El 24 de enero se vislumbra en el horizonte próximo como una de las fechas más importantes en el intento por frenar el proyecto de La Libertad Avanza de transformarnos en una colonia.

Además de estar desarrollándose plenarios regionales impulsados por la CGT, suceden en todo el país múltiples convocatorias que tienen como objetivo la organización del paro del 24 de enero. El objetivo es lograr que la medida de fuerza sea lo más masiva posible y frenar el DNU, el proyecto de “Ley Ómnibus” y el protocolo antiprotesta.

Es importante destacar que la “multisectorialidad” es un objetivo a construir frente a la actual coyuntura. Sabemos de las dificultades de hacer paro que se presentan para muchxs en un mundo del trabajo tan heterogéneo y marcado por un alto nivel de informalidad.

Pero también sabemos que “multisectorialidad” significa hacer parte de esta convocatoria a parar y movilizar a muchxs colectivos y personas organizadas desde distintos espacios de politización que desbordan la pertenencia sindical. Me refiero por ejemplo a lxs inquilinxs, a lxs artistas, a quienes se organizan a partir de sus militancias en colectivos feministas y transfeministas.

A lxs feministas nos sobran los motivos para convocar a parar este 24 de enero: no solo por los reclamos sectoriales contra el DNU y la Ley Ómnibus -que implican afectaciones muy concretas-, sobre derechos conseguidos hace muy poco tiempo como la interrupción voluntaria del embarazo (Ley de Aborto), la Ley de los mil días, o la Ley Micaela, sino también porque estamos afectadas en todas y cada una de las reformas que involucran el derecho a la vivienda, el acceso a la tierra, los derechos laborales, los alimentos, la salud y la educación pública.

Estamos ya movilizadas y presentes en las asambleas de todo el país, en los cacerolazos, en los sindicatos, en las manifestaciones de artistas, en las ingeniosas maneras con que lxs vecinxs salen a protestar.

Tenemos la obligación como movimiento feminista, en la medida que somos parte de un campo popular y de una trama colectiva, de convocar abiertamente a parar y a movilizar el24 de enero. Tenemos la tarea de hacer de este paro también un paro feminista.

La herramienta del paro no nos es ajena: fue uno de los métodos con los que resistimos al macrismo, con los que pudimos dar un salto cualitativo como movimiento para poner en escena pública las violencias económicas de las brechas salariales, del no reconocimiento del trabajo de cuidados y comunitario, de la violencia de la deuda externa y doméstica en nuestra vida cotidiana.

Fue también una herramienta que nos permitió en estos años organizarnos más allá de las divisiones que genera ser trabajadora formal y reconocida o ser trabajadora de la economía popular, o trabajar en casas particulares, o ser free lance, o contratada, etc.

Por eso mismo, no nos parece casual que entre otras atrocidades contenidas en el DNU inconstitucional se declare a varias labores que incluyen el cuidado y la educación -tales como el cuidado de menores en guarderías y la educación de niveles preescolar, primario y secundario- como actividad esencial. Esto implica la obligación de hacer “guardias mínimas” al hacer huelga.

La maniobra es evidente: declarar estas tareas como trabajo esencial es un modo de impedir el derecho a huelga y, al mismo tiempo, ser parte de los trabajos que desde los feminismos se han señalado como devaluados constantemente en su reconocimiento y remuneración.

Tampoco nos parece casual que sistemáticamente se trate de construir a las mujeres que se jubilaron con moratorias previsionales como “casta” frente a otros jubilados. Hoy el gobierno discrimina sistemáticamente a quienes cobran jubilación por moratoria excluyéndoles de beneficios como los bonos. Es exactamente el inverso de lo que proponemos hace años en la organización de las huelgas y otras acciones feministas como aquellas convocadas transversalmente bajo el amparo de la figura de la luchadora Norma Plá.

El objetivo ha sido siempre trabajar al interior y contra las divisiones de la clase trabajadora para generar solidaridad con las últimas, con las más desfavorecidas por el sistema racista y patriarcal. Venimos insistiendo y defendiendo que las moratorias previsionales son una política profundamente feminista que ha permitido tener derechos previsionales a muchísimas mujeres que trabajaron toda su vida en sus casas o trabajaron bajo el mando de patrones que no le realizaron los aportes. Ha sido una reparación en la vejez por un trabajo invisibilizado. Una jubilación como corresponde.

Nos quieren dividir, nos quieren quitar nuestros derechos para que este país sea un paraíso para las corporaciones y lo hacen con métodos autoritarios y anticonstitucionales. Frente a tal atropello, las feministas nos convocamos a parar y a movilizar el 24. Nos parece estratégico aportar a la construcción de un paro multisectorial, masivo, popular y feminista.