La confirmación de la cancelación del fidecomiso del trigo y el cierre del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), junta a otras medidas de los primeros meses del gobierno de Javier Milei, acentúan la brecha de las condiciones de mercado y producción para los pequeños y medianos productores de alimento. Y amenazan con llevar el hambre de los argentinos a límites insospechados. Incluso dejándolos sin el mate y el bizcocho, el criollo o la torta frita de la mañana.

“Estuvimos charlando con otras cooperativas y acá hay una realidad y es que hay que defender este tipo de producción y consumo. Porque es la única manera que no se monopolice como en otras actividades como el té, donde la mitad de la cosecha se perdió porque las grandes empresas se autoabastecen y muchos pequeños productores quedaron afuera del mercado y la producción”, explica Carlos Bietcheler, parte de la cooperativa El Colono, productor de la yerba mate Grapia Milenaria, que se vende en numerosas experiencias de comercialización de la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSP).

“Vamos a tener dificultades para sostenernos en la actividad compitiendo con empresas líderes que pueden bajar los precios para desplazarnos del mercado y así eliminar toda competencia. Habrá una abrupta concentración en manos de los cuatro monopolios de la industria”, pronostica Salvador Torres, presidente de la Cooperativa Agropecuaria Río Paraná, que produce la Titrayju (Tierra, Trabajo y Justicia) y que, al igual que El Colono, son parte de la Federación de Cooperativas Federadas (FECOFE), integrante de la Mesa Agroalimentaria Argentina. Además del precio, el INYM regulaba la cantidad de tierra sembrada por productor (5 hectáreas).

El rol de las cooperativas

“Las cooperativas cumplen un rol fundamental. Nosotros tratamos de paga un poco más que lo pagan las grandes empresas, y eso hace que estas traten de mejorar su precio. Ahora que estamos levantando la cosecha, tuvimos que reacomodar los precios porque estábamos al límite de los costos, apenas cubriéndolos”, cuenta Bietcheler. El resultado de la devaulación, la desregulación, la importación y la mayor concentración es menos ganancia para los productores, cooperativas e intermediarios locales y mayor rédito para las empresas concentradas, que exhiben ganancias por fuera del resto de la economía argentina, situando varios empresarios argentinos al tope de las mayores fortunas de la revista Forbes.

Con respecto a la producción cooperativa de harina, Martín Montiel, productor de trigo y harina y parte de la Red de Comercio Justo del Litoral opina: “El Fondo Fiduciario del Trigo permitía pisar los precios del pan y otros productos que consumen los argentinos. Pero además de ser una política muy tardía, subsidiaba directamente a los molinos y no la producción. Lo cual trae aparejado una complejidad. Porque existe una concentración invisibilizada, ya que todas las marcas medianas y chicas terminan trabajando en un sistema integrado a las tres firmas oligopólicas que son Molinos Rio de la Plata, General Dehesa y Cañuelas”. “Esto va a ser un sálvese quién pueda en un libre mercado cínico. Los precios los van a fijar estas empresas oligopólicas, que su vez, por su capacidad exportadora, van a seguir el precio internacional que se fija en Wall Street. El pan va a valer el doble de lo que vale hoy, que ya es caro”, agrega.

Foto: UTT

“Esto golpea la existencia de los pequeños molinos harineros dentro de la producción convencional y también otras experiencias artesanales o agroecológicas. No hay mas de siete u ocho en Santa Fe, que producen harina integral, ya que producir harina blanca requiere una inversión casi imposible para estos sectores. Lo cual deriva en un producto más sano, pero que también está en jaque. Ya que estas experiencias dependen del precio del trigo, del gasoil y de otros insumos. Esta en peligro la existencia de estas pequeñas cooperativas, pero también de la señora que vende torta fritas en la esquina y el pan en la mesa de las familias”, vaticina Montiel.

Los precios de la Economía Popular

El último informe del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) sobre el aumento de la canasta básica en comercializadoras de la EPSS muestra que, entre diciembre y febrero, el aumento en estos espacios fue menor al de los grandes supermercados (16,27% frente a 19,07% en el promedio mensual). “Es importante tener en cuenta que mientras muchos supermercados aumentaron en noviembre, incluso anticipando los cambios pos elección, los espacios de ESSSyP van realizando los aumentos al momento de reposición en muchos casos”, aclara el informe.

La bruta devaluación, la liberación de los alquileres, la dolarización, la importación o la concentración en la venta de insumos y el abandono de las escasas políticas públicas que ayudaban a reducir las inequidades del Mercado, han hecho que la suba de los costos de los pequeños y medianos productores los obligue, aún sin especulación mediante, a aumentar sus precios. Eso en el caso de aquellos que pueden seguir produciendo.