Catalogar de fascistas o nazis a Jair Bolsonaro o a Javier Milei podría ser fácil políticamente, sin embargo podría llevarnos a un error estratégico, en términos de alianzas o coaliciones, si erramos en la conceptualización.

En ese sentido, Marco Rodrígues, un intelectual de la corriente Democracia Socialista del Partido dos Trabalhadores de Brasil, está en Buenos Aires tratando de analizar el caso argentino y reflexionar sobre las semejanzas y diferencias con la situación brasileña, a fin de superar la era de nuevas derechas en la región. Con su cometido, Marco Rodrígues intercambió reflexiones junto a quien escribe estas nota, a fin de poner marcos de comprensión de los procesos.

En primer lugar, comenta Rodrígues, que si bien ambos referentes, Milei y Bolsonaro, tienen afinidad con Israel, ésto no los exime del racismo que caracteriza al nazismo. Fuertemente marcado por Bolsonaro contra los indígenas, de hecho tiene causas por Delitos de Lesa Humanidad que afectaron a ese grupo durante la pandemia, y es bastante despectivo con los afroamericanos. En tanto que Milei, le comentamos, no tendría un grupo de ataque específico: sin embargo delimita una otredad con el concepto de “gente de bien”.

Sobre el carácter anticomunista del fascismo y nazismo, es algo que comparten Bolsonaro y Milei, en tanto que en Brasil se concentra en el petismo, centrado en Luiz Inácio Lula da Silva, señala Rodrígues, y que en Argentina, se diluye por la debilidad de la izquierda local, sin embargo se concentra en el kirchnerismo, principalmente en la figura de Cristina Fernández de Kirchner.

En otro aspecto, Bolsonaro vocifera un nacionalismo, similar al nazismo o al fascismo, sin embargo, se manifiesta sólo en ponerse la camiseta de la selección verdeamerelha, porque práctica un entreguismo al capital financiero internacional. Sumamos al planteo, que Milei también se entrega a la banca internacional, pero con un desprecio a toda referencia nacional.

En ese sentido, le llama la atención a Rodrígues sobre la situación que implica eso sobre el tema Malvinas, a lo que sugerimos entender que podría derivar en la idea de protectorado compartido, que es la propuesta británica sobre las islas.

Ligado a ésto, cabe una similitud de ambos, que al priorizar el vaivén del mercado internacional, ambos abandonan el esquema industrialista del nazismo o el fascismo, más allá que éste estaba centrado en la guerra. Concluimos en acuerdo sobre ese diagnóstico.

Sumado a eso, se articulan políticas neoliberales desmedidas, que ahora Milei las está impulsando sin paracaídas, no obstante que Bolsonaro solo tuvo que continuar las implementadas por Michel Temer luego del golpe de Estado contra Dilma Rousseff, aportamos como dato. Que en Brasil se garantizaron con una profunda represión, señala Rodrígues, consultando si eso sería así en Argentina. Todo parece indicar que se iría en esa línea.

En definitiva, el carácter represivo es algo que caracteriza el fascismo y al nazismo, en tanto que podría estar matizado por el contexto actual, pero latente por el marco de apoyo. Fue muy evidente la presencia de militares en el gobierno de Bolsonaro, señala Rodrígues, y están solapados con la vicepresidenta Victoria Villarroel, en Argentina.

Y no es descabellado atribuir les un carácter antidemocrático, señala Rodrígues, en tanto que Boslonaro alentó un Golpe de Estado en Brasil, solamente que fracasó. Y señalamos que ahora Milei reclama la delegación de poderes, tal como lo hizo Hitler para iniciar el Tercer Reich, luego de acusar a un comunista de incendiar el Reischtag (Parlamento Alemán), y explícitamente descree en la Democracia basado en el Teorema de Arrow.

Concluyendo, si bien hay diferencias con el fascismo y el nazismo, es necesario comprender que contienen elementos similares que implicarían una estrategia necesaria de Unidad Nacional, lo que implicaría no solo llamar a votar contra Milei, cómo hizo la izquierda argentina, sino de participar en una coalición de gobierno, como hizo parte de la brasileña. Así sugiere Rodrígues, como parte de una conversación que podría dar elementos para pensar la mejor estrategia de oposición al gobierno de Milei o evite un regreso de la extrema derecha en Brasil.