La historia vuelve a repetirse. Tal como sucedió hace un lustro, durante el último año del primer gobierno de Donald Trump, ahora el magnate recargado embiste contra Venezuela, con la –hasta ahora– amenaza de una presencia militar directa cerca de aguas territoriales o de control venezolano en el Mar Caribe.
En una semana crecieron los rumores como bola de nieve, hasta instalarse en la prensa occidental como un hecho: por estas horas casi nadie fuera de Venezuela pone en duda que un contingente naval militar estadounidense se desplaza hacia el Caribe Sur, aunque no hay confirmaciones oficiales ni precisiones.
Las versiones fogoneadas por las agencias Reuters y AP hablan de hasta seis barcos de gran porte. Tres destructores y tres buques de transporte y asalto anfibio. Aunque hasta el cierre de esta nota sólo podía confirmarse relativamente cerca de aguas venezolanas a uno de ellos, el USS Sampson, avistado en el Canal de Panamá.
Nada de esto ha sido confirmado hasta ahora oficialmente por los Estados Unidos. En Caracas no dudan que, ante todo, se trata de una operación de guerra psicológica, que busca reinstalar la narrativa de Venezuela como un Estado forajido controlado por narcotraficantes. Esto sí lo aseguran oficialmente en la Casa Blanca y el Departamento de Estado.

Narrativas y tanqueros
En el pivote del relato está el Cartel de los Soles. El inasible cartel de la droga capitaneado por generales venezolanos, que tienen soles en sus charreteras. Se trata de una construcción mediática que comenzó en 2014, y que aparece y desaparece de los titulares según la conveniencia del momento.
Estados Unidos blandió la “amenaza” del Cartel de los Soles en 2020, cuando naufragaba el experimento Guaidó, promovido por los halcones de Washington en la primera administración Trump para acabar con el gobierno de Nicolás Maduro. Fracaso de por medio, la narrativa casi desapareció hasta ahora, cuando la retomó el furibundo antibolivariano Marco Rubio en el Departamento de Estado.
Para preparar el terreno al ¿eventual? despliegue de marines en el Caribe Sur, Estados Unidos duplicó la recompensa sobre Maduro y blindó el discurso contra Caracas. Esto mientras, paradójicamente, se restablecían las operaciones de la petrolera estadounidense Chevron en Venezuela. Así, en esta semana que pasó los únicos buques “gringos” en aguas venezolanas fueron los tanqueros de Chevron.
La reacción regional
A diferencia de la embestida anterior, en 2020, ahora la amenaza estadounidense encendió luces rojas en varios tableros en el subcontinente. Además de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestramérica (ALBA) en cumbre presidencial remota, la movida de la Casa Blanca sumó cuestionamientos en Colombia, México y Brasil.
El más enfático fue el principal vecino de Venezuela, Colombia. Gustavo Petro, presidente colombiano, dijo: «Los gringos están en la olla (al horno) si piensan que invadiendo Venezuela resuelven su problema». Advirtió que una intervención convertiría a Venezuela en una nueva Siria. Y que arrastrarían a Colombia a lo mismo.
Otro vecino principal, Brasil, adelantó reparos. El asesor especial de Lula y ex canciller, Celso Amorim, aseguró que veía «con preocupación» la anunciada movilización de tropas estadounidenses. «El principio de la no intervención es fundamental y ha sido históricamente uno de los pilares de la política externa de Brasil», advirtió.
Mientras tanto, el resto del subcontinente permanece en silencio. Tal vez eso explique la entrada al ruedo del gobierno de la República Cooperativa de Guyana. En un comunicado oficial se subieron a la narrativa del Cartel de los Soles, asegurando que observan «con gran preocupación la amenaza que representan para la paz y la seguridad en la región (…) redes criminales como el Cartel de los Soles de Venezuela».
La jugada adelantada de Guyana debe leerse en clave del conflicto limítrofe por el extenso territorio del Esequibo, en plena disputa con Venezuela. Un conflicto que interesa especialmente al vecino común, Brasil.
La organización interna
Mientras las agencias de noticias de Occidente dan por segura la inminente llegada de buques de guerra estadounidenses a las narices mismas de las costas venezolanas y hasta envían a sus corresponsales y colaboradores a la playa para documentar el momento, Caracas se mueve al ritmo de las tormentas tropicales.
En temporada de vacaciones escolares, este viernes la onda tropical 29 dejó sin energía eléctrica durante unas dos horas buena parte de la capital. Arreciaron versiones alocadas en redes sociales, mientras el presidente Nicolás Maduro encabezaba un acto protocolar en el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo.
En el mismo lugar donde se juramentó para su tercer mandato en enero, el presidente venezolano encabezo un acto con parlamentarios, dirigentes políticos de oficialismo y oposición, empresarios, representantes comunales y el alto mando de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
«Esta patria es inexpugnable», aseguró Maduro. «Junto a la soberanía, la autodeterminación y el disfrute de la paz conquistada, defenderemos una Venezuela democrática, pacífica y libre de cualquier potencia imperialista», enfatizó. Aunque se cuidó de dar por buenas las versiones periodísticas, el mandatario venezolano no le restó gravedad al momento.
Durante la semana, Maduro hizo varias apelaciones a la movilización popular organizada. Activó la integración de la Milicia Bolivariana a los Cuadrantes de Paz, una suerte de ordenamiento territorial que incluye a las fuerzas de seguridad y a las organizaciones comunales. Para este fin de semana además se abrió un proceso de inscripción de nuevas y nuevos milicianas y milicianos.
La historia vuelve a repetirse. En la primera parte de su discurso en la Asamblea Nacional, Maduro recordó el bloqueo naval contra Venezuela en 1902, cuando potencias imperiales europeas intentaron una cabeza de playa en las mismas costas que, ahora, trajinan corresponsales internacionales.
Venezuela, tan repleta de petróleo y tan cerca de Estados Unidos.
Preocupación de Mundo Sur
Con la firma de los excancilleres Rafael Bielsa y Jorge Taiana y de Carlos Tomada, Oscar Laborde, Ariel Basteiro, Stella Calloni, Carlos Raimundi, Eduardo Sigal, Telma Luzzani, Roberto Baradel, Edgardo Depetri y Néstor Restivo, entre otros integrantes, el colectivo Mundo Sur expresó a través de un comunicado “su profunda preocupación ante el envío de fuerzas militares de los EEUU al Mar Caribe” y rechaza “el anuncio de una recompensa millonaria para propiciar la captura del presidente Nicolás Maduro Moros, medida sin sustento jurídico y en abierta violación del Derecho Internacional”.
En otro tramo de texto, Mundo Sur dice: “valoramos las expresiones de rechazo de líderes de la región —entre ellos Claudia Sheinbaum, Celso Amorim y Gustavo Petro— y del Foro de São Paulo, que advierten sobre los riesgos de una intervención militar y ratifican el principio de no injerencia”.
“La defensa de Venezuela -prosigue- es la defensa de la unidad latinoamericana”. Para concluir: América Latina y el Caribe son tierras de paz y respeto a la autodeterminación de los pueblos”.

«Que el mundo lo sepa…»
«Llevamos la fuerza de David contra Goliat”. La frase de Nicolás Maduro durante la semana siguió con una ratificación concreta de su mensaje férreo ante el eventual militar de Estados Unidos en el Caribe Sur. “Que el mundo lo sepa, que lo sepan los imperios: Venezuela hoy más que nunca tiene con qué”, arremetió el presidente de Venezuela.
Maduro participó esta semana de la reunión, en forma virtual de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP). Sus 11 miembros, de forma unánime, rechazaron el despliegue militar de Estados Unidos en América Latina y el Caribe, y ratificaron su apoyo al presidente venezolano.