Se estrenó la dinámica, entretenida, tenebrosa y reflexiva Los ojos del abismo el mismo día en que el gobierno de Milei envió al Congreso una ley que “literalmente se propone eliminar el artículo clave que establece cómo se financia el Incaa y el cine nacional. O sea, los artículos que se derogan son justamente los que regulan el Fondo de Fomento Cinematográfico, de donde salen los recursos obligatorios, impuestos, la estructura legal que garantiza que el Incaa tenga financiamiento”; que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) siga haciendo posible películas como la que dirigió Daniel de la Vega, autor de las palabras que abren la nota.
“Para mí la película representa el potencial que tiene el Incaa, de lo que puede lograr cuando un montón de voluntades, con poco presupuesto y mucho corazón, se ponen al control de la historia. Lo real es que sin el Incaa esto no hubiera ocurrido”. Con mucho corazón y sagacidad para usar de la manera más eficiente los recursos disponibles en función del objetivo buscado. Es un elogio, y no menor ni banal, para no bajarle el precio a los méritos cinematográficos del film. Una trama concisa y clara cuyo objetivo es llamar la atención sobre los males que recorren estas tierras; un lenguaje llano; una narrativa ágil que no subestima ni engola al público; y una resolución tenebrosa –con su frase “son muchos más, son muchos más”– como corresponde al fantástico de terror al que se debe, sin olvidar la historia de la gente y la tierra que le da razón de ser.

Así, la película que en la cabeza de De la Vega surgió en 2009, luego de varias versiones incorporó la Guerra de Malvinas como nudo dramático central de su relato, hasta concluir en la número 17, que le dio forma definitiva y es la que se aprecia en pantalla. “Surge como la idea de hacer una película dentro de un barco –rememora De la Vega–, cuyo concepto era un barco que fuera un cementerio flotante. No existía ninguna otra historia: no había Malvinas, no había ningún elemento narrativo todavía instalado, pero sí había una voluntad de contar, dentro de un espacio vacío y cerrado, una película de género. Diecisiete versiones después transitamos muchos pensamientos, muchas ideas, hasta que llegamos a este proyecto que estrenamos hoy. Fue un tránsito, un proceso largo, pero estuvo buenísimo. La verdad es que lo agradezco. La dificultad se centraba en un problema de producción concreto y tenía que ver con que no teníamos una locación-barco, y eso nos permitió seguir trabajando el guion.”
El rodaje en un barco lo atesora “como una experiencia” que le “encantó”. Por primera vez tuvo que trabajar con un equipo tan reducido debajo del nivel del mar, “lo que impedía que llegara el Wi-Fi, lo cual generaba que todo el equipo tuviera que trabajar todo el tiempo: éramos pocos pero concentrados en la tarea. La dificultad era tener siempre la inseguridad de trabajar en un barco que es operativo, que tiene funciones. Yo siempre temía que alguien abriera una canilla y encontrarme con la sorpresa de tener agua al otro día”, lo dice en serio aunque cause gracia. Y aprovecha para agradecer a la Prefectura, que además de las embarcaciones (“la geografía del barco se arma entre dos barcos: es una reconstrucción que vos hacés en tu cabeza, pero en realidad son dos barcos mezclados, más un tercero que utilizábamos de base”) facilitó perros adiestrados que participan en el film.
La película ganó premios en el país y en el exterior, y se estrena en diez salas, una buena cantidad si se tiene en cuenta lo que cuesta lanzar un film independiente, pero mucho menos de las solicitadas y de las que le corresponden según establece la ley. “Los exhibidores tuvieron la gentileza de elegir apoyar una película anglosajona en detrimento de una película nacional que no va a tener las mismas oportunidades. Evidentemente no todos somos tan argentinos como pensamos. Cuando estás a merced de la ética del mercado, y no tenés nunca presente quién pueda regular una cuota de pantalla, estás a merced de un mercado al que no le importan las necesidades de un pueblo argentino que tiene una identidad y que puede sentirse reflejado o no en una película.”

Y es que, como bien le dijeron hace años cuando empezó a filmar películas de género, Argentina está llena de “mitos y leyendas del interior, y creo que lo que estaban tratando de decir es que tenemos un país que está habitado por el horror. Tenemos la amígdala inflamada porque vivimos en modo survival, en un escenario de ataque permanente, de supervivencia permanente, con recursos que no tenemos, una lucha contra los jubilados todos los miércoles. En esa frase de ‘habiendo tantos mitos y leyendas del interior’ creo que lo que estaban tratando de decir es: tenemos un país que está habitado por el horror. Estamos en una situación conflictiva y de horror. ¿Cómo no vamos a tener una ficción fantástica que pueda ser el espejo de esta realidad cruel, donde podamos sublimar lo que nos está pasando?”
Y el cine de esos géneros siempre tratados como menores (terror, fantástico, ciencia ficción), que hoy cuentan con tanto fervor en las nuevas generaciones, sin dudas presenta salidas factibles y deseables frente a la crisis de la industria. “Creo que la película también es el resultado de lo que puede hoy el Incaa hacer con los recursos limitados que tiene –cierra e invita a ver Los ojos del abismo–. Me refiero a que hoy el Incaa está en tránsito a dejar de ser operativo, y esta película la hicimos en el momento en que estaba por producirse el cambio de gestión de gobierno, con una amenaza latente y directa hacia el Instituto de Cine. Creo que es una prueba fehaciente de lo que puede crear el Incaa cuando se lo regula y se lo administra. Es una película muy chica pero muestra lo que se puede hacer a la hora de construir ficción. Y si dejamos que, desde una modificación de la ley laboral (que entró al Congreso), se modifique el acceso al Fondo de Fomento Cinematográfico de la Ley 17.741, es acabar con el cine.” La modificación llevaría la situación a 1994, cuando no existía la ley y solo se producían tres películas por año.

Los ojos del abismo
Director: Daniel de la Vega. Guion: Luciano Saracino, Gonzalo Ventura, Daniel de la Vega. Elenco: Verónica Intile, Carolina Alfonsín, Kevin Schiele, Raymond Lee, Cristian Mariani, Pablo Turturiello, Gustavo Pardi, Pedro Rissi, Ezequiel Gelbaum, Guido Botta, Facundo Aquinos, Heriberto Ruiz, Ignacio Solari, Salvador Oliva, Luis Tancredi. Estreno: 11 de diciembre. En cines.
