Sin siquiera comunicarles la decisión a los conductores, los sacaron del aire. Los ciclos culturales conducidos por Cristina Mucci y Osvaldo Quiroga, Los siete locos y Otra trama (continuidad de El refugio de la cultura), con 36 y 24 años respectivamente de emisiones hablando de literatura, teatro, cine  y otras artes, ya no siguen en la grilla de la Televisión Pública, cada día más diezmada.

Continuarán emitiendo repeticiones, quizás,  durante un tiempo, pero ese lugar que ocupaban  es  sin dudas una pérdida que puede tener distintas consecuencias. Al conocerse la noticia hubo reacciones en redes y la Fundación El Libro anunció que habrá un acto de desagravio a Mucci y a Quiroga en la próxima Feria del Libro, mostrando la disconformidad de esta política de ataque a la cultura y su difusión.

“Yo pierdo un trabajo que amo, pero creo que lo peor es que se quita la chance de que los contenidos que ofrecíamos tengan un espacio y que la gente de todo el país pueda tener acceso. Es que la profunda insensibilidad y brutalidad de este gobierno hace mucho daño. En mi programa han estado premios nobel como Vargas Llosa y José Saramago,  y charlamos con grandes autores como Carlos Fuentes, Paul Auster, todos los autores argentinos, más y menos conocidos. Vino Saer, y tantos otros talentos del teatro, que hoy en día no sé si tendrán un lugar. Nunca falté a una grabación porque entendía que es un servicio y un puente que esta gente dinamito», puntualiza. Quiroga cree que es una herida a la cultura que será difícil de cerrar, “esto es una obra maestra del terror” afirma.

-¿Cuál fueron las primeras repercusiones desde que se conoció la noticia?

-Te pongo un ejemplo claro de lo que pasa. No hubo un solo programa en el que no habláramos un rato de teatro independiente. Porque me apasiona y porque es por amor al arte. Hoy tengo miles de llamadas de gente de ese sector que sienten que perdieron el único lugar de la televisión donde se podía charlar de lo que hacían. El teatro marginal parece que no tiene que existir. Pero bueno, recibí toda la solidaridad. Pero estoy dolido, porque los compañeros y compañeras están también mal o la gente del  canal que también está en problemas. No soy una víctima porque voy a seguir haciendo lo que hago, pero da bronca la crueldad que manejan. La ignorancia del presidente es algo que nunca vi en estos años de democracia. Ni el macrismo se atrevió a tanto.

-¿Por qué sentís que tomaron esa decisión?

-El programa no es un gasto o algo que genere problemas financieros.  Es un odio a la cultura explícito. Por ejemplo, fueron contra el Instituto del Teatro sin conocerlo, sin saber qué hace o cuál es su rol. Y contra el cine, que se autofinancia. No quieren que estas actividades lleguen a la gente porque invitan a pensar, a reflexionar. En realidad te cortan la libertad, y es contra los que quizás solo pueden acceder al arte por un espacio de este tipo. Gente de otras provincias, personas que quizás no pueden ir hasta el teatro pero hablando o escuchando de los intereses y búsquedas de autores e intérpretes pueden ponerse a reflexionar sobre la humanidad.  Pero eso no es funcional al salvajismo e individualismo que quieren instaurar. Estos son programas de bajo presupuesto y bajo rating, pero que tienen una penetración federal y eso les da miedo. Como todo gobierno de derecha, fascista,  quiere matar todo lo que ayude a pensar: cine, teatro, literatura y demás expresiones. Eso está claro.

-¿Se puede recuperar ese espacio que hoy cierran?

-Es complejo, pero buscaremos la manera. La resistencia es algo clave y sabemos que la debemos afrontar con vigor.  En mi caso comencé un ciclo de streaming, en Global Play. Un espacio al que le puse Cultura 2,4, donde ya vinieron Guillermo Martínez, Pompeyo Audivert, Sabrina Barredo, Matías Feldman y otros más, para invitar a reflexionar sobre la realidad contemporánea desde diferentes ángulos. Pero la llegada del canal o Radio nacional, que también la están destruyendo, no es lo mismo, eso está claro. Se pierde mucho y ningún canal se muere por tenernos en su grilla, pero bueno veremos. Esta es una avanzada contra todo lo que te permite pensar y vivir mejor. Creo que ellos odian el goce, el placer, la pulsión de vida: aborrecen todo lo que seduce y el erotismo, en el sentido que le había dado Susan Sontag: “el arte es erótico por naturaleza”. Bueno, parece que está mal.

-¿Cómo te sentís con lo que va a pasar en la Feria del Libro el 27 de abril a las 20:30?

-Es conmovedor ese apoyo y contar con ese espacio para demostrar que somos muchos los que nos parece incorrecto cercenar la chance de hablar de estos temas que nos apasionan y que son tan nutritivos.  Este acto será un lugar de encuentro y reflexión, como lo hacíamos en la Televisión Pública desde el año 2000. Por otra parte, es poder darnos otra chance de encontrarnos, aunque no les guste a quienes nos atacan. La gente me llama, se comunica a mi programa de radio y me da fuerzas. Esperemos que sean muchos los que se acerquen.

-Qué mal gusto que ni siquiera te hayan avisado que levantaban el programa.

-Son mal educados. Ni a Cristina ni a mí nos llamaron, ni mail, ni nada. Nadie nos dijo en la programación no entran, queremos otro perfil, nada. Fue el desierto, el silencio de la nada. Ni gracias por los servicios prestados o algo que nos digan tras tantos años. Te deshumanizan. El edificio de la Televisión Pública lo conozco más que mi casa: me duele ver a mis compañeros, que los quiero mucho, sufriendo. Son laburantes y este destrato no se lo merecen. Están desesperados, con picos de presión, mal, porque los tienen esperando a ver como se los sacan de encima. Es una locura  que por 400 millones de dólares, que es lo que valen los terrenos, dejen a la gente en la calle. De hecho Jorge Rial contó que hay una oficina en Casa Rosada que funciona como una inmobiliaria, moviéndose para hacer ese negocio. Esa insensibilidad es atroz.  No les importa para nada lo que hacés, me encantaría que me reemplacen por alguien más joven y mejor que yo haciendo esto, pero la verdad es no les importa nada.  

-¿Qué es lo que viene?

-Pero como decían aquellas líneas de Juan Gelman, Premio Miguel de Cervantes 2007,  que  nos dicen “hay que aprender a resistir”. Ni irse ni quedarse, sino resistir. Voy a seguir trabajando, me las voy a rebuscar. Amo difundir lo que otros no difunden. El señor Milei no nos va a doblar el brazo. Yo pase la dictadura, estuve la noche de teatro abierto, como crítico de teatro del diario La Nación. Recuerdo esa adrenalina de estar en la esquina con los directores y actores poniendo el cuerpo. Bueno eso es lo que viene. Lucharemos para volver a tener un lugar para hablar de la inmortalidad y la potencia del arte como herramienta para un mejor bienestar.