Si el plan del gobierno nacional es enfriar la economía en modo rápido y furioso, los resultados se empiezan a acumular en el ámbito industrial que, según los últimos registros privados, viene cayendo a tasas alarmantes, sin que asomen señales políticas desde Balcarce 50.

Los análisis no serán desacreditados por antiliberales. El Indice de Producción Industrial (IPI) que elabora la consultora privada Fiel, tradicionalmente reputada en el mercado, calculó en el primer mes del año una caída del sector del orden de 6,3% en el marco de un desplome “generalizado” de la actividad, alcanzando a sectores tan diversos como los alimentos y bebidas, textiles, químicos y plásticos, minerales no metálicos, metalmecánica y automotriz.

Con la salvedad de producción de papel y celulosa y de refinación de petróleo, que registraron subas del 1,9% y del 1,1%, respectivamente, en comparación con enero de 2023, y de la industria tabacalera, que se mantuvo estable, en enero de este año cayeron todos los demás rubros considerados para la elaboración del indicador mensual.

El peor desempeño se vio entre las empresas que operan en el rubro de la metalmecánica, que produjeron un 18,7% menos que en enero del año pasado.

Esta caída es más que significativa no sólo por el porcentaje, sino también por la incidencia del sector en el resto de la actividad económica, por su doble rol, por un lado absorbiendo insumos e inversiones y, por el otro, con la provisión de insumos y bienes finales a otros sectores económicos y para el consumo final.

Justamente, el segundo rubro con mayor caída, desde la mirada de Fiel, fue el automotriz, que cerró el primer mes del año con una contracción del 16,4% respecto del mismo período de un año atrás. Ese resultado tiene explicaciones estacionales, porque las fábricas suelen dar vacaciones en el cierre del año y en el tramo inicial del ciclo siguiente. Pero a principios de febrero, la Asociación de Fábricas Automotrices (Adefa) midió la caída del sector en 16,7%, y a la cuestión estacional le agregó que muchas empresas postergaron la reanudación del trabajo por falta de piezas que produce, en parte, el complejo metalmecánico local.

En el tramo final de 2023 y en los primeros días de este año, el sector autopartista denunció desabastecimiento por la imposibilidad de cubrir sus deudas en dólares con proveedores del exterior.

La tercera caída más pronunciada del mes para Fiel fue la de los minerales no metálicos, como cemento, arena, vidrios y otros, con un retroceso del 13%, en el marco de la tajante detención de la obra pública.

En cuarto lugar, se destacó la caída del 8,7% en la producción de industrias metálicas básicas, que elaboran, entre otras cosas, chapas, láminas de aluminio, producciones que sirven de insumos para otros sectores de la industria entre los que se pueden contar, nuevamente, el automotriz y el autopartista, junto con otros muy importantes de la producción local como el alimenticio.

Por debajo del promedio, pero igual con retrocesos destacados, cerraron enero las empresas proveedoras de insumos textiles (-2,2%), las de insumos químicos y plásticos (-3,1%) y de alimentos y bebidas (-4,9%).

Cierres y despidos

Las grandes industrias siguen el derrotero sectorial con sigilo, en medio de un creciente enrarecimiento de la situación política. Trasciende, al margen del apoyo público de la Unión Industrial (UIA) al DNU 70/2023, que a la alta dirigencia fabril le gusta cada vez menos el perfil de la administración en temas puntuales como la relación con los gobernadores y la ostensible falta de designaciones de funcionarios en áreas claves de la administración.

Por el lado de las pymes, la paciencia es menor. En la semana, la asociación Industriales Pymes Argentinos (IPA) planteó dos advertencias preocupantes para el corto plazo: que las empresas trasladarán el tarifazo energético a los precios minoristas en marzo y abril y que, de no mediar un volantazo político, se vienen cierres masivos de fábricas y miles de despidos.

Desde Cgera, el empresario óptico Norberto Fermani dijo a Tiempo que, sin medidas políticas, “entre abril y mayo vamos a empezar a ver reestructuraciones más que importantes”.  «

Las órdenes de pedidos caen hasta 50% en enero

Otro aspecto del estancamiento de la economía es la desaceleración del consumo, empeorado por la brutal inflación de diciembre y enero y el consecuente impacto en el bolsillo del trabajador y, fundamentalmente, la clase media.

Norberto Fermani, dirigente de la industria óptica y vocal de la confederación pyme Cgera, consignó que la caídas de los pedidos a las fábricas es de entre el 45% y el 50%.

El empresario dijo que la tendencia empezó en octubre del año pasado, pero que este año se precipitó a niveles “muy acuciantes, no por una cuestión de precios porque, en el caso de la óptica, al ser productores tenemos precios internos muy inferiores comparados con la región. Así y todo, no hay movimiento, no hay consumo”.

A mediados de mes, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) reportó una caída de las ventas en los comercios del orden del 28,5% en el primer mes del año en medio del shock inflacionario que venía desde la devaluación que ordenó en los primeros días de gobierno el ministro de Economía, Luis Caputo.

En febrero la tendencia continuó, según la consultora Scentia, que asoció la baja de las ventas en centros comerciales a la cruda disparada de los valores al público y su impacto en los tickets de compra de los sectores medios de la población.

Por último, la consultora 1816, muy escuchada en el mundo financiero y comercial, registró un derrumbe de la compra de alimentos en comercios chicos del 37,1% en el mes inicial de 2024 respecto al mismo período del año anterior, “algo no visto ni siquiera durante la pandemia”, comparó la fuente.