1. Como en tantos ajustes anteriores, una vez más la apelación a la “herencia recibida” como la más grave de la historia, y con ello justificar la perversidad del sufrimiento.

2. La mentira de hablar de la “mayor presión impositiva del mundo”. Tenemos un sistema enmarañado  que hay que reformar profundamente, pero eso no convalida que sea la mayor presión impositiva. Países muy eficientes tienen una presión tributaria mucho mayor que la Argentina.

3. El alarmismo que se busca provocar diciendo que habría 15.000 puntos de inflación si no fuera por este ajuste salvaje.

4. La errónea simplificación: el déficit es la causa de todos los problemas/eliminarlo resuelve todos los problemas. Países muy estables funcionan con déficit. Para Milei, sin déficit no hay emisión, sin emisión no hay inflación. Los aumentos de alimentarias y prepagas pese a no haber emisión, demuestra que la causa de la inflación argentina reside más en la concentración y que en el déficit.

5. “El ajuste tuvo por objetivo eliminar los mecanismos que tiene la supuesta casta política para comprar voluntades”. Si eso fuera verdadero, la casta habría comprado voluntades y no habría perdido las elecciones.

6. “El ajuste no se traslada a toda la sociedad sino a los gastos arbitrarios como transferencias a las provincias y obra pública”. Estos institutos median entre el Estado y la sociedad. Paralizar la educación, la salud, la vivienda y la obra pública es trasladar el ajuste a la sociedad.

7. Otra falacia fácilmente comprobable es que se aumentó un 75% la ayuda a los comedores.

8. “El objetivo del ajuste es que los argentinos puedan ahorrar”, mientras hace pocas horas reconoció que el gobierno ha aspirado los ahorros de los argentinos para acopiar los dólares que necesita a fin de dolarizar la economía.

9.  Asociar crecimiento económico con reducción de la pobreza es otra falacia, imagen de la Argentina de principios del siglo XX. El crecimiento era sólo disfrutado por las pequeñísimas elites económicas, y desamparaba al conjunto de la sociedad.

10. Si los factores de la riqueza argentina que nombró como minería, petróleo, gas y campo, y la renta que ellos producen fueran patrimonio de la comunidad, serían la fuente de una gesta de todo el Pueblo argentino  en pos del desarrollo. Al entregárselo a los monopolios privados como propone el DNU y la ley de bases, la renta de esa riqueza que es propiedad pública, será sólo propiedad de esos grupos trasnacionales.

Más allá del montaje faraónico, con cuatro estatuas a sus costados, apeló una vez más al “esfuerzo heroico de todos los argentinos que esta vez sí dará resultado”, y a una suerte de mística religiosa basada en las fuerzas del cielo.

Todo dicho.

Sigamos movilizando y luchando por un proyecto de desarrollo industrial con inclusión social, reconocimiento del trabajo productivo, administración soberana de nuestros recursos y una concepción humana e igualitaria de la distribución de la riqueza y el ingreso.