La mayoría de los paros cardíacos no sucede en los hospitales. Casi la mitad se da súbitamente, sin preaviso. Para obtener un resultado positivo, y que la persona siga con vida hasta llegar al centro de salud, intervienen muchos factores, pero el principal es la Reanimación Cardiopulmonar (RCP). Por eso año a año son cada vez más las instituciones, áreas públicas y organizaciones sociales que promueven cursos que enseñan esta técnica.

El problema es que de la teoría a la práctica, en algo necesariamente manual, preciso y urgente, puede haber diferencias. Cuanto más parecidos a las personas reales sean los modelos que se usan, mayor efectividad podrán lograr. Y eso es, precisamente, lo que no ocurre. Hay diferencias de género, de raza, de contextura física. Apenas el 1% son maniquíes mujeres. Pasa desapercibido, pero la mayoría son hombres, blancos y flacos. Muy distante de las personas que sufren un paro cardíaco y necesitan ser tratadas.

Así lo reveló el estudio internacional DIVERSE II, del que participaron investigadores argentinos. Partieron de la hipótesis de que la escasa representación de mujeres, diversas razas y tamaños corporales en maniquíes utilizados en los cursos de RCP puede afectar la realización efectiva de maniobras de RCP cuando ya no es un simulacro.

“Esta investigación ha generado muchas repercusiones a nivel mundial. En estos días, más de 20 organizaciones de referencia han estado replicando los hallazgos, lo que nos llena de orgullo. Estamos muy complacidos de haber podido aportar conocimiento y estamos convencidos del valor de adoptar una mirada más diversa para contribuir a darle a la enfermedad cardiovascular en la mujer el lugar que se merece”, remarcó Mario Fitz Maurice, médico cardiólogo, director del Consejo de Arritmias de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) e investigador principal del DIVERSE II.

Múltiples organizaciones -incluidas la Sociedad Argentina de Cardiología y la Fundación Cardiológica Argentina- vienen insistiendo para visibilizar que la enfermedad cardiovascular es frecuente en la mujer y que también es su primera causa de muerte, al igual que en los hombres.

Sin embargo, aunque las capacitaciones de RCP están diseñadas para simular las maniobras necesarias en la vida real ante paros cardíacos, la enorme mayoría de los muñecos manufacturados son únicamente de hombres adultos, blancos y flacos. Así, terminan representando tan solo a una pequeña porción demográfica de quienes podrían beneficiarse de las maniobras en caso de necesitarlas.

“Existe evidencia de que hay un 30% menos de RCP en mujeres que en hombres cuando ocurren paros cardíacos extrahospitalarios. Si bien esta situación requiere un análisis complejo, la falta de diversidad en los maniquíes podría tener peso en que no se piense en eventos cardiovasculares. Sin dudas, trabajar sobre este punto ampliaría la formación y la mirada de quienes se entrenan y consideramos que existe una responsabilidad de las organizaciones que trabajan en este tema para contribuir a achicar esa brecha”, subrayó Fitz Maurice.

El estudio analizó 211 imágenes (107 de Argentina y 104 de Canadá) publicadas en Twitter, Instagram y Facebook por instituciones, empresas y organizaciones de la sociedad civil que ofrecen la certificación de RCP. Solo el 15,2% (32) incluía maniquíes de mujeres (apenas el 1% entre las argentinas). Apenas el 6,6%, muñecos de niños; y el 98,1% fueron muñecos flacos. Ninguno de mujeres embarazadas. El 3,8% de personas de raza negra y 1,4% de asiáticos (la diversidad racial correspondió 100% a las imágenes canadienses).

“La adopción de una representación más diversa en las capacitaciones de RCP es relevante porque, al menos teóricamente, puede contribuir a cambiar la percepción general de la gente y su necesaria reacción inmediata ante eventos cardíacos. Esto es vital, además, teniendo en cuenta que los requerimientos varían ante episodios en niños o mujeres embarazadas, por ejemplo”, manifestó Adrián Baranchuk, argentino, integrante del departamento de Medicina del Centro de Ciencias de la Salud de la Queen’s University de Canadá.

Dada la necesidad de profundizar la concientización de la comunidad sobre la enfermedad cardiovascular en la mujer –apuntan desde la SAC–, «un buen comienzo es incluir en los cursos maniquíes con mamas y corpiños para que los reanimadores que socorrerán a las víctimas aprendan e internalicen, por ejemplo, que es necesario quitar la ropa, romper el corpiño y pegar el parche del desfibrilador levantando las mamas».

Otro hallazgo que llamó la atención fue que los posteos que incluían imágenes de muñecos de hombres blancos recibieron en promedio 22,8 me gusta y 8,6 retweets y 1 comentario cada 10 mil seguidores, mientras que aquellos que reflejaban algún tipo de diversidad sólo recibían en promedio 4,6 likes, 2,4 retweets y 0,1 comentarios cada 10 mil seguidores.

Adrián Baranchuk explicó que, mejorando la diversidad de los maniquíes, aquellos que se entrenan “van a estar más preparados para ayudar a distintos tipos de personas que requieran las maniobras y, potencialmente, en el tiempo pueden mejorarse las tasas de sobrevida, aunque eso es algo que debe confirmarse a través de nuevos estudios”.

Los investigadores buscaron aclarar que “no existió ningún interés vinculado a la comercialización de maniquíes; la única inquietud que motivó la realización de esta investigación fue la de visibilizar los persistentes conflictos de género en la salud cardiovascular, evidenciados, en este caso, a través de las herramientas utilizadas todos los días para capacitar en maniobras de rehabilitación cardiopulmonar”.