Unas semanas atrás, Rafael Ramírez Mesec, titular de Unicef, dijo que 1, 7 millones de niños salieron de la pobreza “en el último tiempo” en la Argentina. El dato fue festejado por el gobierno nacional, que utilizó esta y otras expresiones para hablar de una baja en la pobreza infantil, que tendría como pilar el incremento de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la ampliación de la Tarjeta Alimentar.
Las cifras parecen alejadas de la realidad. Según el censo del año 2022, en Argentina hay alrededor de 12 millones de menores de 17 años. Además, los números de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec, la pobreza llegó al 60% (7,2 millones) en 2024. El Observatorio Social de la UCA marcó una baja de la pobreza del 58% al 52% en esta franja etaria, equivalente a poco más de 700 mil niños y niñas, entre 2023 y 2024. Los números de Unicef, no explicitados en tiempo y espacio, superan por lejos esta estimación.
A su vez, pensar en una baja cuando el índice está por encima del 50%, con picos de 72% en el Gran Resistencia, y del 70% en Concordia, suena poco sustentable.
Por otro lado, el poder de compra de ambos programas apenas se ha mantenido. Según un reciente estudio del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) y el centro de estudios Fundar, el valor de la AUH creció cerca de 47% en términos reales, mientras que el de la Tarjeta Alimentar cayó 15 puntos, aunque se extendió en alcance. El monto de la suma de ambos fue de $ 42.661 en diciembre de 2023. Actualizado por inflación acumulada (del 209%), ese valore debería ser de $ 131.900. Actualmente, la suma arroja $ 137.475. La diferencia real de crecimiento del poder adquisitivo, de apenas $ 6000, no parece que pueda mover el amperímetro de los ingresos como para empujar a un millón de niños por fuera de la pobreza.
Esta incapacidad de modificar el nivel de pobreza se acentúa por el contexto, marcado por la caída del salario real: un tercio en el salario mínimo, un 5,5% en los salarios reales registrados, un 8,5% en los informales y un 16% en los empleados públicos, en el último año. A ello hay que agregar que el gobierno de Javier Milei llevó adelante el mayor ajuste en asistencia social desde 2002 (39,8%), con recortes de las becas Progresar (63%) y del programa Potenciar Trabajo (58%), congelado desde 2023 en $ 78.000. Además, las familias no cuentan con la asistencia de los comedores populares, que les permitían estirar sus ingresos, por la decisión del Ministerio de Capital Humano de negarles fondos y productos básicos.
Insuficiente
“Tanto la AUH como la Tarjeta Alimentar contribuyen a aliviar la pobreza extrema, pero cuando no están acompañadas de otros ingresos laborales en el hogar, su impacto resulta insuficiente”, expresa a Tiempo Eduardo Chávez Molina, investigador del instituto Gino Germani.
Para la investigadora del Conicet Tamara Seiffer, la mirada debe colocarse en otro punto: “La expansión de la asistencia monetaria directa con políticas como la AUH y la Tarjeta Alimentar, en un contexto de contracción y de ajuste del gasto público en general, tiene un papel central en el sostenimiento de la capacidad de venta, y por tanto la realización de ganancias, de los capitales comerciales que operan en el país”.
Los ajustes del gobierno, a su vez, estuvieron muy ligados a la niñez. Nicolás Caropresi, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), indica a Tiempo que “las áreas que se cerraron en lo que ahora es Capital Humano estaban relacionadas a los espacios de cuidado de primera infancia, promoción de la educación, formación en oficios. Después ni hablar de todo lo que tenía que ver con el mundo del trabajo y cooperativo”.
Por otro lado, ninguno de los datos sobre el consumo es alentador. Según un estudio del sociólogo Daniel Schteingart, de Fundar, la “recuperación del consumo” que el gobierno viene agitando se centra en bienes durables (cuotas frente a la baja inflación) y viajes al exterior (dólar pisado). El consumo en los supermercados, más alto proporcionalmente en los sectores bajos, cayó: hay un 11% menos de compras que en este momento de 2023. En las juventudes, la desocupación llegó a niveles de pandemia: 19% entre las mujeres y 15% en los hombres.
Índices cuestionados
A su vez, Chávez Molina plantea observaciones sobre la metodología empleada para calcular los índices de pobreza e indigencia, que está “fuertemente influenciada por la composición de los hogares”. En efecto, esos índices subvaloran el peso de los alquileres y de las tarifas de los servicios públicos, en tanto tienen parámetros de consumo de 2004.
Ezequiel Coego, dirigente del Polo Obrero, indica que el gobierno “ha pulverizado los programas de asistencia directa que estaban relacionados con la provisión de comida”. Agrega que “desde diciembre de 2023 se terminaron con los principales programas a través de los cuales se podían conseguir alimentos para los comedores populares. Todo con la escandalosa causa que tiene (la ministra de Capital Humano, Sandra) Pettovello, justamente por retener toneladas de alimentos en los galpones”. Obligaron, plantea Coego, al sector más empobrecido a un “sálvese quien pueda”. «
El gobierno infló la baja de la pobreza
El jueves, el Ministerio de Capital Humano sorprendió al difundir una caída de la pobreza de 23 puntos porcentuales entre el primer trimestre de 2024 y el mismo período de este año, cuando habría llegado al 31,7% de la población.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, observó que “las cifras oficiales informadas en materia de ingresos y de pobreza, con base en la EPH, están siendo ‘raras’. Esto ocurre desde el tercer trimestre de 2024”.
Agregó: “Si bien cabría esperar en efecto una recuperación de los ingresos y una caída de la pobreza, está caída es más fuerte que lo pronosticable a partir de otras fuentes. Al menos 4 o 5 puntos de esta mejora o caída no se explican por las relativas mejoras económicas ni por la caída de la inflación”.
Salvia apuntó a dos asuntos esenciales que suelen ser pasados por alto: por un lado, el Indec habría cambiado su metodología para medir la pobreza desde la segunda mitad del año pasado; por el otro, al mantener la base de consumo de los hogares en la muestra de 2004, no se pondera correctamente la canasta de consumo.
Maru
1 July 2025 - 15:05
Los pobres son los que sufren ls cosecuencias