La avenida Corrientes es un hervidero de gente las 24 horas del día pero la caída del consumo se sigue llevando puestos comercios de todo tipo, entre ellos bares y cafés notables como La Giralda, que cerrará en los próximos días sumergida en una crisis que, según los administradores, hace imposible la continuidad.
La noticia vio la luz esta mañana en el matutino BAE y rápidamente llamó la atención de los porteños que reconocen al café como uno de los íconos de la transitada arteria capitalina.
Los dueños actuales aseguran que se trata de un cambio de propietarios y que el tradicional reducto volverá a abrir las puertas en poco tiempo. Los trabajadores y los proveedores, en cambio, no pueden ocultar su preocupación, con la referencia de que en los últimos años los cierres de locales de esparcimiento en el centro de Buenos Aires se contaron por decenas mientras que las reaperturas y la recuperación de puestos de trabajo tuvo el sentido contrario.
Los datos oficiales y privados de consumo coinciden en marcar una caída en picada desde diciembre de 2015 en adelante.
Las mediciones de ambos signos destacan además que la pobre actividad comprobable indica también una pauperización de las compras: la crisis del poder adquisitivo obliga a los compradores a desplazarse hacia las segundas y terceras marcas como táctica para hacer más eficiente el poder del salario, un fenómeno que se destaca también en el comercio mayorista al que se redirigió buena parte de las compras de la clase media.
Ese degradé consumista derivó también en un recorte de los gastos en restaurantes, bares, cafés y otros comercios del ramo. En el contexto de la crisis la única prioridad son los gastos de primera necesidad y la demanda se contiene, impactando de lleno en los números de los comercios.
La Giralda no es una excepción. El actual dueño del clásico porteño, Marcelo Nodrid, contó que vende el fondo de comercio porque este mes no podrá siquiera hacer frente a los gastos salariales.
La obra de refacción de la avenida también afecta el curso normal de los negocios, que se vuelven menos accesibles por las obras. Nodrid apuntó ese detalle como una de las causas que precipitaron el cierre del local. Sin embargo aseguró que la venta del fondo de comercio es prácticamente un hecho y que la reapertura no tardará en concretarse.
Los empleados de La Giralda tienen una visión menos optimista. Varios de ellos con décadas de antigüedad iniciaron acciones legales para desvincularse en los términos que prevé la ley. “La situación siempre fue irregular, a trabajadores de más de 30 años de antigüedad siempre los mantuvieron con parte del sueldo en negro. En 2017 estuvieron casi dos meses sin pagar los salarios, no les hacían los aportes patronales, dejaron caer todo el fondo de comercio. Siete trabajadores les iniciaron juicios para poder cobrar lo adeudado”, contó a BAE la abogada de los trabajadores, Verónica Sánchez.