El músico santiagueño Mario «Musha» Carabajal murió este domingo 13 de abril a los 70 años. Fundador del mítico grupo Los Carabajal, su obra dejó una huella imborrable en la música popular argentina. Su legado resuena en generaciones de artistas que heredaron su pasión por el folklore.
Mario «Musha» Carabajal nació en La Banda, Santiago del Estero, el 24 de septiembre de 1954, en el seno de una familia marcada por la música y la tradición. Junto a sus hermanos, tíos y primos, fue parte fundamental del surgimiento de Los Carabajal, grupo que transformó el panorama del folclore argentino desde la década del ’60.
Musha fue un percusionista excepcional y un cantor entrañable, pero también un artesano de la memoria popular. A lo largo de más de cinco décadas, construyó una obra que incluye decenas de discos junto a Los Carabajal y proyectos paralelos como Los Musha, conformado junto a sus hijos y sobrinos, continuando la dinastía musical.
Musha y su estilo único
Dueño de un estilo particular con el bombo legüero, era capaz de marcar el pulso exacto entre la tierra y el corazón. Su técnica, aprendida en los patios familiares y perfeccionada en escenarios nacionales e internacionales, es hoy modelo de estudio para muchos músicos jóvenes.
Los Carabajal marcaron una época al modernizar el repertorio folclórico sin traicionar su espíritu. Obras como Desde el alma del pueblo, La Flor Azul, Entre a mi pago sin golpear y De Simoca son parte del cancionero argentino. En todas ellas, la presencia de Musha era clave: su voz, su ritmo y su carisma sobre el escenario lo volvieron inolvidable.

Participó en los festivales más importantes del país: Cosquín, Baradero, Jesús María, y también llevó el folclore argentino a escenarios internacionales en América Latina y Europa. Su humildad contrastaba con su grandeza artística. Era común verlo compartir con artistas emergentes, aconsejarlos, motivarlos, abrirles puertas.
Musha también tuvo un rol social: participaba activamente en actividades culturales y solidarias en Santiago del Estero. Fue impulsor de espacios para la juventud, talleres de percusión, peñas comunitarias y encuentros populares. Siempre sostuvo que la música era una forma de transformar la realidad y acercar a las personas.
Un legado que no se apaga
El fallecimiento de Musha Carabajal, ocurrido este 13 de abril de 2025, genera un profundo pesar en el mundo de la música popular argentina. Tenía 70 años y una vida dedicada por entero a la difusión del folclore. Su legado no solo se mide en discos y escenarios recorridos, sino en el afecto que supo cosechar y en las huellas que dejó en quienes lo conocieron.
Su voz tenía una calidez que invitaba al encuentro. Su presencia escénica era magnética, y su sonrisa, contagiosa. Para muchos, Musha era sinónimo de fiesta, de patio con vino y chacarera, de identidad, de pueblo.

Decenas de artistas lo despidieron en redes sociales, recordando anécdotas y compartiendo fotos con él. Su primo Peteco Carabajal escribió: «Se fue un hermano del alma, un compañero de la vida. Lo vamos a extrañar en cada bombo que suene».
La Municipalidad de La Banda decretó tres días de duelo y preparan un homenaje popular con músicos locales y nacionales. También se ha propuesto que el Centro Cultural del barrio Mishqui Mayu lleve su nombre.
Hoy, su familia continúa su obra. Sus hijos, también músicos, prometen seguir tocando sus canciones y difundiendo su mensaje. En cada zamba que vuelva a nacer, en cada patio santiagueño donde suene el bombo, el espíritu de Musha estará presente.