En una decisión que podría abrir una nueva crisis política en Rumania, el presidente de ese país, Klaus Iohannis, rechazó hoy la candidatura de la socialdemócrata Sevil Shhaideh, quien podría haberse convertido en la primera mujer primera ministra de la nación y la primera jefa de gobierno musulmana de la Unión Europea.
El Partido Socialdemócrata (PDS) y su socio, la Alianza de las Libertades Democráticas por Europa (ALDE), fueron las fuerzas más votadas en las elecciones de hace dos semanas y, por lo tanto, debían proponer un nombre para encabezar el futuro gobierno.
El presidente Iohannis rechazó la candidatura de los socialdemócratas sin dar más explicaciones -«Sopesé cuidadosamente los argumentos a favor y en contra, y decidí no nombrar a Sevil Shhaideh», dijo a la prensa- y el líder del partido victorioso en las urnas, Liviu Dragnea, advirtió que no presentará otro candidato.
«Parece que el presidente claramente quiere ser suspendido (…) Analizaremos nuestras opciones con mucho cuidado porque no queremos tomar decisiones emocionales. No queremos disparar una crisis política por nada, pero si concluimos que el presidente debe ser suspendido, entonces no dudaremos en hacerlo», sentenció Dragnea ante la prensa, según el diario británico The Independent.
El líder socialdemócrata no se presentó él mismo como un candidato a primer ministro después de la victoria electoral de este mes porque el presidente Iohannis ya había adelantado que no nombraría a la cabeza del gobierno a un dirigente con una condena penal, en un gesto de coherencia, argumentó, con la campaña anti corrupción que lo había llevado al poder.
Dragnea fue condenado en segunda instancia este año a una pena en suspenso de dos años de cárcel por organizar un fraude electoral en el referéndum para ratificar la destitución por juicio político del entonces presidente y su rival, Traian Basescu, en 2012.
Por esta condena, Dragnea había tenido que relegar sus aspiraciones políticas y proponer a Shhaideh, una economista de la minoría musulmana tártara, cuya única experiencia previa en el gobierno había sido una gestión de seis meses como ministra de Desarrollo Regional.
Según la Constitución Nacional de Rumania, los socialdemócratas tienen la oportunidad de proponer un segundo candidato a dirigir el gobierno, que debe ser ratificado por la Presidencia. Si no lo hacen, el mandatario convocará a nuevas elecciones.
En Rumania la minoría musulmana representa apenas un 0,3% de una población, mayoritariamente -80%- cristiana ortodoxa. Sin embargo, no es inusual la presencia de las minorías religiosas en puestos claves de poder en la ex república soviética.
El presidente Iohannis es un protestante y miembro de una corriente originaria de Alemania.
En octubre de 2015, el trágico incendio de un boliche en Bucarest, provocado por un artefacto pirotécnico durante un concierto al que asistían unas 400 personas, fue el catalizador de una ola de manifestaciones que reclamaban una regeneración democrática en Rumanía y el fin de una extendida cultura de corrupción política.
El entonces gobierno renunció, asumió un Ejecutivo tecnócrata y, a lo largo de 2016, las autoridades búlgaras intentaron salir de la parálisis política con unas elecciones anticipadas.
Los comicios de diciembre pasado dieron una victoria rotunda a la oposición socialdemócrata, que quedó a sólo 12 bancas de una mayoría absoluta en el Parlamento, compuesto por 465 legisladores. Con sus aliados de la ALDE y sus 29 escaños, consiguieron el número para formar gobierno y proponer un primer ministro.
Tras dos semanas de mucha tensión y de maratónicas negociaciones, todo indica que los rumanos comenzarán el 2017 sin un gobierno estable y con nuevas elecciones en el horizonte cercano.