Surgida a partir de la obra creada hacia fines de la década de 1970 por  Michael Ende (La historia interminable), La historia sin fin (1984, Wolfgang Petersende), que en breve pasó a ser de culto gracias al fanatismo que despertó en la generación ochentista (luego conocida como X), volverá a la pantalla gigante (como se decía entonces) en forma de saga.

Algo que se intentó más de una vez (tuvo un pobre intento en 1990) pero que nunca se concretó, acaso antes que por las prosaicas cuestiones que hacen a todas las cosas, porque el arte no es sin su época: luego de décadas guiadas por los grandes relatos que le marcaban un horizonte indefectible a la humanidad, su fracaso alimentaba el espíritu de una obra que, precisamente, indicaba que no había utopía a la que llegar sino sueños a reventar una y otra vez, y que la lucha por conseguirlos no termina nunca porque eso es lo que realmente nos protege del olvido. Pero luego cayó el Muro de Berlín, se acabó la URSS y entonces la historia del alemán, más idealista (como buen alemán), dejó paso a otras que hablaban de ser los mejores del mundo mundial y del universo universal, algo que sólo se conseguía siguiendo la bandera de las barras y las estrellas. 

Todo es historia


Ahora se supo que las nuevas películas estarán a cargo de la productora See-Saw Films (El discurso del rey y Un camino a casa fueron nominadas al Oscar), asociada con la empresa del autor de la obra original, Michael Ende Productions. Un acuerdo firmado en momentos en el que el mundo vuelve al incierto estado de aquella década en la que tanto se temía una guerra nuclear (¿qué hay de nuevo, viejo?). Tal vez lo haga para retomar el sentido de la trama de aquella película que comienza en una vieja librería, donde Bastian Balthasar Bux descubre un misterioso libro que le habla sobre Atréyu, un héroe que tiene la peligrosa misión de salvar el reino de Fantástica de ser borrado por La Nada, la fuerza del olvido total.