La legalización del casamiento entre un bangladesí y una rohingya, un enlace prohibido en Bangladesh desde 2014, fue rechazada este martes por la Corte Superior de ese país asiático, una decisión a tono con la política del gobierno que pretende evitar que los cientos de miles de refugiados de esa minoría puedan obtener la nacionalidad bangladesí.

«El tribunal rechazó la petición y multó al peticionario en 100.000 takas (unos 1.200 dólares) por hacerle perder el tiempo», indicó el fiscal del caso, Motahar Hossain, citado por la agencia de noticias EFE.

Babul Hossain, un albañil del distrito central de Manikganj, solicitó en diciembre pasado al Tribunal Superior de Bangladesh que se levante el veto a matrimonios entre rohingyas y locales para que se acepte la boda de su hijo con una refugiada que huyó de la violencia en el vecino Myanmar.

«Mi hijo no cometió ningún crimen al casarse con una rohingya. Ella es musulmana y nosotros somos musulmanes, así que aceptamos a la novia», señaló el padre, que lleva meses sin ver a su hijo y a su pareja, prófugos por su amor prohibido.

El abogado de la familia, A.B.M. Hamidul Mishbah, considera a esta prohibición discriminatoria, por lo que apelará la decisión ante el Tribunal Supremo.

«Viola los derechos fundamentales de los ciudadanos, ya que ninguna ley de este país prohíbe el enlace con extranjeros», subrayó.

La normativa fue decretada por el gobierno en 2014 por temor a que el número creciente de refugiados rohingyas procedentes de Myanmar -apátridas porque ese país les niega la ciudadanía- intenten obtener la nacionalidad bangladesí a través de la unión marital.

La relación entre el hijo de Hossain, Shoaib, de 22 años, y la refugiada rohingya Rafiza Khatun, de 18, fue un «amor a primera vista».

Según cuenta el propio Shoaib, éste se enamoró de inmediato de Rafiza al verla en una casa del distrito de Manikgank, al oeste de Dacca, a donde la joven llegó con sus padres gracias a la protección de un imán local, tras abandonar el infierno del campo de refugiados de Kutupalong, reportó la agencia de noticias ANSA.

En Kutupalong, situado en el sureste del país, viven parte de los más de 655.000 rohingyas huidos a Bangladesh desde el estallido de violencia el pasado 25 de agosto en Myanmar, donde según la ONU esta comunidad fue objeto de una «limpieza étnica».

Si bien las autoridades bangladesís dieron asilo a los rohingyas, éstos tienen prohibido salir de los campamentos.

Por eso, cuando la policía descubrió a Rafiza y a su familia en Manikganj, los envió de vuelta al campo de refugiados sin que Shoaib tuviese tiempo de declarar su amor a la muchacha.

Sin perder la esperanza, el joven pidió ayuda a una ONG y buscó a su amada entre los masificados campamentos, con una población similar a la de Washington.

Tras dos días de intensa búsqueda, Shoaib encontró a Rafiza y pidió su mano a sus padres, quienes tras disipar sus dudas, terminaron aceptando.

La pareja se casó el 22 de septiembre en Kutupalong y luego huyó del campo de refugiados a escondidas, ocultando a Rafiza bajo un burka, para trasladarse a Dacca.

Pero en la ciudad la pareja fue denunciada y, desde entonces, se encuentra prófuga de la justicia. En caso de ser capturados, los jóvenes podrían enfrentar penas de más de cinco años de cárcel. La última esperanza de los novios es ahora el dictamen del Tribunal Supremo. 

Por su parte, el padre de Shoaib sólo desea ver a su hijo y a su nuera vivir en paz. «Lucharé el tiempo que haga falta», aseguró.