La ultraderecha es especialista en derrumbar lo que a otros les cuesta tanto edificar. También lo sufren los neerlandeses. Hace sólo un año y horas, un exjefe de la agencia de espionaje de Países Bajos, Hendrikus Wilhelmus Maria Schoof, conocido como Dick, del Partido del Trabajo (Pvda), fue nombrado nuevo primer ministro a través de una alianza conservadora. El más votado de las elecciones, en un país con un arco electoral muy fraccionado, fue el Partido de la Libertad (PVV), del controversial Geert Wilders. Sin los escaños necesarios, fue parte del pacto que también integraron el derechista Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), el centrista Nuevo Contrato Social (NSC) y el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB). Alianza ecléctica que levantó el lema «Esperanza, valor y orgullo». Impulsaba medidas durísimas a solicitantes de asilo, como suprimir la reagrupación familiar de refugiados y cerrar el cupo de estudiantes extranjeros para acceder al país. Tal vez se entienda mejor todo con el título de un diario español: “Wilders da una lección a Schoof: por qué meter a un ultra en tu coalición es activar una bomba debajo de la mesa”.
En efecto, Dick no supo satisfacer a Wilders, el líder libertario que se ganó el apodo de «Trump neerlandés», no sólo por su indómito pelo platinado. Esta semana pateó el gobierno so pretexto que se demoraba demasiado la política de migración más estricta en décadas. Original de Limburgo, de 68 años, fue diputado por el VVD hasta que rompió y creó el PVV. Le llueven acusaciones de incitación al odio y a través de la Fundación Horowitz, recibe fondos del supermillonario Robert Shillman, estadounidense y también ultraderechista. No es extraño: tiene estrechos lazo con Santiago Abascal de Vox; con los portugueses de Chega (Basta), que en la votación de mayo quedaron segundos; con los alemanes de AFD que en febrero sacaron el 21% y con el nuevo presidente polaco Karol Nawrocki. Europa se sumerge en la locura.
En definitiva, en las últimas horas, sí hubo un acuerdo: la ministra de Interior, Judith Uitermark, confirmó a través de X la fecha del 29 de octubre para las elecciones anticipadas. El Parlamento neerlandés se conforma de 150 escaños y para poder formar gabinete y gobernar se requiere de 76. Se suelen repartir entre no menos de 12 partidos: esa variedad, más allá de cercanías o lejanías ideológicas, complica cualquier acuerdo sostenible. Restan casi cinco meses, claro, pero si fueran hoy los sondeos muestran empatados al PVV con la alianza de Izquierda/Verdes, liderada por el ex vice de la Unión Europea, Frans Timmermans, y luego el VVD. «