Gran Bretaña podría incrementar la presión sobre Rusia para encontrar una respuesta satisfactoria al reclamo sobre el envenenamiento de un ex agente de Moscú y de su hija el 4 de marzo pasado. Pero mucho de lo que ocurra en estos días estará teñido con el clima de la elección que el próximo domingo celebrará el país euroasiático y que, de acuerdo a todas las encuestas, será prácticamente un paseo para el actual presidente, Vladimir Putin. Mientras tanto, los medios occidentales encontraron una buena historia para llenar ediciones de tinta y de bits, según los casos, con un clima de misterio y tensión difícil de empardar.

Aquel domingo comenzó a rodar esta novela cuando un policía de Wiltshire, uno de los 47 condados de Inglaterra, al sudoeste del territorio, recibió una alerta telefónica sobre dos personas que se contorsionaban extrañamente en un banco frente al shopping The Maltings, en Salisbury. El efectivo  acudió presto al lugar y se encontró con Sergei Skripal, de 66 años, y su hija, Yulia, de 33, desmayados pero sin lesiones evidentes. Trasladados al hospital de ese distrito, se comprobó que habían sido envenenados con algún agente nervioso. También el policía resultó afectado, pero en grado menor. Los Skripal, en cambio, luchan por su vida desde entonces, ignorantes, hasta ahora, del estruendo que provocó su caso a nivel internacional.

Este lunes, la primera ministro británica, Theresa May, aseguró en el Parlamento que padre e hija habían sido «probablemente» atacados por agentes de los servicios de espionaje rusos al mando del gobierno o, incluso, «fuera de control». Y demandó una respuesta satisfactoria a la administración Putin, ya que consideró que el hecho «es un caso de uso ilegal de la fuerza del estado ruso contra el Reino Unido». Caso contrario, dijo que tomaría medidas, aunque no especificó de qué tipo. La premier conservadora, que encontró en este caso el modo de reanimar su baja popularidad, señaló incluso con qué producto fueron envenenados: se trataría de Novichok, un poderoso agente nervioso desarrollado en la era soviética.

La respuesta internacional no se hizo esperar y desde Washington, en el que tal vez fuera su último acto de gestión, el secretario de Estado Rex Tillerson puso a Estados Unidos a disposición para lo que necesite su principal aliado. Lo mismo expresaron los dirigentes de la Unión Europea y de la OTAN, la organización militar establecida en tiempo de la guerra fría para combatir a la Unión Soviética.

Desde Moscú hubo dos argumentaciones, una dura y otra más contemporizadora. «Esto es un espectáculo circense en el Parlamento de Gran Bretaña; la conclusión es obvia: una campaña política de los medios, basada en la provocación”, dijo la vocera de la cancillería, Maria Zajarova. El titular de esa cartera, el experimentado Sergei Lavrov, en cambio, puntualizó que «Rusia es inocente y está dispuesta a cooperar» no sin recordarle a Londres que debe cumplir «sus obligaciones internacionales». Esto es, que si hay alguna acusación que presenten las pruebas. También pidió que les dejen participar de las pericias para determinar que ocurrió con los Skripal. No es la primera vez que el espía aparecía en una trama de alto nivel.

Humo y espejos
Poco es lo que trascendió sobre Sergei Viktorovich Skripal, como corresponde a un hombre acostumbrado al mundo del humo y los espejos. Nació el 23 de junio de 1951 en Kiev, la capital de la República Soviética de Ucrania. Ingresó muy joven al GRU, iniciales en ruso para Directorio Principal de Inteligencia, el servicio fundado hace 100 años en los albores de la Revolución Bolchevique. Pasó por todos los cargos y llegó a coronel. Luego de años de trabajos silenciosos tanto para la URSS como para la Federación Rusa desde 1991, en 2006 las autoridades encuentran que había estado trabajando como doble agente para el MI6, el servicio de espionaje exterior del Reino Unido. Según la información disponible- se entenderá que este es un terreno farragoso- se reconoció culpable de traición, dijo que lo había hecho por dinero, simplemente, y entregó una lista de otros 300 agentes que trabajaban a dos bandas con los británicos. La sentencia fue de 13 años de prisión.

Pero tuvo algo de suerte ya que en 2010, el entonces presidente ruso Dmitri Medvedev se encontró con su par Barack Obama y en el clima distendido de un local de la Ray’s Hell Burger de Virginia y paladeando una grasosa hamburguesa cada uno, acordaron un gran intercambio de espías presos en cada lado. Como en la guerra fría, tipo Puentes de Espías, de Steven Spielberg, pero en los primeros días de la administración Obama. Esa vez, la joya de los servicios era Anna Chapman, el nombre con que se movía en Estados Unidos Anna Kushchenko.

Entre otros agentes, la bella mujer pasó a manos rusas y Skripal a las estadounidenses y luego británicas en el aeropuerto de Viena, el 7 de julio de ese año.

El hombre se ve que realmente juntó dinero durante su doble trabajo, porque compró una casa en Salisbury por valor de 260.000 libras. Y se ve que había arreglado sus cuentas porque tras haber sido indultado por Medvedev, tenía la escritura de la vivienda a su nombre. Pero no todas fueron rosas en estos años. El 23 de octubre de 2012 murió sus esposa Ludmila de cáncer, a los 60 años. Y el 18 de julio pasado su hijo de 43 años falleció en San Petersburgo., sin datos precisos sobre la causa.

Hipotesis
Que circulaba libremente y sin preocupaciones lo muestra en que ese domingo fue a un shopping con su hija como cualquier hijo de vecino.E ste detalle es importante a la hora de hacer especulaciones. Cosa que los medios británicos y estadounidenses no se cansan de hacer desde que ambos fueron encontrados inconscientes en un banco público.

La primera capa de este juego de hipótesis es que el gobierno de Putin mandó a un equipo a que asesinaran al dúo. En una grabación de seguridad callejera se ve a dos personas circular cerca del banco donde se sentaban los Skripal un rato antes de las convulsiones, pero no necesariamente tenían que ver con el ataque.

Este domingo se celebran elecciones presidenciales en Rusia. Putin es el favorito con un abrumador apoyo del 70 % del electorado, según las encuestas. Es un hecho conocido en ese país, donde el voto no es obligatorio, que los ciudadanos no acuden a las urnas si no tienen reclamos que hacer a la dirigencia o están medianamente conformes con la marcha de la cosa pública. Una asistencia reducida podría representar un respaldo menor a Putin y según dicen algunos analistas, el presidente necesita un enfrentamiento con Occidente que lo posiciones como el defensor de la Patria rusa para convocar a sus votantes.

Los medios europeos se solazan con un Putin al que pintan con ansias de venganza contra el traidor a la patria que tuvo que ser entregado a cambio de un puñado de patriotas que trabajaban en el exterior por el bien de Rusia. Citan, para ello, una frase que habría pronunciado en 2010 el entonces primer ministro: «Estas personas traicionaron a sus amigos, a sus hermanos de armas. Lo que sea que obtuvieron a cambio de eso, esas 30 piezas de plata que les dieron, se ahogarán con ellas «.

Esta argumentación se choca con la evidencia de que Skripal estaba tranquilamente quizás tomando un helado o disfrutando de la tarde casi primaveral -eran las 16,15 cuando llegó el policía- y que además, si lo querían eliminar, tuvieron desde julio de 2010 para hacerlo. Por lo demás, si el espía «entregó» a 300 camaradas, seguro que se había ganado más de un enemigo en un territorio donde viven alrededor de 100.000 rusos.

No solo eso: el veneno es Novichik, según dicen los británicos, pero no hay peritos independientes actuando, de modo que es creerles o reventar. Y si se habla de agentes nerviosos, el gobierno tiene una fábrica de gas Sarin y VX en Porton Down, a ocho millas de donde los Skripal fueron hallados.

Debilidades
No son pocos los que acusan al gobierno ruso de aprovecharse de un momento de debilidad del oficialismo por los comicios que perdió hace unos meses y por la situación de inestabilidad ante el Brexit. «Putin sabe que la UE no va a poner todos los esfuerzos en un firme rechazo contra este ataque ni va a tomar sanciones», señalan.
La primera ministro, por esas cosas de la vida, era la titular de Interior cuando en 2006 otro agente ruso, Alexander Litvinenko, fue envenenado con polonio 210. La respuesta del gobierno esa vez fue la expulsión de algunos diplomáticos y el congelamiento de bienes rusos en esa nación. Ahora tal vez se vea tentada a doblar la apuesta precisamente por ese escenario de debilidad. Usar el caso Skripal como ariete para trepar en el apoyo popular.

El periodista irlandés Finian Cunningham, graduado en Química en la Universidad de Cambrigde antes de dedicarse a investigar asuntos de política internacional, ve detrás de este caso una operación de inteligencia, quizás hasta de bandera falsa, de organismos estadounidense para sabotear las relaciones de la UE con Rusia. Y dice, reconociendo que es pura especulación, que «la semana pasada, la campaña política encabezada por Estados Unidos para echar por tierra el proyecto de Rusia y la UE para el oleoducto Nord Stream 2 recibió un ímpetu renovado».

La tubería, de 1200 kilómetros de extensión, se completará el año que viene y según destaca Cunningham, «los ministros de Asuntos Exteriores de Polonia, Estonia, Lituania y Letonia se reunieron en Washington DC con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, sobre como podría ser cancelado el Nord Stream 2».

La razón para este boicot sería que ahora Estados Unidos es desde la revolución del «shale gas», con el sistema de fracking, fuerte productor y quiere meterse en ese negocio de la provisión de energía a Europa que por ahora mantienen la semiestatal rusa Gazprom y cinco privadas de la UE.
Pero justo este martes Donald Trump echó a Tillerson, ex CEO de la petrolera Exxon Mobil. ¿Tendrá algo que ver esta expulsión con todo este entuerto?