Javier Milei ya prepara su próximo escenario de confrontación ideológica: una cumbre de derecha regional para 2026. Con el espejo de Donald Trump y el deseo de ser el «líder natural» de un bloque conservador, la administración libertaria intensifica gestiones para reunir a figuras como José Antonio Kast (Chile), Daniel Noboa (Ecuador) y Nayib Bukele (El Salvador).
Este proyecto, que busca emular de forma anacrónica a la Liga de las Naciones de 1920, no es solo diplomático; es una declaración de guerra cultural. Milei no ha dudado en atacar a sus vecinos, como se vio en su polémico posteo donde calificó a Brasil, Colombia y Venezuela como «asentamientos», reservando el mote de «progreso» solo para sus aliados. En la reciente Cumbre del Mercosur en Foz de Iguazú, el mandatario ratificó esta postura divisiva ante la mirada de Lula da Silva, insistiendo en que «la izquierda retrocede» y celebrando el triunfo de Kast en Chile como un cambio de rumbo necesario.
La consolidación de este bloque, que incluye a Rodrigo Paz (Bolivia) y Santiago Peña (Paraguay), se apoya en una agenda que prioriza la propiedad privada por sobre la integración regional institucional. Mientras tanto, el alineamiento con figuras internacionales como Meloni, Orbán y Netanyahu termina de configurar una red que busca neutralizar cualquier política social bajo la etiqueta de «populismo», profundizando las grietas en una Sudamérica cada vez más fragmentada por el dogmatismo libertario y su alineamiento estratégico con Washington.