En el pasado siglo se acuñó la frase “la década perdida” para signar un tiempo en el cual Latinoamérica y el Caribe vivieron un periodo prolongado en el cual todas las bondades del desarrollo económico y social inclusivo se deterioraron gravemente por las consecuencias provocadas por la deuda externa cuyos intereses crecieron enormemente por decisiones políticas tomadas por los países acreedores.

Los precios de las importaciones regionales crecieron enormemente y paralelamente disminuyeron los precios de sus exportaciones. Como consecuencia la región debía amortizar deudas por un monto de 660 millones de dólares y sus ingresos de capital apenas eran de un tercio de ese monto.

Parafraseando esa caracterización conceptual se puede denominar el siglo XXI hasta el 2023 como el siglo perdido para el Ecuador a causa de la corrupción, la impunidad y la violencia delincuencial que han hecho de un país pacífico y con buenas expectativas en el siglo XX un narco-estado, amenazado de convertirse en narco-sociedad y estado fallido.

Ese trágico cuadro comienza a revertirse a partir del ascenso al poder de Daniel Noboa Azim, quien en poco tiempo ha mostrado un liderazgo eficaz para reducir drásticamente la violencia delincuencial e iniciar el desmontaje del narco-estado apresando miles de delincuentes sicarios del narcotráfico y tambien a personas que ejercían funciones importantes en el poder judicial y prestaban servicios a los narcotraficantes. Es sólo el inicio de un proceso que tomará tiempo. Las Fuerzas Armadas , la Policía y la sociedad sienten que a la cabeza del estado está un líder ejerciendo las funciones de Presidente de la República.

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Noboa Azim muestra inteligencia,preparación académica, tranparencia, valentía, pensamiento estratégico, apego a la verdad,voluntad de cambiar el país, un estilo de comunicación donde lo fundamental son las realizaciones concretas y no la palabrería sin resultados. Vale decir el Ecuador 23  años después tiene un Presidente que lo conduzca, lidere y dirija.

El pueblo ecuatoriano que había perdido toda la confianza en la política y sus actores recupera la esperanza y vuelve a creer que la consigna de Daniel Noboa Azim de refundar un nuevo Ecuador es creíble y eso desata una voluntad ciudadana nueva que hace que la mayoría del país muestre disposición a pagar un aumento del IVA para ayudar al estado a combatir al narcoterrorismo.

El 2024 será un año decisivo. Apoyado por la acción de la fiscalía que ha levantado la Causa Metástasis que descubre diariamente más ramificaciones del narco estado en el país y con personajes que habitan en el exterior el gobierno ecuatoriano puede asestar duros golpes al crimen organizado y devolverle la paz a los ecuatorianos.

Las dificultades son muchas, pero no insuperables. El gabinete del presidente es bisoño y tiene que aprender el arte de gobernar. Entre sus colaboradores se encuentra en el área de comunicación una persona experimentada como Roberto Izurieta,con ejercicios exitosos en gobiernos y en la academia.

En un mundo interdependiente como el actual las experiencias de otros países y sus coyunturas específicas son siempre valiosas. Recientemente la victoria aplastante de Nayib Bukele en el El Salvador muestra el éxito de un gobierno que hizo de la seguridad su llave maestra para abrir senderos al mejoramiento económico y social. Igualmente el fracaso de Javier Milei, en Argentina, cuya Ley Ómnibus pretendía mágicamente con 600 artículos cambiar la historia de cien años del país fue rechazada en el Parlamento.

Ambas son lecciones valiosas. La prudencia y la decisión de Daniel Noboa Azim puede cambiar la historia del fracasado siglo XXI en Ecuador. Es lo que esperamos los ecuatorianos.