La brutal reconfiguración de precios relativos a que dio lugar la devaluación inicial y las primeras medidas dispuestas por el gobierno de Javier Milei repercutió con fuerza inusitada en los sectores más populares. Así lo deja en claro un informe elaborado por el Isepci (Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana), que concluye que los precios de los alimentos de la canasta básica crecieron 48,48% en el mes de diciembre.
De acuerdo con el trabajo, una familia de dos adultos y dos hijos pequeños necesitaba en noviembre pasado $ 182.905 para adquirir sus alimentos indispensables. En diciembre, el monto para tener los mismos alimentos en la mesa pasó a ser de $ 271.572.
Los datos fueron calculados por el Isepci en base a su índice barrial de precios, que se elabora mensualmente con 57 productos de los rubros almacén, verdulería y carnicería, cuyos precios son relevados en 850 negocios de cercanía de 20 partidos del conurbano. En la entidad consideran que es una muestra más fiel de lo que consumen los sectores más populares, que no siempre tienen acceso a las cadenas de hipermercados que, por su volumen de ventas, pueden pactar condiciones ventajosas con los grandes proveedores.
Según el trabajo, los que más subieron en el último mes fueron los productos de almacén, con un alza de 58,89%; los de carnicería subieron 46,58% mientras que los de verdulería lo hicieron en un 25,81%.
Siguiendo hacia atrás en la línea de tiempo, adquirir la misma canasta en diciembre de 2022 costaba $ 64.134. Quiere decir que el incremento interanual fue de 323,44%, casi el doble de lo que marca el Indec. Dicho de otra manera, los precios se multiplicaron por cuatro (y un poco más también) en el último año. En algunos productos en particular las variaciones son escandalosas: la leche subió 519% en los últimos 12 meses; el arroz, 733%; y el asado, 400%.
“Una vez más se constata que en los barrios populares en los que viven las familias de menores recursos, es donde primero y más fuertemente impactan los incrementos de precios. Probablemente en los meses siguientes se produzcan subas de menor magnitud, pero sobre el piso de valores que no bajarán, mientras tanto los salarios y las jubilaciones mínimas, las asignaciones sociales, las remuneraciones de los empleos informales, reciben aumentos -si los reciben- siempre de menor cuantía”, señaló el director del Isepci, Isaac Rudnik.
El informe es muy crítico con relación a la eliminación de controles y acuerdos voluntarios por parte del gobierno, que en visión de Rudnik allanaron de obstáculos a este recrudecimiento inflacionario. “Por este camino se llega a la conclusión que la liberación total de todo tipo de barreras o vigilancias, va llevar al autocontrol de los monopolios, y a la moderación de los incrementos en los precios de la economía en general, y de los alimentos en particular.
Según esta insólita teoría, los grandes formadores de precios que en estos años fueron adquiriendo cada vez más poder, y que nunca dejaron empujar para aumentar sus ganancias subiendo los precios, ahora que no se les aplica ninguna limitación se van restringir solos, induciendo a una tendencia inflacionaria descendente”, señala el documento.
La valoración del Isepci se centraliza en los alimentos de la canasta básica. No incluye los precios de los alquileres, que quedaron totalmente liberados a partir de la derogación de la ley; los servicios básicos (gas y electricidad), para cuya adecuación comenzarán las audiencias públicas en la próxima semana.
Tampoco los servicios de comunicaciones (telefonía celular, TV por cable e Internet), totalmente desregulados a partir del polémico DNU 70/23; ni el transporte público, que arrancó el año con aumentos de 45% (ya rigen en colectivos y se aplicarán desde el 15 de enero en los ferrocarriles suburbanos). “Por ahora no hay ni final ni luz para este oscuro túnel en que nos metió el Presidente”, dice el informe.