El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó restos óseos de dos hombres que fueron víctimas del Operativo Independencia y de la dictadura cívico militar. Ambos fueron hallados en el Pozo de Vargas, en Tucumán.

Fue la Justicia Federal quien notificó el martes las dos nuevas identificaciones realizadas por el EAAF. El análisis se hizo sobre los restos recuperados por el Colectivo de Arqueología Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) de esa fosa de inhumación clandestina.

En el Pozo de Vargas fueron encontrados 149 restos óseos, de los cuales 118 ya fueron identificados. De estas nuevas identificaciones se supo que uno de ellos es Carlos Santillán, quien tenía 28 años, trabajaba como jornalero en el Ingenio San Juan. Cuando fue secuestrado el 11 de julio de 1976 de su casa, en la Banda del Río Salí, Tucumán, era parte de la Compañía Nacional Azucarera S.A. (Conasa).

La segunda nueva identificación corresponde a uno de los hermanos Arévalo, de Santiago del Estero. De esa provincia fueron secuestrados el 1 de marzo de 1976 y trasladados a Tucumán. Ambos hermanos fueron vistos por última vez en el centro clandestino de detención montado en la Jefatura de Policía de Tucumán

De acuerdo con el informe del EAAF, “desde el punto de vista antropológico, las características etarias observadas en los restos óseos son compatibles (con Alfredo y Domingo Arévalo), sin embargo, por la poca diferencia de edad entre ambos no es posible hacer una distinción”.

Un obrero del azúcar

“Siempre te recordaba hermano mío, tu imagen en mi mente nunca se borró”, escribió Elsa Santillán en su página de Facebook.

Carlos Alfredo Santillán tenía 28 años cuando fue secuestrado en un operativo ilegal de detención y posterior desaparición forzada, el 11 de julio de 1976.

Dos meses antes de su desaparición, el 4 de mayo de 1976, Carlos y su familia habían sufrido el secuestro de su hermano menor, Raúl.

“Eras tan buena persona como hijo, como hermano, como esposo y mucho más como padre”, recordó Elsa en su publicación. “Te hubieras sentido orgulloso de tus hijos y de tus nietos. Ahora podrás descansar en paz, me duele ver donde te tenían. Este es el famoso Pozo de Vargas, donde estuvo durante 49 años”

De acuerdo al artículo “Terrorismo de Estado y disciplinamiento de los sindicatos azucareros tucumanos: Reconstrucción del colectivo de víctimas obreras y sus desafíos metodológicos”, de la historiadora tucumana Silvia Nassif, los trabajdores del Ingenio San Juan tuvieron una «destacada participación en la huelga de septiembre de 1974, mientras que diferentes corrientes políticas sindicales disputaban la conducción del mismo». De ese lugar, afirma, se contabilizaron 24 víctimas de las cuales ocho tenían participación activa en el sindicato.

Una familia y todo el horror de la dictadura

En la familia de los Arévalo hubo al menos cinco personas desaparecidas. El 29 de febrero de 1976, previo a que iniciara la dictadura cívico militar, fueron secuestrados Francisca Aragón de Boca, de 59 años, Emilio Confesor Arévalo y Antonio Arévalo, ambos hombres eran obreros de la construcción.

El 1 de marzo de 1976, es decir, al día siguiente, Domingo y Alfredo Arévalo, enterados del secuestro de sus familiares, fueron hasta Los Juries, localidad Taboada, provincia de Santiago del Estero. Allí fueron secuestrados ellos también junto a su hermano Alberto.

Los tres fueron trasladados a Tucumán y vistos en el Centro Clandestino de Detención Arsenales de Azcuénaga.

Según consta en diversos expedientes, Alberto pudo mandar una carta a su madre donde le contaba que estaba detenido en Tucumán y que estaba próximo a que le dieran la libertad. Narra en la carta que a su papá, Confesor Arévalo, y a su hermano, Antonio, los habían llevado a otro lugar.

Por la corta diferencia de edad, el equipo forense no logró determinar a cuál de los hermanos Arévalo pertenecen los restos encontrados en el Pozo de Vargas.

Recuperación y restitución

Hace más de 20 años el Colectivo de Arqueología, Memoria e Identidad de Tucumán está al frente de las excavaciones y restitución de los restos óseos hallados en el Pozo de Vargas.

Solamente durante diciembre realizaron tres restituciones a sus familias: Juan Carlos, desaparecido el 28 de mayo de 1976; Juan José García, secuestrado y desaparecido el 17 de febrero de 1976; y Arnoldo Cesar Correa, desaparecido el 17 de febrero de 1977. «

La fosa de la violencia

El 10 de febrero de 2023, la Fundación Memorias e Identidades de Tucumán informó que la investigación de la denominada causa “Pozo de Vargas”, luego de 20 años de trabajo, había llegado al final de la excavación. El Pozo de Vargas tiene 40 metros y se encontraba dentro de una finca privada que pertenecía a Antonio Vargas.

A partir de los testimonios de Pedro Mercado, Juan Carlos Díaz y Santos Molina, quienes indicaron que el pozo era utilizado para ocultar cuerpos de personas secuestradas y asesinadas durante el Operativo Independencia y la posterior dictadura militar, se inició a fines del 2001 el primer relevamiento de la zona. El informe con las denuncias sobre la existencia de un pozo de inhumación clandestina se presentó en el Juzgado Federal de Tucumán, lo que dio lugar a una pericia en abril de 2002 y el comienzo de la investigación allí.