La escena de un grupo de madres con sus niñes manifestándose frente a la comisaría de Santa Rosa, La Pampa, donde ahora vive Mariana Komiseroff fue el punto de partida para escribir su libro Bestias Perfectas. El caso Lucio (editado por Emecé). El texto recupera un infanticidio provocado en 2021 y que estuvo en el ojo de la tormenta desde un primer momento: el crimen lo cometió una pareja de mujeres lesbianas. 

A lo largo de Bestias Perfectas, Komiseroff plantea todas las complejidades del caso a la hora de su análisis social, desde la maternidad no deseada, pasando por el feminismo y el antifeminismo al maltrato de la sociedad a sus infancias. Además, abre una serie de planteos y preguntas que generan, por lo menos, incomodidad.

Mariana Komiseroff: "Históricamente se nos ha mostrado a las lesbianas como violentas"

Esa manifestación ante la comisaría que vio Komiseroff fue la primera por el cruel infanticidio producido en La Pampa. Pensó que se trataba de un padre que había matado al hijo de una pareja de lesbianas. “Era lo más fácil de pensar”, dice a Tiempo Argentino. “Al otro día estalló la pueblada en Santa Rosa. Pero ahí yo ya tenía la información de quiénes habían matado al niño. Había muchas preguntas, que por supuesto no puedo responder, y que todavía voy a seguir pensando. Había un montón de conflictos pero al primero que me enfrenté fue el de ‘la verdad’. Luego me apoyé en el discurso jurídico, porque la verdad material no es igual a la verdad simbólica y a la verdad que cada una en este caso, tiene de los acontecimientos que le sucedieron”. 

El libro incluye entrevistas a la abogada defensora de Abigail Páez, también a su mamá, y a las dos condenadas. Ese material fue armando un mapa de hechos, sentidos e interrogantes que se sintetizan en el prólogo donde se plantea el debate más intenso: mirar el caso desde el feminismo. “Tenía cierto temor de que la derecha pudiera decir ‘vieron hasta las mismas lesbianas dicen que son asesinas’. Y me preocupaba que mi propio colectivo piense ‘para qué hablar de esto otra vez’. Porque parte de la sociedad piensa que la culpa de este crimen es de las feministas y que está bien cerrar el Ministerio de la Mujer”, dice. 

Mariana Komiseroff: "Históricamente se nos ha mostrado a las lesbianas como violentas"
La mamá biológica de Lucio Dupuy durante el juicio; detrás su pareja Abigail Páez.

– ¿Qué pasó una vez que salió el libro?

-A diferencia de mis libros de ficción que siempre hay algún comentario o algún mensaje, con este libro hasta ahora no me ha pasado. Sí, he tenido muchos mensajes de madres en dos líneas. En una línea, hablando de la intervención sobre el cuerpo de los niños, sobre todo cuando hay que tratarles la salud. Y por otro lado, un montón de mensajes de madres contándome, por ejemplo, que se encontraron metiendo a su hijo debajo de la ducha agua fría. Otra diciéndome “me encontré metiéndole la comida de prepo a mi pibe con discapacidad”. Eso que es la vida real, y que por supuesto que es la violencia que recibió el niño Lucio Dupuy, pero también es parte de la vida cotidiana y que muchas veces no se puede ni hablar, ni decir, ni compartir. Ni siquiera para decirle a otras madres “me está pasando esto, cómo lo abordo”. A la mujer que me escribió y me dijo lo del agua fría, yo le dije “por favor, no lo vuelvas a hacer”. Si vos lo podés hablar con otra persona te va a decir algo. 

-Es importante la inclusión de tu experiencia con la maternidad. Sin ese recorrido, es complejo de leer los chats entre ellas dos ¿qué fue para vos la revisión de tu propia maternidad? 

-A mí me interesan las familias, y sobre todo las que funcionan mal. Cuando empiezo a crear el libro noto que algo de mi propia maternidad se empezó a mover, incluso antes de tener el primer contacto con ellas. Empecé a tener pesadillas, a soñar con el niño y a recordar mi propia maternidad. Por ejemplo, esto que yo cuento de que metía al bebé en el agua muy caliente. Yo era una madre muy joven, lo digo sin ánimo de justificarme, pero no era que ese recuerdo estaba velado, yo me acordaba, pero no lo había podido hablar con nadie porque me generaba tanta culpa. Era muy difícil escribir este libro con la pretensión de mostrar a las asesinas como bestias o monstruos si no me ponía yo en primera persona. Cómo hago para hablar de ellas sin demonizarlas si no hablo de mí como demonio. 

¿Y cómo lo pensás ahora?

-Tal vez este libro sea una excusa para hablar de la maternidad obligatoria, incluso cuando decidimos tener a nuestros hijos y los queremos y todo bien. Lo pienso en el sentido de Magdalena, ya se había liberado de su hijo de algún modo, porque lo estaban criando los tíos paternos. Ella decide ir a buscar al pibe y eso es porque se siente culpable. Es muy común escuchar a la gente decir “¿para qué mierda lo fue a buscar si después lo mató?”. Está bien la pregunta. Pero por qué no preguntamos por qué la sociedad espera tanto de una madre al punto tal que la madre se siente más aliviada con el pibe muerto que con el pibe con los tíos. Yo misma tiendo  a la romantización de la maternidad. Pero la  maternidad obligatoria tiene muchas aristas y profundidades que no puede culminar con el debate aborto sí o aborto no. Incluso aquellas que decidimos maternar y que deseamos a nuestros hijos y los queremos. Estamos muy solas en la maternidad, que engloba el trabajo de cuidado, porque también las personas que cuidamos somos las mujeres. No solo a los menores de edad sino a los adultos mayores. Y también estamos muy solas en esa tarea. 

-¿Cómo analizás hoy el encuentro con ellas? 

-Quería verlas personalmente. No me alcanzaba con hablar por teléfono, las entrevisté por teléfono en octubre, noviembre y diciembre. Y las fui a ver en enero, o sea, dos meses después. Y todo ese tiempo estuve preocupada por si cambiaban de opinión. Mi relación con las entrevistas fue esa, no fue moral. Por supuesto que yo tengo una opinión al respecto de lo que ellas hicieron, que coincide con la de la justicia, pero mi interés iba por otro lado. Fue más perturbadora la entrada a la cárcel porque yo nunca había entrado a un penal que la reunión con ellas.

No podía grabar así que estaba focalizada en retener las frases textuales lo más posible. Al salir de esas visitas grabé todo lo que recordaba y todo lo que había pasado adentro. En el momento de desgrabar el material, me di cuenta de algunas cosas. Por ejemplo, que, creo que por mi propio prejuicio con la maternidad, soy más picante con Magdalena que con Abigail. A Magdalena la puedo picantear más primero porque ya no tenía miedo que me negaran la visita, ya estaba ahí, y segundo porque ella es la parte biológica. Hay una cuestión biologicista que por más que yo piense que la biología no es destino, me pasa en el cuerpo: esta piba lo tuvo en la panza al bebé. ¿Cómo lo pudo permitir? Esos detalles. Pero yo estaba como enajenada, no intervinieron mucho mis emociones mientras hacía las entrevistas.

Mariana Komiseroff: "Históricamente se nos ha mostrado a las lesbianas como violentas"
Manifestación de pedido de justicia por Lucio Dupuy
Foto: Julián Varela / Télam

-¿Por qué este crimen conmocionó tanto a la sociedad?

-Hay algo de la profecía autocumplida, dos lesbianas que matan a un niño. Pero en verdad, es el único caso de estas características en la criminología argentina. Eso en principio es una excepción. Por otro lado, tengo todo el acopio material de casos de maltrato infantil, y no es que las madres no intervengan. Las madres intervienen más de lo que nos gustaría escuchar en la tortura y en el infanticidio. Intervienen muchísimo en, además, encubrir al marido. Pero en general son parejas heterosexuales. No es habitual que sea de parejas de lesbianas. De todas maneras, tenemos que pensar qué es lo que estamos reproduciendo dentro de la comunidad LGBT, que nos queremos parecer igual aún con estas estadísticas, a esas familias heterosexuales. 

-Pero hay una carga en particular cuando se trata de mujeres lesbianas

-Sí, Y lo mismo pasa con las mujeres trans. El ideal de la sociedad es el varón, entonces, lo peor es que una mujer desee a otra mujer. Pero digo bueno, qué pasa con las masculinidades dentro de la comunidad LGBTI como Abigail, que también ejercen este tipo de violencia. ¿Esto significa que todos los varones trans quieren ser varones hetero, patriarcales, asesinos? No, por supuesto. Pero son más deseables los privilegios que tienen los varones. Imaginate que no querés los privilegios de ser varón y ni siquiera te querés acostar con un varón, ni siquiera querés tener una familia con un varón… El pensamiento social colapsa con eso. Y además, históricamente se nos ha puesto a las lesbianas como violentas, masculinas y demás. Las bestias perfectas.  

Pero hay algo más. Hay algo muy grave que está sucediendo y es la violencia contra las infancias. Estamos en un momento histórico político en que el odio a los niños viene de parte del Estado. El presidente peleando con un niño disca, una senadora diciendo que los niños del país no tienen derecho a atenderse en un hospital nacional, el desfinanciamiento del Garrahan, las metáforas presidenciales respecto de abuso sexual infantil… La sociedad está matando a muchos niños. Pero acá quedó esta idea de “estas dos tortas mataron al pibe”.

La olla se destapa por ahí y así dejamos de mirar nuestras propias familias. Mi propuesta es que pensemos desde nuestras propias familias. Ellas ya están juzgadas, tienen la pena máxima. Es llamativo que la sociedad siga pidiendo justicia. Y cuando digo esto me refiero a la sociedad en general, no me refiero a los Dupuy, a la familia de la víctima, que también son víctimas. Porque creo que ellos tienen derecho a confundir justicia y venganza, pero el resto de la sociedad no debería.