“Luchamos como nos sale”, dice Sergio Maldonado. Hace un año su vida ha cambiado por completo. Como una pesadilla, recibió la noticia de que su hermano menor, Santiago, había desaparecido de una manifestación de protesta junto a la comunidad mapuche.

Comenzó entonces un viaje largo, “eterno” –dice él–, en el que se encontró con abrazos apretados y solidarios, pero se estampó contra el muro de un Estado que condenó a su hermano.

Tuvo que investigar, viajar por todo el país, aprender de expedientes judiciales, adquirir la capacidad de hablar ante multitudes. Pero también tuvo que estar al lado del cuerpo de Santiago cuando después de 78 días fue hallado muerto por la Prefectura.

Recién vuelve de una experiencia fuerte en el Foro La Poderosa, que se realizó en Brasil. Allí conoció a la pareja de Marielle Franco, la dirigente social asesinada en abril. “Nos abrazamos. Veo en ella esa entereza que te toca tener en estos casos. También tiene, como yo, un tatuaje en su brazo izquierdo, donde ella la tiene a Marielle como yo a Santiago”. A menos de doce horas de haber llegado, ya está preparando todo para la marcha de este miércoles, en el que se cumple un año de la desaparición de su hermano.

Sergio sonríe pero los ojos tienen tristeza. Una tristeza que sólo puede apenas curarse con un poco de Justicia.

“Santiago no es el primer desaparecido en democracia, antes no vivíamos en Disney, pero no hubo al extremo de lo que pasó ahora, de que un gobierno lo desaparezca. Pero pasó que como familia teníamos que estar todo el tiempo rindiendo examen. Y seguimos haciéndolo”, dice.

Recuerda, entonces, a su hermano Germán, estudiando los videos para identificar a Santiago y aportarlos como prueba a la Justicia. “Estuvo mirando video por video hasta que lo encontró. Vio a Santiago en el corte de ruta y lo reconoció por su forma de caminar”, cuenta. “Eso lo tuvimos que aportar nosotros, a pesar de que luego dijeron que mi familia no colaboraba y que mis viejos no habían querido aportar ADN”, agrega.

De Santiago se dijo que pertenecía a la RAM, que era terrorista, que estaba en Chile, que estaba de viaje, que estaba en una peluquería, que un matrimonio lo había llevado a Ushuaia. “Empezaron a desviar información, a denigrar su figura, a atacarnos a nosotros. La ministra repetía todo eso. Son cosas que cayeron porque la verdad es que Santiago no estaba en ninguno de esos lugares. Esas personas tendrían que ser imputadas por falso testimonio”, expresa.

–¿Te sorprendió el nivel de crueldad de este Estado?

–Me sorprendió. Porque en realidad, no sabía que había tanta gente tan jodida. Pensé que con el avance de la democracia y los organismos de Derechos Humanos se había desarrollado otra sociedad. Si hoy al país que vas, la Argentina está bien prestigiada por su calidad en derechos humanos. Una vez que pasa eso desde el Estado, lo que se ve es que atacan además a todos aquellos que apoyan esta causa. Esa frase del presidente Macri que dice, “se acabó el curro de los derechos humanos”… Que alguien me explique ¿qué es el curro de los derechos humanos? Porque sin los derechos humanos un país no existe. Antes de que sucediera lo de Santiago, ya sentía la presencia de Gendarmería cuando me acercaba a las fronteras, la actitud de marcar más autoridad, hacer sentir que ellos tenían el poder. Fue una sensación personal. Pero ahí empezó todo un crecimiento de ellos, mucho antes de Santiago estuvieron atacando a los chicos de la murga, eran nenes y ellos se metieron a los tiros. Todo este avance, y el de ahora, de sacar las fuerzas de seguridad a las calles, es preocupante. No es que van a combatir el narcotráfico, porque una Gendarmería a la que las ratas le comen las drogas… No pueden combatir ni a las ratas…

–La semana pasada se publicó una verificación que realizó el equipo que dirige Enrique Prueger sobre las pericias, ¿qué opinión te merece esa información?

–En realidad, es algo que venimos planteando. El día 24 de noviembre, que fue un viernes, nos presentamos con Andrea, Carolina, Germán y Verónica Heredia frente al equipo forense, y no pudo responder ninguna de las preguntas que hicimos. Preguntamos si Santiago había muerto el 1 de agosto y dijeron que no podían determinar eso; preguntamos si podían decir cuánto tiempo había estado en el agua y dijeron que no podían decir eso; también si había estado en el mismo lugar en que se encontró y tampoco podían decirlo. Sólo dijeron que la causa de muerte era ahogamiento con ayuda de hipotermina, es decir, que no se sabe cómo, dónde, cuándo… Ni siquiera si estuvo 20 días, 40 o 50, sólo dijeron que había estado en el mismo hábitat pero no en el lugar. Por eso cuando afirmo que el Estado es responsable, lo hago porque el propio Estado dijo que no estaba en ese lugar. Fue el Estado el que estuvo en el mismo lugar que aparece el cuerpo el día 5 de agosto y el 18 de septiembre. Fueron ellos los que no encontraron a Santiago en el mismo lugar en el que mágicamente apareció el 17 de octubre. Por eso, por error, omisión o como lo quieran llamar, esto es responsabilidad del Estado. Ellos dijeron que no estaba ahí, ellos dijeron que es desaparición forzada, no lo inventamos nosotros. Aún así, todo lo que presentamos ante el juez fue rechazado.

–Tuviste también problemas con las propias fuerzas de seguridad.

–Sí, más de una vez. Yo no quiero que nos paren como nos paraban a nosotros porque éramos familiares de Santiago. Me pararon muchas veces y eso que tenía el tatuaje de Santi en el brazo. Una vez lo hicieron a la salida del Cushamen, ahí me hicieron salir de la camioneta con toda una secuencia en la que no me dejaban ir, me quitaron el documento, cosa que no pueden hacer. Y otra vez pasó llegando a Esquel, a 90 kilómetros y sin señal de teléfono. Mi cabeza estaba en cualquier lugar en ese momento, todavía era muy reciente lo de Santiago. Entonces, ¿cómo no decir que ahí interviene el Estado? Si nos conocen a todos. Después, se supo que cuando empezó la investigación ellos ya tenían captura de pantalla del teléfono de Andrea pidiéndole colaboración a Juan Carr para difundir lo de Santiago. Es decir, que ya nos habían investigado a nosotros antes de que saliéramos a los medios.  

–De un año hacia acá, ¿hay un nuevo Sergio?

–Sí. Hay uno nuevo. No sé quién es. Tampoco sé si para bien o para mal. Sé que antes había otras cosas, otros objetivos, otros sueños. Estaban antes, y ya no están más. Lo que también sé, es que tengo una gran deuda con mi hermano Santiago y es saber qué pasó con él.