los derechos del niño les garantiza educación y goce de las infancias y tiene jerarquía constitucional en Argentina, que el trabajo infantil está prohibido y es un delito. Todo eso lo sabemos, pero lo ponen en debate, por si pasa y mientras tanto se naturalizan despidos, subas de tarifas, suba de prepagas y colegios, licuación de salarios y jubilaciones.

Es acá donde pone los huevos el gobierno, en el ajuste brutal, ortodoxo y nunca visto en democracia. En 4 meses se perdieron más puntos de salario que en los últimos 8 años. A los jubilados le quiten casi un 40% de la suba que correspondía, modificando por DNU la Ley jubilatoria y mientras todo esto sucede, discutimos si los perros son cuatro o cinco.

En algo más de 100 días Milei produjo una brutal devaluación que evaporó ingresos, disparó la inflación y pone al borde de la quiebra al sistema productivo.

¿Cómo es posible que esto suceda con la pasividad de nuestra sociedad? Obviamente que mucho tuvo que ver el fracaso de nuestro gobierno en no cumplir con las expectativas. El fracaso de la coalición de juntos por el cambio, la inflación y la pérdida de los salarios. Pero en 4 meses se agudizaron todos los males y vamos derecho al colapso, con riesgo en nuestro sistema democrático.

Esto sólo es posible por una oposición colaboracionista, que mira para otro lado mientras el DNU hace estragos, que ha perdido el rumbo ya que la misión legislativa es entre otras, rechazar los decretos cuando son inconstitucionales. Que están pensando que pueden salvar a su provincia, aunque el país se funda y en el peor de los casos, que se pueden salvar ellos personalmente, a costa del sufrimiento del resto.

Pero también es posible porque un sector que se autodenomina periodismo y que está al servicio de las grandes empresas que ganan fortunas con la acumulación de capital, aplauden como focas, no indagan ni preguntan, hasta le completan las frases al presidente cuando no puede terminar una idea. Sin ellos la estafa o la paradoja del tero sería imposible.

Claramente la ultraderecha que representa Milei vino a reconfigurar el mapa político y la escala de valores que fundó nuestra democracia. Por eso ya no alcanza con las coaliciones que surgieron de la crisis del 2001, la elección del 2023 demostró que, si no encontramos puntos de coincidencia entre las fuerzas de origen democrático y popular, está en peligro el sistema democrático republicano.

Hoy se da la paradoja que todas las fuerzas somos minoría, nadie puede construir por si solo una mayoría parlamentaria. La ventaja del gobierno, que es otra minoría, es gobernar por decreto.

Sólo con la construcción de mayorías circunstanciales sobre temas muy puntuales entre los sectores democráticos, podremos evitar los daños irreparables a los que nos lleva Milei. Por eso, en la era del tero, dejemos de hablar de los perros y reconstruyamos, como en el 83, una democracia donde la libertad, la igualdad y el deseo del bienestar general sean los puntos de unidad frente a un gobierno de engaño. Si no lo hacemos, corremos el riesgo que los huevos del tero sean en realidad los huevos de la serpiente.