El Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina mide la evolución de la pobreza en la Argentina desde hace más de dos décadas.

El prestigio de la institución y la calidad de la información que elabora, por ejemplo, llevaron a que, cuando los datos del INDEC se vieron cuestionados por la manipulación de las bases ordenada por el entonces secretario de Comercio Guillermo Moreno, la fuente fidedigna utilizada por los ámbitos académicos, los investigadores sociales y el periodismo, precisamente, fuera la que elaboraba el ODSA.

A diferencia de la medición del INDEC, el ODSA realiza un relevamiento anual durante el tercer trimestre de cada año que presenta en diciembre. El INDEC, por su parte, releva todos los meses los datos mediante la Encuesta permanente de Hogares aunque los presenta en forma agregada de manera semestral y como promedio del período. El propósito es eludir las distorsiones que genera el cobro del aguinaldo en trimestres pares. La UCA, evita ese ingreso y sostiene la lógica metodológica presentando un informe trimestral anual.

Pobreza: la UCA dice que bajó más de 9 puntos pero aclaró que podría estar "sobredimensionada" por defectos metodológicos del INDEC

Mientras que el INDEC limita su análisis a la pobreza por ingresos la UCA aborda esa dimensión y le suma otros análisis de orden multidimensional como son las privaciones (acceso a servicios a básicos), las coberturas de programas sociales e incluso las percepciones subjetivas de la población sobre sus propias condiciones. De allí que, la pobreza por ingresos resulta solo una variable de un indicador más general que denominan “estrés económico”.

Para la UCA, de hecho, “las mediciones de indigencia y pobreza por ingresos funcionan como punto de partida para un diagnóstico económico-social, pero requieren ser complementadas”.

Con todo, esa medición resulta no solo ineludible sino también rigurosa desde el punto de vista metodológico y, además, goza de solvencia y comparabilidad durante ya más de dos décadas (su relevamiento comenzó en 2004).

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El informe conocido hoy revela una contracción sensible de la pobreza por ingresos medida en forma interanual aunque, en la lectura cualitativa los técnicos que elaboran el informe bajo la dirección de Agustín Salvia sostienen que “a partir de 2023 factores macroeconómicos, el estancamiento interno y la aceleración inflacionaria deterioraron el poder adquisitivo, desembocando en un ajuste recesivo. En este contexto, las privaciones monetarias de los hogares y la población mostraron una marcada aceleración durante la crisis y el ajuste recesivo de 2023-2024”.

De los datos surge que la tasa de pobreza en la Argentina se ubicó en 36,3% al cierre del tercer trimestre, mientras que la indigencia afecta al 6,8%. De esa forma, la pobreza por ingresos se habría contraído 9,3 puntos con relación al mismo período del año pasado y 8,4 puntos frente al tercer trimestre de 2023, antes de la asunción de Javier Milei. Esto de acuerdo a la metodología de la UCA.

Sin embargo, el mismo informe sostiene que “corrigiendo el cálculo por la mejora en la captación de ingresos, la caída real de la pobreza monetaria bajo la gestión actual sería de solo 2.1 puntos porcentuales y la pobreza corregida en 2025 se situaría en torno al 35% (usando valores corregidos por captación del 2T 2025). Aproximadamente tres cuartas partes de la caída en las cifras oficiales de pobreza desde 2023 podrían deberse a este efecto estadístico”

A la vez, indican que “con la estabilización inflacionaria y la recuperación parcial de los ingresos reales laborales, de transferencias de ingresos, la cobertura de los sistemas de protección social y la actividad laboral informal, los déficits en los indicadores de privación monetaria descendieron” aunque “la mejora relativa observada entre 2024 y 2025 no constituye, al menos por ahora, evidencia de un cambio estructural en las condiciones de vida”.

Es que, aclaran, “los niveles recientes de privaciones se asemejan a los registrados en 2022/2023 o incluso en 2018/2019, períodos también caracterizados por altos niveles de déficits monetarios, exclusión y tensiones en el mercado de trabajo”. Y además, resulta “necesario matizar las mejoras registradas” en tanto “su sostenibilidad en el tiempo y su capacidad para generar cambios persistentes al interior de la estructura social aún deben ser evaluadas” porque “persisten dudas respecto de si estas mejoras representan una recuperación duradera o solo un alivio transitorio”.

De hecho, el análisis asegura que “en los últimos 20 años, la indigencia y pobreza por ingresos presentan pisos estructurales: alrededor del 5% de personas en indigencia y 25% en pobreza” y con “alrededor de un 30% o 40% de población en hogares asistidos por programas de transferencias de ingresos”.

Con todo, el ODSA asegura que “la mejora relativa reciente en la pobreza por ingresos podría estar sobrestimada por cambios en el sistema de precios (tarifas y servicios), que modificaron la proporción de gastos fijos y variables de los hogares y redujeron la capacidad real de consumo”.

La observación resulta un crítica velada a la metodología del INDEC y su insistencia en sostener la ENGHO de 2004 y no su actualización de 2017-2018.