“Mientras voy desde el aeropuerto de Iquitos, en el norte de Perú , por la ruta que lleva al centro de curación Los Andes Cósmicos, en plena selva amazónica, comienzo a sospechar que el concepto de naturaleza incontaminada no es más que un mito perpetuado por Discovery Channel”, comienza diciendo el escritor ítalo-argentino Sebastiano Mauri en La nueva tierra. Un viaje chamánico en busca de la propia identidad (Adriana Hidalgo Editora). Aunque quien lo dice, en realidad, es Leone, el personaje que ha creado para esta novela autobiográfica, su indisimulable alter ego.

Va a ese centro de curación por pedido de su prima Nur, un personaje muy importante para Sebastiano y, en consecuencia, también para Leone. No sabe qué es lo que va a buscar en el corazón de la selva amazónica, es más, quizá ni siquiera es consciente de que busca algo, porque es propio del buscador inconsciente no saber qué busca algo hasta que lo encuentra. Recién entonces se da cuenta de que estaba buscando algo sin saberlo.
En el caso del alter ego de Sebastiano, mientras viajaba hacia el corazón del Amazonas, no sabía que al llegar al Centro de curación Los Andes Cósmicos, haría otro viaje sin necesidad de desplazarse del lugar. Será un viaje al centro de sí mismo, guiado por la ayahuasca que es “la Madre, la medicina”.
Se trata de una bebida amarga, la ayahuasca, administrada por ancianas sabias que en determinadas condiciones producirá vómitos y a la vez, visiones. Los vómitos son una suerte de limpieza de aquello que impide ver dentro de uno mismo y las visiones, un lenguaje como el de los sueños que en algún momento se vuelve claridad iluminadora que permite comprender lo que resultaba incomprensible. Sebastiano no niega los contactos entre esta experiencia y el psicoanálisis. Al igual que las ancianas sabias, Freud consideró que el sueño era uno de los accesos a la “vía regia” del inconsciente.
“Son viajes -dice Sebastiano refiriéndose a las visiones que produce la ayahuasca en estado de conciencia alterada- en los que percibes de otra manera el mundo que está a tu alrededor y te percibes de otra manera también a ti mismo. Percibes lo que el pueblo zápara de Ecuador llama Makihaunu, el mundo de los sueños”.
Para una entrevistadora citadina cuyo mayor contacto con la naturaleza son las macetas del balcón, el hecho de internarse en el centro de la selva amazónica, allí “donde los escarabajos juegan una pulseada”, resulta difícil de entender.

Pero no es así para Leone-Sebastiano. Es Sebastiano el que dice en la entrevista: “Para mí es algo muy natural el hecho de que las cosas tengan espíritu. Cuando era chico, mi padre nos llevó a una aldea muy pequeña de África porque quería registrar con su cámara el ritual del vudú por una encargo de la RAI Por eso estoy familiarizado desde chico con esos ambientes. En mi casa los espíritus movían objetos y hacían temblar mesas, por lo que estoy muy familiarizado también con el pensamiento animista. Crecí con la creencia de que animales, plantas y hasta rocas tenían alma y conciencia. Eso es muy natural para mí”.
El padre de Sabastiano, fallecido en2023, era Achille Mauri, también escritor y artista multifacético como lo es Sebastiano, escritor, cineasta y artista plástico. Achille fue amigo y primer editor de Umberto Eco. Su padre fue editor y su abuelo, productor teatral de Ionesco. Su hermano, Fabio Mauri, fue un gran artista que despertó el amor de Pier Paolo Pasolini. Valentino Bompiani, el fundador de la mítica editorial homónima, fue su tío. Y si todos estos datos no bastaran para dar cuenta de la singularidad de su vida, se agrega uno más: el propio Achille se encargó de organizar la boda del Sha de Persia con Farah Diba.
Sebastiano Mauri
-¿Qué es exactamente la ayahuasca?
-Es una sustancia cuyo principio activo es el DMT (dimetiltriptamina). No es una droga porque no crea ningún tipo de adicción, es una sustancia endógena que nuestro cuerpo produce naturalmente. La glándula pineal la pone en circulación todas las noches cuando soñamos. El mundo de los sueños es donde vamos cuando participamos de una ceremonia de ayahuasca consumiendo dosis de DMT. Entonces soñamos con los ojos abiertos, estamos todavía conscientes, no estamos durmiendo.
Ese mundo de la cosmogonía amazónica, el Makihaunu, también llamado “el mundo donde todo es conocido”, se dice que es el mundo donde también estamos antes de nacer y donde vamos después de nacer. En un estado de conciencia alterada podemos acceder a ese mundo y a lo que son sus mensajes. Para decirlo en términos más occidentales, usando términos de Jung, diría que accedemos a la súper conciencia que es la red interna de nuestro “subconcius” donde se suben los subconcius de todos los seres, humanos, animales, vegetales.
-Tu novela es absolutamente autobiográfica. Sin embargo, de tu alter ego hiciste un personaje que se llama Leone ¿Por qué?
-No uso a Leone para alejarme de la realidad, sino por el contrario para ser todavía más honesto. En la autobiografía, en la que se supone que todo es verdad, se corre el riego de aplicar un sentido de censura más alto. En la vida todos nos manejamos con máscaras y elegimos lo que queremos contar. “Esconderte” en un alter ego de ficción puede ser una forma de bajar algunas máscaras y decir cosas que cuesta decir. Para mí es un elemento de honestidad más que de ocultamiento.
-A pesar de tus experiencias, cuando llegaste al Amazonas, contás en el libro que no estabas preparado.
-No, no estaba preparado, a pesar de que tenía una serie de visiones que no son las típicas de un occidental medio, no sabía nada de la ayahuasca.
-¿Y cómo es la ayahuasca?
– Como una especie de sopa podrida.
-¿Y no te generó resistencia eso?
-Sí, absolutamente, y eso no mejora con el tiempo. Cada vez que la vas a tomar, te querés morir. Y eso no es casual. No es una mielcita de sabor rico. No es algo que te da ganas de probar. El olor es horrible, el aspecto es horrible y el gusto es lo peor de todo. Esto es para que pienses bien antes de tomarla que lo estás haciendo por las razones justas y no porque es una mielcita. La vas a tomar para ir hacia una cura.

-Pero Leone, tu alter ego, no sabía qué buscaba y no me parece suficiente el amor de su prima para acceder a su llamado y pasar por esa experiencia. Quizá Leone no era consciente de cuál era su necesidad, pero algo intuía.
-La prima lo llama porque lo ve mal, ve que está en crisis con su trabajo, está en crisis con su novio Tobías, que su vida está estancada. Desde afuera ve a una persona a la que le sería beneficioso hacer ceremonias. Y también, como decís, tenemos nuestras necesidades escondidas dentro. La ayahuasca lo que hace es, precisamente, sacar lo que tenías dentro tapado por muchas cubiertas. Si tu necesidad está tan tapada, si es tan difícil sacarla a la luz, es porque te produce dolor, porque te produce miedo.
Por eso el proceso no termina con aceptar tu parte negada. Lo peor no es la ceremonia. El tema difícil viene después cuando tenés que llevar lo que averiguaste a tu vida, cuando tenés que llevar el cambio. Ése es el trabajo verdadero que tenés que hacer. Pero, si uno cree en la intencionalidad de la planta, la planta sólo te llama cuando sabe que estás listo. Cuando presenté este libro en Italia lo hice con Stefano Mancuso, uno de los mayores especialistas en inteligencia de las plantas del mundo.
Él explica cómo las plantas no sólo tienen intenciones y agendas. Todos sabemos que las plantas usan a los animales para su polinización, para llevar su semilla lejos de la planta principal. El sorgo modificó su aspecto para parecerse al trigo porque el hombre lo cuidaba, le daba agua, lo hacía crecer. El chili era de un minúsculo lugar de Guatemala y ahora es la base de la cocina de cinco continentes porque el picante envía endorfinas al cuerpo y al cuerpo eso le gusta.

-Hablás de la experiencia de la ayahuasca como una forma de cura. Leone tiene su cura, puede sanar su herida.
-Sí, una de las heridas que Leone cura es la herida que tiene con su parte femenina. La mayoría de los hombres vamos luchando, tomamos una definición de lo que es lo masculino, lo que forma parte de emociones, de rasgos de carácter. Las mujeres, como viven en una sociedad patriarcal, también tratan de poner atrás aspectos de su propia feminidad. La herida que tiene que curar mi protagonista es la misma herida que tiene que curar la sociedad.
No vamos a dejar de maltratar a la naturaleza, mientras sigamos maltratando a las mujeres o mientras no haya un cambio similar en la actitud neocolonialista, extractivista, de sacarle todo a nuestra naturaleza. Ese plan personal y, a la vez, universal, es el plan en el cual trabaja siempre el curanderismo. Un médico puede curarte sin que importe cómo sea su vida. Puede hacerte dejar de fumar mientras él fuma 4 paquetes por día. Un curandero no funciona así. Un curandero para curarte, tiene que ser una persona curada.
Su primer paciente es él mismo. Estas son cosas serias que no hay que tomar ligeramente. Hoy esto se puso de moda y hay gente improvisada que tiene una botella, dos ponchos y un abanico de plumas de águila, pone Spotify y te hace una ceremonia.
Ayahuasca y visiones
«Siento un hormigueo entre las piernas, y que mi pene se contrae. Voy bajando con mis manos hasta tocarlo. Se ha vuelto minúsculo, siento la sensación de que está desapareciendo.»
«Me da mucha impresión. Pero no opongo resistencia. Le dije que iba a escucharla y eso voy a hacer. Evidentemente, esto es lo que ella tiene para decirme.
Mi pene está reingresando dentro de mi cuerpo hasta convertirse en una vagina, mi escroto ahora son labios. Esto no me provoca ninguna sensación de pánico, por el contrario, me parece totalmente natural. Como sin que yo lo supiera, esta identidad femenina hubiera estado siempre en mí junto a la masculina».
«Lo sabías, pero un día creíste que podías expulsarla sin ninguna consecuencia.
Sabía que tenía consecuencias, pero estaba dispuesto a enfrentarlas. Tomé una decisión. Era muy chico.
Esa decisión volvés a tomarla cada día de tu vida.
Ahora estoy acá, dispuesto a que suceda lo que tenga que suceder. Si esta mujer quiere salir, que salga nomás, una bocanada de aire nunca le hizo mal a nadie.
Te escudás detrás de la ironía».
(De La Nueva Tierra)