La necesidad inagotable de las plataformas de streaming de ofrecer constantemente nuevos contenidos favorece fenómenos de todo tipo. Producciones de calidad, réplicas, réplicas de réplicas, engordes de estación, anabólicos y más. Esa demanda también da lugar a historias decididamente menos convocantes, pero que pueden ser de gran valor cultural, histórico y, de alguna forma, inspiradoras. Es el caso de Wayne Shorter: gravedad cero, la serie documental de tres episodios sobre el extraordinario saxofonista y compositor de jazz que murió el 2 de marzo pasado, a los 89 años, luego de una apasionante carrera que se desarrolló durante más de seis décadas.

Shorter es uno de los músicos más emblemáticos de la historia del jazz. Pero su carácter reservado lo hizo cultivar un bajo perfil que le dio menos notoriedad ante los incautos. Su currículum –incluso a grandes rasgos– es de por sí concluyente: fue parte de los Jazz Messengers del gran Art Blakey en los ’50 y principios de los ’60; como líder lanzó discos inolvidables en esa última década como Ju-Ju (65), Speak No Evil (66) y Adam’s Apple (67), entre otros; fue una pieza angular del segundo gran quinteto de Miles Davis y acompañó al trompetista en sus primeras incursiones en el jazz-rock; en los ’70 fundó Weather Report junto a Joe Zawinul, el grupo más emblemático de fusión de todos los tiempos; agotado de esa experiencia colaboró con algunos de los momentos más bellos de la obra de Joni Mitchell y continuó su discografía incorporando nuevas influencias; y a partir de los 2000 desarrolló junto a un espectacular cuarteto –que completaban Danilo Pérez, John Patitucci y Brian Blade– una estética jazzística otra vez innovadora que también supo articular con sus composiciones para orquesta.

No se trató de un músico ubicuo, con la habilidad de estar en el lugar indicado en el momento justo: Shorter fue partícipe necesario y muchas veces indispensable para discos históricos y el nacimiento y/o consolidación de subgéneros y/o perspectivas musicales enriquecedoras y de alcance global. De hecho, el recorrido de Shorter se acerca bastante a la parábola del jazz desde los ’50 hasta la fecha y más allá. Pero por sobre todo ayuda a comprender la verdadera naturaleza del género: trascender las formas y fronteras en una búsqueda permanente que se propone eludir las fechas de caducidad.

Shorter y amigos

La serie documental dirigida por Dorsay Alavi utiliza diversos recursos para desarrollar una historia repleta de aristas. Reúne múltiples entrevistas con Shorter en diferentes épocas, recreaciones de su infancia, fragmentos de shows en vivo, fotos y testimonios de familiares, amigos y colegas como Herbie Hancock, Neil DeGrasse Tyson, Carlos Santana, Joni Mitchell, Sonny Rollins y Esperanza Spalding, entre otros. Con buen criterio, Alavi no pretende sorprender con recursos extravagantes o de alto impacto: todas sus energías se enfocaron en contar el recorrido, la obra y el pensamiento del gran compositor y saxofonista.

Shorter a finales de los ’50.

La vida de los seres humanos no suele ser sencilla y la de Shorter tampoco lo fue. Nació en Newark (Nueva Jersey, EE UU), en un hogar con enormes carencias económicas y víctima de segregaciones de todo tipo, su amor y compromiso por la música en general y el jazz en particular hicieron que se destacara rápidamente como intérprete –al principio le decían «The Newark Flash», por la rapidez y fluidez en el tenor –, con el tiempo fue mutando en su aproximación al instrumento –y dándole más espacio al soprano– y sus habilidades como compositor se hicieron más y más sofisticadas. Todo su talento y dedicación permitieron que el trabajo primero y el prestigio después no se demoraran en llegar a su vida. Pero los contratiempos y las desgracias personales también aparecerían en forma recurrente. Su primera hija nació con una discapacidad mental invalidante que facilitó una muerte prematura, el alcohol y las drogas invadieron su día a día –la parábola o maldición de Charlie Parker parecía atrapar a buena parte de los músicos de jazz por aquel entonces– y cuando el budismo logró darle esa paz tan necesaria y buscada su segunda esposa y su sobrina fallecieron en un accidente aéreo cuando viajaban para verlo tocar en París. Afortunadamente para él y su obra, su credo y fervor por el arte le permitieron encontrar un refugio para seguir conectándose con la música y, en definitiva, la vida. Tal es así que siguió componiendo y sorprendiendo hasta sus últimos días.

Alma de niño

Las palabras de Shorter resuenan en el documental como las de un monje parco o un poeta con alma de niño. Más allá del placer de escucharlo en primera persona, emociona el respeto a sus convicciones. El saxofonista pudo pasar sus últimas décadas de vida girando por el mundo y repasando grandes éxitos propios y de los grandes proyectos en los que participó. Sus ingresos se hubieran multiplicado y el calor del público –seguramente– también. Pero decidió siempre seguir buscando. Correr los límites. Todo lo que siguió tocando, grabando y componiendo tenía esa dirección. Resulta también revelador verlo escribir en partituras a mano, corregirlas, emparcharlas –reescribir, cortar y pegar, la vieja escuela–, probar como suena en el piano y seguir.

Su última obra fue Live at the Detroyt Festival, una suerte de opera jazzística con orquesta que incluye  la voz y textos de Esperanza Spalding y el piano del argentino Leo Genovese. Otra muestra de su espíritu inabarcable. Un artesano que, más allá de modas y tendencias, encontró su versión del amor supremo: hacer, crecer y buscar, no importa cómo, cuándo, ni contra quién debiera enfrentarse. 

«La vida lo tiene todo, ¿cómo puedes devolver el don de la vida? A través de la originalidad. A eso le dedico mis días», sentenciaba el propio Shorter. Más allá de las palabras, todo eso y más lo inmortalizó en una obra que sigue desafiando prejuicios, fronteras y a la mismísima muerte.


Wayne Shorter: gravedad cero

Dirección: Dorsay Alavi. Producción ejecutiva: Brad Pitt. Con testimonios de Wayne Shorter, Sonny Rollins, Brian Blake, Don Was y Herbie Hancock, entre otros. Disponible en Amazon Prime Video.