Pablo Biró es el secretario general de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA). Integra la conducción de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y se enrola en el Frente de Lucha por la Soberanía con la UOM y otros sindicatos. Propone a Abel Furlán para liderar la nueva conducción de la CGT.
Se muestra muy crítico con el peronismo y el kirchnerismo que, dice, arma las listas a dedo y a espaldas del movimiento obrero: «No están a la altura de las circunstancias».
–¿Cuál es la situación actual de los aeronáuticos?
–La desregulación pegó como en ningún otro sector. En Aerolíneas Argentinas derivaron inversiones en mantenimiento, repuestos y flota por 250 millones de dólares y así dicen que hay superávit. Contabilidad creativa para disfrazar la realidad. Se nota en una pérdida de calidad del servicio, pruebas de mantenimiento, deterioro de los servicios de abordo y recurrentes fallas técnicas. También derogaron las normas de la política comercial y así generaron una competencia muy desleal.
–¿Y el salario?
–Venimos haciendo acuerdos cada tres meses. Respecto de enero de 2025 estamos empatados pero no recuperamos lo que traíamos de atraso.
–¿Y la última conciliación es fruto de qué conflicto?
-Por un decreto que desreguló los tiempos de servicio máximo y mínimo de descanso. Volábamos hasta 90 horas por mes. La norma en Estados Unidos permite en circunstancias excepcionales hasta 100 horas. Acá habilitaron 120 horas pero no para períodos de 30 días, sino para el mes calendario, así te pueden programar 240 en 30 días.
–¿Lo están aplicando?
–No, porque nosotros anunciamos el conflicto y lo prorrogaron. Nos estamos preparando para un conflicto muy profundo por razones de seguridad.
–¿Es cierto que la desregulación puede chocar con la realidad de un accidente?
–Van a chocar con la realidad de un conflicto de alta intensidad. No tenemos nada que perder. Todas las normas dicen que la fatiga es un factor de ponderación respecto de la seguridad. La desregulación se cargó el 70% el derecho aeronáutico argentino. En la eventualidad de un accidente la responsabilidad la va a tener el Congreso que permitió esta salvajada.
–¿Qué balance hace del conflicto de los controladores?
–Son los únicos que tienen servicios mínimos aplicables. El conflicto fue muy bien planificado y muy bien ejecutado. No sé si el acuerdo es bueno o malo, pero cuando no tenés una historia y después de un alto acatamiento salís con un acuerdo y entero como organización, es una buena noticia.
–El gobierno está en su peor momento. ¿La CGT le está dando demasiado aire?
–Sí, claro que le está dando mucho aire. Pero porque hace lo que planificó hacer: llevar a la Justicia algunos puntos y tener un plan de lucha acotado. La CGT siempre está entre que le griten «pone la fecha» y que el gobierno les diga «desestabilizadores». A un gobierno de estas características, tal vez, aunque le hagas diez paros no logres torcerle el brazo. Igual sería deseable una CGT proactiva en la defensa de los intereses de las organizaciones que la integramos. En la medida que no tenga un acuerdo programático va a ser una representante parcial. Algunos estamos planteando la necesidad de un acuerdo programático antes de discutir quién la va a conducir. Seguir sin hacer nada es funcional a tu autodegradación como laburante.
–¿Por qué cree que Héctor Daer y Carlos Acuña no renovarán su mandato en la conducción de la CGT?
–Es tema de ellos. En la CGT hubo lista única pero no lista de unidad. Fue casi un calco del gobierno de Cristina (Kirchner), Alberto (Fernández) y (Sergio) Massa, que estaban cada uno cuidando su sector.
–Se dice que el mérito es que mantuvieron la unidad, pero en estos diez años el salario real cayó un 20% y el empleo retrocedió. ¿Qué balance hace?
-Las cosas las digo en el ámbito que corresponde. Hay veces que los procesos políticos no permiten que los objetivos se cumplan. Tendría que haber una conducción política que no tenga una crisis dirigencial y que priorice los intereses comunes y no los individuales y una conducción empresaria con valores éticos, principios y un plan. Viéndolo a Máximo (Kirchner) criticar a Axel (Kicillof) en el acto con Mayra (Mendoza) a una semana de las elecciones cuando están cantándole “alta coimera» a Karina (Milie) muestra que los dirigentes no están a la altura. En el movimiento obrero estamos evaluando puertas adentro para ver cómo nos posicionamos. No importa quién ocupa la Secretaría General de la CGT sino que sepamos qué vamos a hacer con la logística, la economía, el transporte. Es cierto que, a medida que se separa, la CGT se debilita pero también es cierto que cuando te gritan «pone la fecha» es porque como dirigente estás dejando muchas expectativas sin cubrir.
–El Frente por la Soberanía se ha referenciado en el programa de Huerta Grande. ¿Ese es el programa?
–Huerta Grande fue el lanzamiento de un acuerdo programático. Los 21 puntos del Movimiento de Acción Sindical Argentino lo refrescó mucho. Son disparadores para mesas de diálogo. La tecnología produce cambios virtuosos pero lo más visto en Internet son los videos de gatitos. Tiene que ver con el fracaso de la política. El gobierno de Alberto tuvo gruesos errores que permitieron que venga un engendro como Milei. ¿Qué va a hacer el movimiento obrero? Si el 50% de la población vota a Milei puede hacer poco. ¿Y cómo corregimos? ¿Con esta lista? ¿Qué pretende la política del movimiento obrero? No hay ninguna integración.
–El principio del 30% de representantes del movimiento obrero quedó atrás…
–Mientras Cristina arme las listas eso no va a suceder.
–¿Hay un nombre capaz de superar el triunvirato?
–Las elecciones son dentro de dos meses. No vamos a resolver el problema de un programa ni el del liderazgo. Yo lo propuse a Abel Furlán por el volumen de la organización y por el daño que le hacen estas políticas a los gremios industriales. El Frente de Lucha por la Soberanía es un ensayo para resistir en forma inorgánica. Orgánicamente es dentro de la CATT, que es una confederación que está a la altura por las herramientas que tiene y que, con una CGT muy pasiva, salió a pelear.
–En el Consejo Directivo de la CGT ratificaron el triunvirato pero no mencionaron a nadie de su espacio.
-Tuvimos una discusión previa en la CATT y hubo un amplio consenso de que un triunvirato no es la forma.
–Si aparece un triunvirato… ¿Se rompe? ¿Acompañan en disidencia?
–No integraríamos un triunvirato. Estamos juntando a los que pensamos que tiene que haber un unicato. Somos muchas organizaciones, cerca de 60.
-¿Quién puede reunificar al peronismo entre las tres patas que hoy conviven?
–El movimiento obrero ahí no tiene lugar. Son acuerdos individuales, no es algo colectivo. Si alguien cree que Cristina se va a expandir en política… En la medida que se junten entre gallos y medianoche el movimiento obrero no tendrá participación genuina. Tiene que surgir de una pata interna que sea propia del movimiento obrero.