Los trebejos se movieron rápido esta semana y mientras Donald Trump esbozaba en Riad su proyecto geopolítico para una pax americana en Medio Oriente, en Beijing Xi Jinping reunía a líderes latinoamericanos para ofrecer planes de desarrollo compartido y líneas de crédito generosas. En ambos casos, la Argentina de Javier Milei parece haber apostado a perdedor y hasta se expuso a un tirón de orejas por una cercanía con China que ni siquiera llevó a enviar una delegación de alto nivel al Foro de la CELAC en la que se hicieron presentes los presidentes de Brasil, Colombia y Chile. En Estambul, en tanto, Volodimir Zelenski hizo un acting protestando por la ausencia de Vladimir Putin en la primera mesa de negociaciones Rusia-Ucrania desde la que en marzo de 2022 boicoteó el entonces primer ministro británico Boris Johnson. Los europeos, por su parte, buscan no perder protagonismo mediático cuando el principal dato debería ser que el continente dejó de cortar y pinchar como antaño (ver aparte).
El discurso de Trump en la capital saudita frente al príncipe heredero Mohamed bin Salman hizo recordar al de Barack Obama en El Cairo en 2009 que alentó el Nobel de la Paz de ese año por lo que prometía: relaciones más estrechas y respetuosas con el mundo musulmán. La realidad es que Obama recibió el galardón y a la semana estaba enviando más tropas a Afganistán y luego vendrían las llamadas Primaveras Árabes, cuyo último capítulo se disputó en enero pasado con la caída de Bashar al Assad en Siria.
Trump no esperó a la Comisión Nobel para recordar que “creemos en la paz a través de la fuerza” y reunirse con el nuevo presidente sirio, Ahmed Husein al Sharaa, que cuando se hacía llamar Abu Mohamad al Golani y no vestía trajes Armani era buscado por terrorista y el Departamento de Estado ofrecía U$S 10 millones por su captura. Trump dijo también que levantarían las sanciones contra Siria para “darle la oportunidad de desarrollarse”.
En ese mensaje –que contó con la presencia del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, puente entre el Mundial de Qatar, la última escala de la gira de Trump, y el de EE UU, México y Canadá de 2026– el inquilino de la Casa Blanca dijo que espera firmar un acuerdo con Irán que implicaría el levantamiento de sanciones al precio de que el país persa renuncie definitivamente a su proyecto nuclear. Teherán pretende que se establezca a esa región como libre de armas atómicas, lo que llevaría a que Israel también renuncie al potencial que ya tiene.
La relación con el gobierno de Benjamin Netanyahu no está en su mejor momento y el presidente de EE UU fue a Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Qatar pero esquivó Israel, lo que fue leído como un gesto para marcarle la cancha al gobierno ultraderechista, que rechaza acordar con Irán.
De hecho, el 5 de mayo el gabinete de Seguridad de aprobó un plan para “conquistar Gaza” y este viernes el ejército comenzó la Operación Carros de Gedeón, destinada a la limpieza étnica de la Franja que completaría la estrategia seguida desde que el 18 de marzo Tel Aviv rompió unilateralmente la tregua firmada con Hamás con el patrocinio de Omán y que ya dejó un saldo de casi 1900 muertos y 5000 heridos. Trump no le pone freno a Netanyahu pero desliza que su plan para Gaza contempla el desplazamiento de la población pero con el control militar de Estados Unidos.
Volviendo a Riad, Trump anunció allí un “cese el fuego” en su guerra de aranceles con Beijing. “Todavía tenemos que resolver algunos pequeños detalles —y Scott (Bessent, el secretario del Tesoro) está trabajando muy duro en ello—, pero China ha aceptado abrirse a EE UU, al comercio y a todo lo demás. Tiene que hacerlo y ya veremos qué pasa” dijo, con aire de triunfador. En realidad, en toda guerra, y le recuerdan desde Oriente, nadie gana y las pérdidas para EE UU ya eran palpables de modo que optó por bajar los aranceles generales del demencial 145% a un 30% por 90 días y luego se verá. Los datos de inversiones extranjeras en territorio estadounidense que lanzó en Riad semejaban mensajes de una nación en desarrollo.
Una entrevista al futuro exsecretario de EE UU para América Latina, Mauricio Claver-Carone, movilizó una pronta respuesta de la embajada del país asiático en Buenos Aires. Con un tono de patrón de estancia, el cubano-estadounidense aceptó el convite para despotricar contra el avance chino, pero tuvo un gesto de sinceridad cuando dijo que “China avanzó porque la región no planteó a los inversores americanos un contexto que implicara valor y retorno”, que es lo único que los mueve, mientras que “China invierte sólo para crear poder e influencia”. Para el cierre, la entrevista se guardó una advertencia a Milei: “Mientras tenga el país el swap, está amarrado a China y depende de ese swap para poder mantenerse económicamente. Entonces, Argentina no es libre”. La réplica fue fulminante: acusó al funcionario que deja el cargo a fin de mes de apelar a “lugares comunes, prejuicios y manipulaciones propias de la Doctrina Monroe” y señaló que «imponer a otros países a actuar según las órdenes de la parte estadounidense no es propio de la supuesta libertad que dicen defender, sino que significa someterlos a una mayor falta de esa libertad» y concluye con un poco frecuente para la milenaria diplomacia de ese país «¡Adiós, Carone!».
Las conversaciones entre Ucrania y Rusia en Estambul
Luego de muchos dimes y diretes, se desarrolló en Estambul la primera ronda de la segunda etapa entre representantes de Ucrania y Rusia para a un acuerdo de paz entre ambas naciones. La administración de Donald Trump se jacta de haber logrado que se juntaran en la capital turca, algo de lo que también alardea Recep Tayyip Erdogan. Como sea, Volodimir Zelenski se hizo presente e hizo alharaca de que quería verse cara a cara con Vladimir Putin, algo que nunca estuvo en discusión, y con esa excusa no entró a la sala donde se realizó el encuentro, bajo la coordinación del canciller Hakan Fidan. En Moscú no olvidan que allí, en marzo de 2022 se había llegado a acuerdos que el premier británico recomendó desechar porque creían que las tropas rusas no aguantarían una guerra de largo aliento. Ahora, en cambio, disimuladas en gestos ampulosos, hay urgencias que el que mejor vio fue Donald Trump.
Para Europa, el cambio de rumbo de Washington fue un balde de agua fría en sus aspiraciones de continuar una guerra que está planteada “hasta la última gota de sangre ucraniana”. Así, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció este viernes más sanciones contra Rusia que incluirán el veto al gasoducto Nord Stream y nuevas restricciones a los bancos que apoyan a Rusia y a la llamada ‘flota fantasma’ de Moscú, que permite mantener el comercio por el Mar Báltico. Es curioso lo del Nord Stream, suspendido en 2021 el excanciller Olaf Scholz y bombardeado en 2022 en un atentado que cada vez es más que claro fue orquestado por servicios de Estados Unidos. Y que permitía el envío de gas a bajo costo para la industria alemana.