Con producciones gráficas y colaboraciones realizadas junto a The New York Graphic Workshop (1964-1970) hasta los proyectos artísticos que van de la gráfica a la pintura a la explícita narración de historias, el Malba inauguró la muestra “Travesías”, curada por el español Agustín Pérez Rubio Luis . Se trata de una retrospectiva de la obra de Liliana Porter (Buenos Aires, 1941), la artista radicada en Estados Unidos desde 1964, que se formó en la Prilidiano Pueyrredón y la Cárcova, en Buenos Aires, y grabado en México (1958), que fue invitada a la 57º Bienal de Venecia de 2017 con la célebre “El hombre con el hacha”, y que este año, participa en “Porter-Camnitzer. Los años del New York Graphic Workshop”, en el MNBA.
Curada por el ex director artístico del Malba, la exposición retrospectiva exhibe desde las producciones vinculadas con la gráfica y sus colaboraciones del The New York Graphic Workshop (1964-1970) -junto al uruguayo Luis Camnitzer y el venezolano José Guillermo Castillo– y los proyectos artísticos que van de la gráfica “expandida” en su funcionalidad histórica del grabado, a la pintura, la geometría y el dibujo, hasta la literatura -con referencias a Jorge Luis Borges o Lewis Carrol, entre otros-, o bien el uso de personajes de loza o muñecos y soldaditos, las narraciones hasta el videoarte y el teatro, como extenso recorrido.
Porter: el tiempo y la memoria
El tiempo (y la memoria), es el gran tema de Porter. Las transformaciones de los objetos y personajes históricos como Mao, el Che, Kennedy, por ejemplo, y su simbolismo, mercantilización, a los microrrelatos con personajes de cómic (Donald, Mickey), los límites entre representación y realidad, y el espacio blanco que descarta geografías y temporalidades.
“Los temas más importantes en la vida son los lugares comunes como nacer, morir, enamorarse, así como los personajes enfrentados a cosas que los superan”, expresaba Porter en una entrevista de 2020.

La muestra, alojada en el segundo piso, fue inaugurada el 11 de julio con una conversación entre la artista, el curador y Rodrigo Moura, flamante director artístico del Museo de Arte Latioamericano de Buenos Aires (Malba), y transmitida por el canal de YouTube del museo, y que promete, otra conversación y actuaciones en vivo.
“Travesía” estará hasta el 13 de octubre, y a pocas cuadras de allí, el MNBA, Av. Del Libertador 1473 (invita hasta el 31 de agosto a ver las “arrugas” de Porter o la “masacre de Puerto Montt” de Camnitzer, entre otras obras de dos artistas que son “referentes del arte conceptual latinoamericano”. Es que esta otra muestra curada por Silvia Dolinko viene de estar expuesta en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile, reversionando a la de 1969.

Por eso, tal vez convenga explorar el manifiesto grupal de Porter-Camnitzer-Castillo y las obras del MNBA, para luego recorrer la exposición del Malba cuya propuesta es más “lúdica y descontracturada”, a excepción de la primera sala.
“No es nada sencillo como curador englobar en 600 m² una trayectoria de más de 60 años y sobre todo con la lucidez, la frescura y la juventud, como dice Rodrigo, de una artista que ha estado vigente no solamente en el Nueva York del ´64”, expresó Pérez Rubio durante la presentación a la prensa. Es que las obras abarcan hasta 2025 y se expone “la vitalidad (de la artista) y cómo esos cambios han ido generando un pensamiento estético y crítico a la vez”.

Y agregó: “la idea de travesía sale justamente para no hacer, como dice Lili, un plomo de exposición, no hacerla historiográfica sino al contrario, hacer algo dinámico, vigente, pero que al público le deje entender perfectamente cuáles son los mecanismos que el artista, desde la poética y la política, entiende el trabajo estético”.
Entonces, las líneas y “arruga” o wrinkle, el papel en escala de grises impreso, arrugado, desparramado por el lateral del hall de acceso al recorrido, el arte correo como sombra de aceitunas, incluye bajo el nombre “Inicios desde Nueva York: expandir la gráfica“ obras que van de 1967 a 1970, y presentan fotograbados, “permitiendo comprender los primeros pasos de la artista”.

Además, las obras centradas en esos años no dejan lugar a la superposición de otras temporalidades ni diálogos posteriores que sí juegan en las salas siguientes de la retrospectiva, como el diálogo entre el joven retrato de la artista con uno más actual.
La segunda sala da paso a la serie sobre Mahatma Gandhi (1968). Allí, cuatro obras de la serie fueron escogidas para reafirmar la fuerza del mensaje de resistencia pacífica de Gandhi que llevó a la India a lograr su independencia del Reino Unido e impactó en la artista. Otras obras son sobre figuras geométricas, líneas variadas e incluso prolongadas por fuera de marcos, o bien la foto del rostro del Che o la efigie de Napoleón que aparecen en “Memorabilia”, personajes transformados por el mercado en objeto utilitario, mercancía, como un mate o un Brandy.
También está presente la idea del migrante, la identidad latinoamericana y la postura antibélica con el afiche para el Movimiento por la Paz (1970) con la imagen de una mujer vietnamita a la que apuntan y debajo el texto: “Esta mujer es de vietnam del norte, sudafricana, puertorriqueña, colombiana, negra, argentina, mi madre, mi hermana, tu, yo”.

Temáticamente continúa “Líneas de tiempo” donde performativiza el gesto, y luego “De naturalezas muertas literarias a diálogos con el otro”, con obras de los 80 y 90.
“Uno puede decir cosas a través de la obra de otros”, afirmó la artista mostrando como ejemplo “Sombra / paraíso” (1992) una gran pintura que muestra a la Alicia de Lewis Carrol, frases, espejo, barcos y libros.
Luego viene el espacio “Derramando esfuerzos: del colapso a la reconstrucción”, sobre la idea de derrame, accidente y una posible reparación. Allí una foto con una figurilla rota se acompaña por una sana, y los personajes que enfrentan grandes desafíos están en instalaciones como “El jardinero” que riega flores de platos rotos, “El anarquista” (2012-2025) con una figura femenina vestida de rojo con una madeja de lana del mismo color. Luego está la barrendera en una misión imposible (“Trabajo forzado”), el pequeño pintor ante una gran pared en azul, aún inacabada, y por fuera de las salas, en el pasillo que lleva al ascensor, escenas de soldaditos de juguete y pequeños humos (“Evento VI”, 2025), que también narran historias.

Hacia el final del recorrido, se proyecta un compilado de unas dos horas con videos -realizados junto a la artista uruguaya Ana Tiscornia- bajo el título “Tableaux vivants videográficos: de For You a Cuentos inconclusos y el teatro”, de 1999 a 2024. Son videos en los cuales sus personajes se transforman en actores, y personas actúan situaciones cotidianas como “Teatro de primera mano para tiempos nuevos” realizado en pandemia, una obra atravesada por la melancolía, lo absurdo y la alegría.
“Allí está el culpable de mi incursión en el videoarte”, recordó Porter señalando al muñeco a cuerda de Pinocho con timbales mostrado en una vitrina junto a fotos, documentos y libros, ya por fuera de las salas.
“A mí lo que más me emocionaba era cuando se acababa el ruido. Me decía ´ese silencio ¿cómo lo demuestro?”, y si bien “odiaba el videoarte”, cayó “en eso”, relató.
Es así que el tiempo, la representación y lo lúdico juegan entre experimentaciones desde grabados y hojas dobladas, a fotos como huella de un gesto, líneas y geometrías, clavos e hilos y collage, llegando a atesorar pequeños objetos o souvenirs antiguos de los mercados de pulga hasta incursionar en los 90 en las narraciones transformadas en situaciones teatrales y en metáforas de tiempo en fuga.