La coreógrafa y bailarina Marina Otero reestrena Fuck me, una de sus espectáculos más destacados, que por su potencia y creatividad se convirtió en un hito en su carrera. Solo por enero, volverá a presentar esta creación que vio la luz por primera vez en el verano de 2020 en el Teatro Regio, y que junto con su segunda parte, Love Me, de 2022, le permitieron a Otero emigrar a Madrid y entrar en el circuito europeo, recorriendo distintos escenarios. “Cuanto más pasa el tiempo, más se resignifica la puesta. Es un regreso. La estrenamos justo antes de la pandemia, estuvimos un año sin hacerla y luego pudimos empezar a mostrarla. Tuvimos más de ochenta presentaciones en todo el mundo. Pero volver a casa es muy importante. Acá se gestó la obra y fue algo que nadie se esperaba; esto es, de alguna manera, un homenaje a cómo se hizo”, confiesa la autora que se presentará en el Metropolitan.

Otero trabaja con elementos autobiográficos. En Fuck Me poetiza sobre una dolencia corporal que cambió su vida.

Sobre estar en un teatro en avenida Corrientes, Otero dice: “Nos permite llegar a otro público y eso siempre está bueno. Salir del micromundo de los que van a las salas independientes. Es una circulación de información importante”. Fuck Me es una obra autobiográfica (como casi todos sus trabajos), que la artista creó a partir de haber sufrido una hernia de disco de la que tuvo que ser operada, requirió varias internaciones y períodos de absoluto reposo. Una situación que para una trabajadora de la danza puede dejar marca. “Es una paradoja. Es una obra que hice desde el dolor y la quietud, pero encontré la forma de transformar eso en movimiento, y lo emocional que vino con todo lo que pasó después la vuelve especial. Creo que con el momento político que nos toca como país es muy importante.  Es difícil afrontar esto, entonces también, de alguna manera, quería actualizar la obra con respecto a este presente. Era importante para mi poder estar ahí y decir lo que pienso”, expresa Otero.

La obra habla de cómo todo deja marca; el paso del tiempo, lo que hacemos. “Me parece que todo deja huella. El origen de esta obra es una investigación que hice sobre mi propia historia. Mi abuelo paterno fue un suboficial que trabajó en el Servicio de Inteligencia de la Marina durante la dictadura cívico militar, y eso necesitaba bajarlo. Luego con mi lesión, todo fue cambiando. Todo lo alocado que hice con mi cuerpo, me  volvió. Siempre el presente trae ese pasado. Y eso hay que decirlo urgente, más ahora”, comenta la artista que está preocupada por el nuevo gobierno. “La verdad, es fuerte ver cómo puede volver la historia. En un momento en el que muchos pensábamos que había cosas básicas que no se podían tocar, límites que no se podían pasar. Pero ahora hasta se reivindican los peores errores cometidos. Me parece que es momento de luchar y usar el arte para dejar claro lo que no pueden pisar todo. Hay que entrar en diálogo con esta realidad que, no sé cómo, mucha gente eligió, lamentablemente. Es algo muy grave para todos los sectores, pero la cultura y el arte que es atacado directamente tiene que luchar para demostrar lo que es”.

En la obra trabaja la misma coréografa junto a bailarines y performers varones.


Marina Otero, de la vida a la escena


Su búsqueda ligada a lo autobiográfico, a lo personal son su punto de partida para transmitir su visión. “Todos mis proyectos hablan de ese interés universal de lo que nos pasa como personas. Mi idea es hacer esto hasta el día en que me muera, aunque ya no sea la bailarina que era. Mucha gente puede conectar con esa idea que planteo en mis obras, otros no. Pero lo hago porque de alguna manera es mi aporte”. La desigualdad, la muerte, el paso del tiempo son los tópicos que Otero afronta. Temas que nos atraviesan a todos, pero ella les pone un filtro contando siempre algo de lo que siente: “Todos tenemos algo roto dentro, ausencias y dolor, que nos dan la sensación de tener la imposibilidad de vivir. Pero la ficción ayuda a sobrellevar esas carencias”. Otero tiene piezas con texto, con movimiento, con coreografía, con una partitura que transforma sentimientos. “ Lo que hago tiene todo un trabajo de  investigación previa, tiempo de reaccionar cuerpo y movimiento para encontrar un lenguaje tan potente como lo escrito. Observar el cuerpo, cómo se mueve en determinado momento, qué singularidad física puede decantar de una situación personal íntima no es algo fácil de lograr. Eso es algo muy complejo, un proceso de poetización, que no es tan fácil, pero que de alguna manera encuentra su camino en cada obra. Todas mis obras tienen muchos años de trabajo, hasta que la pieza se encuentra con esa música, esa coreo y ese texto que le  queda. Es un proceso largo y tedioso el poetizar lo que nos pasa. Pero es la manera que encontré”.

Creadora de obras como 200 golpes de jamón serrano –obra que hizo junto a Gustavo Garzón, y por la que ganó un Estrella de Mar como mejor obra dramática de la temporada marplatense en 2021-, luego de estas presentaciones Otero volverá a Europa a seguir trabajando en el cierre de esta trilogía encabezada por Fuck me, Love Me, y que cerrará con un espectáculo llamado Kill me. “Esperamos para fin de año tener un estreno. Mi idea es volver a presentarlo. Las problemáticas que vivimos en la Argentina son algo mundial. Es un momento difícil como Humanidad. Pero acá es particular, porque la ultraderecha ganó y el poder de destrucción es mucho. Que la derecha es lo revolucionario, la novedad,  y que la mayoría piense que es lo que nos va a salvar, es preocupante. No termino de entender cómo es que pasa esto. Qué hicimos mal, o quizá tenga que pasar por algo, pero ¿a qué costo?”

Para ella “lo único que podemos hacer de nuestro lado, los que tenemos el privilegio de dedicarnos al arte, es seguir manifestando  lo que pensamos y en lucha. Para que la conciencia por la justicia social, esté viva. Tenemos que seguir trabajando todo lo que podamos para intentar mantener el espíritu crítico y entender la responsabilidad que nos toca”.  Según su visión el mal uso de la tecnología cotidiana influye: “Los algoritmos organizan los pensamientos de las personas y les hacen creer que la realidad es esa que miran en su celular . Así se manipula todo hasta dominar la manera de relacionarnos. Pero el teatro es algo real; es un cuerpo que decide ir a un lugar a ver otro cuerpo expresarse. Siento que lo único que nos puede salvar es salir de la pantalla y hacer encuentros reales, en las calles, en los hogares, las salas, para lograr  salir de ese orden social de un sistema busca el negocio de la ignorancia, para beneficio de unos pocos. Como sea, lo debemos enfrentar.”



Fuck me

Dramaturgia y Dirección de Marina Otero, con Augusto Chiappe, Diego Gómez, Juanfra López Bubica, Fred Raposo, Matías Rebossio, Miguel Valdivieso y Cristian Vega. Los martes de enero a las 20.30, en el Metropolitan, Corrientes 1343.