A días de cumplirse dos años del inicio de la guerra en Ucrania y diez del golpe contra el gobierno de Viktor Yanukovich que dio inicio a la escalada entre Rusia y Occidente, la muerte de un opositor le arruina la semana a Vladimir Putin. Todo esto en un clima de tensiones crecientes.

Por un lado, el secretario general de la ONU, António Guterres advirtió en la Conferencia de Seguridad de Munich que la situación en Gaza representa “una muestra atroz del estancamiento en las relaciones globales”, mientras el presidente Joe Biden pidió un alto el fuego inmediato ante la amenaza de una nueva masacre de fuerzas israelíes contra población palestina en Rafah.

En este clima, la muerte en prisión de Alexei Navalny despertó las más ácidas críticas de la dirigencia occidental cuando las tropas de Kiev abandonan Avdiivka, la ciudad del frente oriental que hasta ahora era algo así como una línea roja para Kiev, pero desde el cambio de comando de sus Fuerzas Armadas ucranianas pasó a ser un nuevo fracaso en la cuenta que Volodimir Zelenski le atribuye a la falta de apoyo de sus aliados europeos.

“Es necesario establecer todos los hechos: Rusia tiene serias preguntas que responder”, consideró Jens Stoltenberg, el secretario general de la Otán sobre la muerte del líder ruso, que estaba cumpliendo una condena de 19 años en la cárcel de Kharp, en la región ártica de Yamalia-Nenetsia, a unos 2000 kilómetros de Moscú. Estaba acusado de desacato, malversación de fondos, violación de sus condiciones de libertad condicional y apoyar el terrorismo. En 2020 había sido hospitalizado de urgencia en Omsk, Siberia, sin un pronóstico específico. Luego de las presiones internacionales, el gobierno de Vladimir Putin autorizó a que los trasladaran a Berlín, donde aseguraron que había sido envenenado con Novichok. Fue apresado ni bien volvió a Moscú y desde entonces estuvo en diferencies penales hasta su repentina muerte este viernes. Las autoridades dijeron que había salido a caminar y se sintió mal, sin mayores precisiones tampoco.

La dirigencia internacional encontró en este caso la ocasión de subir al ring nuevamente a Putin, que había quedado bastante bien parado luego de la entrevista que le hiciera el estadounidense Tucker Carlson para su red X. Si a eso se agrega el avance de las tropas rusas en Ucrania, era una semana de lujo para el mandatario ruso.

Para Occidente, Navalny luchaba por “los valores de la libertad y la democracia” como lo calificó el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.  «No sabemos exactamente qué pasó, pero no hay duda de que la muerte de Nalvany fue consecuencia de algo que hicieron Putin y sus matones», declaró Biden. «En la Rusia actual, los espíritus libres son encerrados en el Gulag y condenados a muerte», señaló el francés Emmanuel Macron. “Como el más feroz defensor de la democracia rusa, Alexei Navalny demostró un coraje increíble a lo largo de su vida», agregó el premier británico, Rishi Sunak. En disonancia, el expresidente Donald Trump no había dicho nada, lo que para sus detractores es una señal clara de una alianza con Putin.

Fuera de esos ámbitos si se quiere predecibles, tanto entre dirigentes como en los medios hegemónicos occidentales, no son pocos los que en las redes recuerdan que no hubo las mismas preocupaciones sobre un opositor encarcelado por un gobierno como cuando el 13 de enero pasado fue encontrado muerto en su celda en Ucrania el periodista chileno-estadounidense Gonzalo Lira, de 55 años, acusado por el gobierno de Zelenski de difundir información falsa sobre la guerra y justificar la operación militar rusa. 

El fracaso en Avdiivka, defendida a un costo altísimo en vidas y armamento como un punto estratégico clave por meses, representa “el costo de la inacción del Congreso», dijo la portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, Adrienne Watson, quien aprovechó para cuestionar el rechazo de los republicanos a aprobar nuevos paquetes de ayuda a Kiev.