El DNU lanzado por Javier Milei el 20 de diciembre no contiene solo un conjunto de reformas de shock neoliberal. Es una venganza de clase contra quienes vivimos de nuestro trabajo.

También lo es por el hecho de haberlo anunciado el día que recuerda la rebelión popular contra el ajuste y la declaración de estado de sitio del gobierno de De La Rúa en 2001.

Milei encarna la venganza de los dueños, de la pura obediencia a ellos extrae su poder. La venganza de los dueños no es una racionalidad fría, su apuesta es directamente política: por eso tanta preocupación en la elección de las fechas, la escenografía que remonta a Martínez de Hoz y las palabras de refundación. El plan de las elites en Argentina vuelve a desinhibir su obsesión con liquidar el núcleo resistente que una y otra vez articula luchas históricas .

La reacción de las cacerolas fue una saludable muestra de indignación popular frente a un avasallamiento total de los derechos sin antecedentes por su velocidad y agresividad. Así, tras el mensaje presidencial grabado, en varios puntos de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano grupos de personas bajaron de los edificios, salieron a la esquina e encontrrse con otrxs para mostrar su repudio. La consignas más cantadas “la patria no se vende” “unidad de lxs trabajadores” e incluso la recuperación del  “que se vayan todos” de su sucuestro anarcocapitalista.

Saludable es también recuperar un sentido de las palabras y las cosas. Así funcionaron también los cantos contra la casta dirigidos al equipo gobernante.

En la espontaneidad de esta salida a la calle, sin embargo, sobresale la lucha articulada de lxs inquilixs. No por casualidad la primer ley nombrada en la lista de derogaciones. Al día siguiente esas mismas protestas se multiplicaron en varias ciudades del país. Esto no solo demuestra que el 44% que no lo votó no está dispuesto a una espera pasiva sino que también anticipa la aceleración del descontento en votantes de Milei. El enojo convergerá con la desilusión en la medida en que las promesas de estabilización y de que el ajuste lo pagaría la casta se vuelvan diametralmente distantes de los esfuerzos de la vida cotidiana.

Ahora el escenario plantea inmensos desafíos políticos. El primero es el rechazo  de cuajo y en su integralidad al DNU tanto por su contenido como por sus formas; debemos afirmar un “NO es NO”, esto implica un plano jurídico y parlamentario pero sin dudas empujado por la movilización popular.

En ese sentido, el segundo desafío es la articulación multisectorial en un momento de escasos recursos en las dirigencias y dificultades económicas y anímicas para encontrarnos. A lo que se suma la avanzada represiva que exige mayores cuidados y la masividad como forma de autodefensa.

Frente a esto, no deja de ser la huelga y su organización, y los feminismos podemos dar cuenta de ello, un modo de articulación de sectores diversos y dinamizacion de la lucha social. Frente a la sed de venganza y el autoritarismo anarcocapitalista que nos quiere reducir a la esclavitud, paro general.