En su discurso por la apertura de las sesiones ordinarias del congreso en 2024, el presidente Javier Milei presentó 10 iniciativas a las que, pomposamente, llamó “Pacto de mayo”. El presidente afirmó que quiere sea firmado por gobernadores, legisladores y jefes partidarios a fin de conformar un gran consenso nacional.

Las iniciativas son casi todas económicas, salvo una que apunta directamente a la política. Unas y otra fueron presentadas de una manera muy general, en una formulación que podría llevar a preguntarse retóricamente: “¿Quién podría estar en contra de esto?”, como se hizo en una señal de TV paga.

Pero, más allá de esta forma de presentar los temas, quedó claro que el presidente ha perdido volumen político ya que los diez puntos se parecen mucho al programa económico y político de La Libertad Avanza, partido que ahora, para avanzar en la concreción de esos planteos, llama a otras organizaciones a que le den la masa crítica necesaria para llevarlo a cabo.

Incluso durante el mismo discurso, Milei amenazó al Poder Legislativo con ningunearlo asegurando que podría encarar su programa en soledad. La oferta del programa de Mayo demuestra que se trataba de fanfarronadas.

Los puntos

Además de la generalidad, los 10 puntos llaman la atención por lo que no mencionan. En un momento que el flagelo de la pobreza alcanza a más de la mitad de la población, no hay una sola mención a la situación social, al hambre y pobreza que campean por las ciudades argentinas.

Tampoco hay referencia a los ingresos, cuyo poder adquisitivo disminuido es la contracara de la inflación galopante que Milei provocó con la enorme devaluación de diciembre, que elevó el valor del dólar en 118% e impulsó la hiperinflación que azota hoy a millones de argentinos.

Tampoco hay mención al principal problema económico y financiero nacional: el peso de la deuda pública en un Estado quebrado. El ocultamiento de este tema equivale a la intención de sustraerlo del debate, justo en un momento en que Milei viene de fracasar en su pedido de esquivar al Congreso para endeudarse.

En cambio, el decálogo sí es específico en relación a temas que han formado parte del programa histórico de la gran patronal argentina. Los puntos son:

1. La inviolabilidad de la propiedad privada.

2. El equilibrio fiscal innegociable.

3. La reducción del gasto público a nieles históricos, en torno del 25% del Producto Bruto Interno.

4. Una reforma tributara que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.

5. La discusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.

6. Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.

7. Una reforma laboral moderna que promueva el moderna que promueva el trabajo formal.

8. Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.

9. Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.

10. La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global.

Análisis

A modo de ejemplo, la reducción del Estado en términos del PBI implica directamente tanto la disminución de la carga tributaria como de la base impositiva (la cantidad de personas y empresas que pagan impuestos). El planteo forma parte de los pliegos que, históricamente, presentaron los representantes de las empresas más concentradas, como AEA y Grupo de los Seis o la Unión Industrial, para quienes la modificación tributaria debe pasar por la reducción del impuesto a las ganancias, de las retenciones y del aplicado a la riqueza, al igual que las contribuciones patronales a la seguridad social.

En cambio, los impuestos que paga la población en forma directa, como el IVA, no están incluidos en este pliego.

También la reforma laboral ha formado parte de los pliegos que el círculo rojo viene presentando desde hace años. Y su prédica es compartida, más o menos, por buena parte del arco político.

El punto dedicado a la reforma previsional tiene varias aristas. De un lado, el pedido de “respeto” a quienes aportaron significa la separación de los jubilados que hicieron aportes de aquellos que no y accedieron a la jubilación con moratorias. Al respecto, conviene recordar que desde el gobierno se hizo trascender en los últimos días que el gobierno tiene en mente transformar esas jubilaciones logradas vía moratoria en planes sociales.

El otro aspecto que implica ese punto previsional es el llamado abierto a reimplantar la jubilación privada -Milei fue empleado de una de ellas en los años 90-, que demostró ser un enorme negocio para los intermediarios financieros, en general asociados a bancos, y una pérdida fatal para los aportantes.

En el punto sexto, el decálogo de Milei llama a las provincias a explotar los recursos naturales “del país”. Ya en el proyecto de ley ómnibus, el gobierno nacional intentó meter mano en los recursos naturales que, de acuerdo con la Constitución vigente desde 1994, son de las provincias. Ese texto soslayaba la propiedad provincial de esos recursos y daba a entender que pasaba a la Nación.

Junto a ello, el llamado es una confirmación de que el proyecto mileista es de incentivar un modelo económico extractivista, que se caracteriza por la necesidad de un libre movimiento de capitales para invertir y remitir utilidades, tipo de cambio alto, salarios bajos y muy escaso impacto económico, tecnológico y social. Tal como sucedía con el país de 100 años atrás, que tanto reivindica Milei.