En una nota anterior sobre la elección judicial ocurrida en México el primero de junio recordaba unas palabras de Juan Rulfo sobre la justicia como palabra hueca y sonido vacío, escritas en los años 50 del siglo XX. Ahora, cuando ya hay resultados definitivos del acto electoral conviene una reflexión más densa sobre lo ocurrido y su proyección histórica para México y el mundo.
La historia tiene coincidencias que un creyente puede considerar mandato divino y un laico accidentes del devenir histórico.
Benito Juárez, para muchos el más importante presidente de la historia de México, nació en Oaxaca y era un indígena zapoteco. Hugo Aguilar Ortiz fue electo popularmente como presidente de la Corte Suprema de Justicia es también indígena oaxaqueño formado como abogado y master en Derecho Constitucional en la Universidad Benito Juárez de Oaxaca.
Benito Juárez fue un líder clave en la historia de México, especialmente por su papel en la Guerra de Reforma y su lucha contra la intervención francesa. Conocido como el «Benemérito de las Américas» fue presidente de México entre 1858 y 1872, un período marcado por grandes cambios políticos y sociales. Juárez impulsó la secularización del país, implementó las leyes de reforma y defendió la soberanía nacional frente a la intervención extranjera. Juárez lideró a los liberales en su lucha contra los conservadores y la Iglesia, buscando la secularización y modernización del país. Juárez se enfrentó a la ocupación extranjera bajo el imperio de Maximiliano, defendiendo la república mexicana.
Juárez impulsó también una serie de reformas legales que buscaban limitar el poder de la Iglesia, abolir los fueros (privilegios legales) y modernizar el Estado. Laicismo y defensa de la soberanía nacional fueron sus principales objetivos y logros históricos.
Teóricos clásicos del cambio social, como Emile Durkheim, Max Weber, Karl Marx, han planteado que son los sectores más postergados de una sociedad los sujetos sociales con mayor voluntad de cambio histórico. En Benito Juárez, indígena oaxaqueño del siglo XIX, se cumplió plenamente esa concepción.
Hugo Aguilar Ortiz, indígena oaxaqueño, electo popularmente presidente de la Corte Suprema de Justicia de México, la instancia más alta de la función más retrógada del Estado mexicano en el siglo XXI, tiene el desafío de demostrar la veracidad de esa concepción del cambio.