Javier Milei actúa como si fuera el líder de una revolución –reaccionaria– que nunca existió. Es el ganador de un balotaje luego de haber sacado 29% en la primera vuelta. Si la política fuera sólo voluntad y sentido del poder, todo sería muy fácil. El arte de gobernar no se trata sólo de tener voluntad de poder. Entender las relaciones de fuerza y tener un sentido pragmático es esencial.
Este no es un gobierno pragmático, como fue el de Carlos Menem o los de Néstor y Cristina, más allá de la orientación ideológica. La Libertad Avanza es una gestión fundamentalista. Están más enamorados de las teorías a las que adhieren que de prestarle atención a lo que funciona en la realidad.
La voluntad de poder estuvo ausente en el gobierno del expresidente Alberto Fernández y terminó siendo un período marcado por la desazón. Ahora, a medida que avanza la gestión de Milei, esa desazón del ciclo albertista resulta un oasis frente a la angustia que predomina con el nuevo gobierno. Entrar al supermercado angustia. La odisea de pagar el alquiler, la prepaga, los medicamentos, el colegio, angustia. La histórica clase media argentina está siendo exterminada.
Esta semana el canal de noticias del Grupo Clarín pasó un video luego de que el presidente compartiera un meme en el que él aparece como Arnold Schwarzenegger en una especie de publicidad de la película Terminator. El video mostraba imágenes de la película, con la cara del presidente en lugar de la de Arnold, disparándole a distintas personas. Abajo de cada caído aparecía el nombre de algún gobernador o diputado.
Hubiera sido más fiel a la realidad si a cada baleado le hubiesen puesto el nombre de las verdaderas víctimas del gobierno: un tiro a los jubilados, otro a los estudiantes, otro a los trabajadores del Estado, otro a los científicos, otro a los trabajadores del conurbano que utilizan el transporte público, otro sobre los pequeños comerciantes y las pymes. Y la lista sigue.
A diferencia de la película, Terminator Milei no viene del futuro. Es un regreso del pasado, con un programa económico que ya fracasó en la Argentina y con protagonistas de otras experiencias fallidas como Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich.
El líder de ultraderecha dice que disfruta haciendo sufrir a la casta, pero castiga a la población, como ocurre con la quita total del subsidio al transporte. Es algo que no se hace en ningún país capitalista del hemisferio occidental. Un sólo ejemplo: en Kansas City, ciudad del estado de Misuri, Estados Unidos, el transporte público es absolutamente gratuito desde el año 2020. La derecha argentina siempre atrasa. Es una regla de oro.
El Terminator Milei está rodeado de personas que disfrutan del sufrimiento del otro. El escritor Agustín Laje –parte del aparato cultural de la Libertad Avanza– dijo que se «regocijaba con cada bala» que un gendarme ponía en «el cuerpo de un zurdo». Ese era el regocijo que tenían los torturadores durante la última dictadura.
El sufrimiento en el cuerpo del otro, el dolor físico extremo y el tormento psicológico les producía placer. Gozaban. Algo de eso está en el clima de época impulsado por la fuerza política que ganó el balotaje.
Los únicos que pueden celebrar las políticas del presidente son el puñado de empresarios con posición dominante en Argentina, que también se regodean anunciando aumentos siderales en insumos básicos y servicios esenciales.
Hay un saqueo sobre los salarios y las jubilaciones. Es el único objetivo que está en la mira de Terminator Milei. «