“Los evangélicos somos argentinos, no venimos de otros lados. Vamos a la cancha de fútbol, discutimos de política y nos gusta el asado cuando se puede comprar”, explica a Tiempo Osvaldo Carnival, pastor de Catedral de la Fe y uno de los referentes del movimiento evangélico que navega en los canales de la política con una capacidad envidiable: en los últimos tiempos fue noticia por haber organizado una misa para la Policía de la Ciudad y por participar del encuentro fundacional del Consejo Federal Argentina contra el Hambre, motorizado por Alberto Fernández. “Desmitificar a los evangélicos ayuda porque uno después se los va encontrando en el hospital, en un patrullero, en una fuerza de seguridad o en una oficina pública”, añade.

–¿Cómo analiza el fuerte crecimiento del evangelismo en la última década?

–Una cosa fundamental para entender este fenómeno es que antes una construcción urbanística típica tenía una plaza central, una casa de gobierno y la iglesia católica. Pero hoy cambió el eje: adonde de hay una barriada, que surge en espacios de humildad e indigencia, lo que aparece es la iglesia evangélica y el pastor como referente espiritual y social. Es donde encuentran una consulta, adonde van a comer un plato de comida. Esta nueva estructura urbanística es muy marcada en el Conurbano, sobre todo en las zonas Oeste y Sur.

–¿El crecimiento se acentúa en los lugares más afectados por la crisis económica?

–Cuando vos no tenés nada, Dios se convierte en todo. Cuando tenés algo tratás de apalear tus insatisfacciones con gratificaciones, hasta que te das cuenta que ahí tampoco hay nada. Por eso empieza a permear a otras capas socioeconómicas. Este es un devenir lento pero sostenido.

–¿Cómo viven la desconfianza que refleja la encuesta sobre sus comunidades?

–Se siente una reserva. Pero es lo que ocurre cuando alguien no termina de interpretar. Lo más interesante para mí es que la confianza es altísima por parte de sus miembros (más de lo que sienten los católicos por su institución). Es decir que el que entra a la cocina y ve piensa que es valedero e importante.

–¿Y cómo vivió la interpelación por el rechazo que manifiestan al aborto?

–Entiendo que nuestro planteo se termina exteriorizando como un rechazo, pero esa fuerza es diametralmente proporcional al apego que se tiene a los valores. Quiero decir que no estamos en contra de nada, sino a favor de lo que uno considera que es la vida desde la concepción. El evangélico no es una persona que vive en la confrontación. El evangélico es pacificista. Es el fenómeno de las cárceles. Las autoridades de los servicios penitenciarios dicen que el evangelio pacifica la cárcel, de ahí nacen los pabellones evangélicos.

–Desde afuera se los plantea como una comunidad conservadora opuesta a la ampliación de derechos

–En este mundo relativo, la mirada que se tiene sobre alguien que fija posiciones es de ser conservadora. Es lógico. Hoy hay una realidad relativizada: si yo me paro en estos principios, empiezo a generar ruido. Los conceptos han variado notablemente. Conservador o progresista depende de quién lo mire. Por ejemplo, el evangélico es muy progresista en comparación al católico en el desarrollo. En el catolicismo se habla de subvención y asistencialismo. Pero no hay escuelas evangélicas que no den cursos de oficio. Porque Dios te va a ayudar, pero vos tenés que ayudar tu suerte. Es como decía Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo: en la medida en que prosperes también revelas que Dios está a tu lado. Y en nuestras escuelas de corte evangélico no hay vacantes. Hay muchas familias que no son evangélicas pero que buscan valores y encuentran en nuestra escuela un refugio para sus hijos. El argentino es un ser creyente: ya sea católico, evangélico o que no adhiere a una religión establecida pero invoca al Gauchito Gil, a la Virgen Desatanudos. Se preserva la invocación a algo trascendente del más allá.

–¿Qué tipo de participación política se plantea desde su iglesia?

–No hay una intencionalidad de querer armar un partido. Algo que destacamos y que es un trabajo constante en los pastores es que la iglesia es apartidaria. Yo soy de Boca, pero en la iglesia tenés gente de River, San Lorenzo, etc. En Bolivia había movimientos con la Biblia, pero vos no podés partidizar la Biblia. Dios debe poder ser invocado por cualquier persona más allá de su mirada política. Sí hemos notado en los últimos años un mayor acercamiento, en especial en los pueblos más chicos, adonde no hubo candidato que no haya golpeado la puerta de la iglesia evangélica, donde capaz es más directa la influencia y 500 votos cambian la elección. Pero nosotros pedimos gran asepsia a los pastores dignificando la tarea.

Con Alberto y contra el hambre

Osvaldo Carnival participó del encuentro fundacional del Consejo Federal Argentina contra el Hambre, organizado por Alberto Fernández a principios de octubre. Su presencia fue parte de una estrategia de acercamiento entre el futuro gobierno y la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), que representa a más de 15 mil comunidades en todo el país. Ese proyecto forma parte del borrador de las iniciativas urgentes que el sucesor de Mauricio Macri enviará al Congreso apenas asuma el poder el 10 de diciembre. La estrategia es clara: los grupos evangélicos reúnen a casi siete millones de argentinos si se proyectan los resultados de la Encuesta de creencias religiosas. Pero además se estima que cinco mil congregaciones están instaladas en el territorio bonaerense adonde lleva a cabo un programa de asistencia social -en formato de comedores, ayuda escolar y asistencia familiar- financiado con recursos propios.