El gobierno cierra residencias médicas e interdisciplinarias en los hospitales, las que deja las convierte en becas o estipendios (con lo que cercena derechos laborales y sociales), desfinancia con el fin de hacerlas cerrar instituciones de apoyo a la salud de las personas más vulnerabilizadas, como la Fundación de la Hemofilia, y destruye los salarios de las y los prestadores de salud para la discapacidad.

El carácter desvergonzado y directo incluso discursivamente de los ataques a la salud pública y a las personas discapacitadas, sumado a la pauperización y represión frontal a los jubilados, suscita en muchos medios e intelectuales una indignación moral absolutamente pertinente, pero generalmente unida a una respuesta conceptual inane: se habla por todos lados de la “crueldad” del gobierno.

Pero es necesario insistir en este punto: no se trata de simple crueldad. Es algo mucho peor. Este gobierno tiene un plan sistemático para poner a la “población excedente”, es decir, la población que no puede ser explotada para la ganancia del capital (salvo por medio de la mercantilización de la salud), en el coto asfixiante de la familia inmediata, sobrecargada de trabajos de cuidado, y en el margen de la intemperie cuando las vidas discapacitadas y las vejeces no tienen ese círculo privatizado.

Reducir la lógica capitalista en su fase neoliberal de esta intención eugenésica es achicar todo un sistema de dominación y exterminio a un término que sólo evoca una disposición moral prima facie repudiable. El discurso centrado en la “crueldad” como palabra clave oculta una realidad dura como roca que palpamos cotidianamente casi todas las personas que vivimos en primera persona los costos excesivos de la familiarización, privatización e inferiorización de la discapacidad y de la vejez.

Para recuperar el cuidado público y comunitario de la discapacidad y la vejez es imperioso dejar de hablar en los términos solipsistas de la buena conciencia moral de las almas bellas. Las cosas por su nombre: no es crueldad, es eugenesia capitalista.