El Banco Central de la República Argentina presentó sus “Objetivos y planes respecto del desarrollo de las políticas monetaria, cambiaria, financiera y crediticia para el año 2026”. Allí analizó lo que para la entidad fueron los resultados de las primeras tres fases de la política económica del gobierno y puntualizó los aportes que la entidad hará para lo que denominó la «cuarta fase«.

El BCRA celebró que en su primer año de gestión fue capaz de eludir un régimen que “se dirigía a la hiperinflación” y consolidar un proceso de “normalización de precios relativos y tasas de interés, una duplicación del crédito al sector privado en términos reales” acompañados de “una recuperación equilibrada de salarios reales y una reducción marcada de la pobreza”.

Cambio de planes 

En sus objetivos para el próximo año, sin embargo, ratificó la decisión oficial de modificar su esquema de bandas cambiarias cuya evolución primero había fijado en un 2% mensual y luego reducido al 1% para, a partir del 1° de enero, indexarlas mensualmente según la evolución de los precios medidos por el IPC-INDEC.

La decisión, dicen, busca generar una política cambiaria que favorezca la acumulación de reservas. En realidad se trata de una decisión que entraña una concepción más profunda. Es que, por un lado, implica el reconocimiento oficial de que, tal como ha venido ocurriendo, la suba de precios podría exceder el 1% mensual profundizando el atraso cambiario y, a su turno, perjudicando la balanza de pagos.  

Pero además, el tipo de cambio ya no oficiará como ancla para la inflación sino que, por el contrario, el uno y la otra evolucionarán juntos. Más allá de las tensiones puntuales del mercado de cambios, lo cierto es que el gobierno con esta decisión impone un tipo de cambio fijo en términos reales que, considera, permitirá acumular reservas para hacer frente a las necesidades de la actividad productiva por un lado y los vencimientos de deuda por el otro.

La deuda siempre la deuda

Sin embargo, el informe nada dice sobre los casi U$S 20 mil millones de vencimientos que deberá afrontar la Argentina durante 2026 y el mecanismo que adoptará para hacerlo. Con todo, adelantan que “una vez recobrado el acceso al mercado internacional de capitales, se puede anticipar que las compras de reservas que se hagan con el fin de abastecer al proceso de remonetización esperado se traducirán en una mayor acumulación de reservas”. De hecho, un día después de publicado el informe se supo que el Ministerio de Economía en conjunto con el BCRA elaboran un plan para la emisión de un crédito Repo por U$S 2 mil millones con un consorcio de bancos que permitan afrontar los vencimientos de bonos por U$S 4.300 millones pautados para el 9 de enero. La decisión surge de la resolución conjunta 64/2025 de las Secretarías de Finanzas y de Hacienda y el costo de la operación, a pesar de la baja del riesgo país por debajo de los 600 puntos, trascendió, podría plasmarse en una tasa de interés del 9% anual.

Hacia adelante, dicen, “la política del BCRA balanceará dos objetivos: mantener el equilibrio monetario domestico consistente con una reducción sostenida de la inflación y mostrar progreso adicional en el equilibrio externo, fortaleciendo el balance del Banco Central mediante la acumulación de reservas internacionales” en tanto, las condiciones actuales, aseguran, “otorgan un amplio margen de acción para la consecución de estos objetivos”.

A la vez, indican que “la oferta monetaria acompañará la recuperación de la demanda de dinero, priorizando su abastecimiento a través de la acumulación de reservas internacionales”. A tal efecto, insisten, “el BCRA ha señalado que pondrá en marcha un programa de compra de reservas internacionales preanunciado a partir del 1 de enero de 2026. Ese programa será consistente con la evolución de la demanda de dinero y la liquidez del mercado de cambios” que, reconocen, dependerá del “proceso paralelo de recuperación del acceso a los mercados internacionales de deuda para refinanciar los vencimientos de capital del Tesoro Nacional”. Ese proceso, acompañado de lo que pronostican “un crecimiento del financiamiento en el mercado externo de las empresas permitirá que el flujo de compra de reservas, en esta oportunidad, se traduzcan en un aumento del stock de las reservas internacionales del BCRA” toda vez que, aclaran, “estas no deban emplearse para atender vencimientos de capital e intereses”.

A la vez aclaran que la flexibilización definitiva del cepo cambiario que aún persiste sobre las empresas se podrá llevar adelante “en la medida que se observen progresos en el fortalecimiento del equilibrio en el mercado cambiario y un acceso fluido a mercados externos por parte del Tesoro y el BCRA”.