El meridiano de París

Lluís Calvo

Traducción de Damià Alou

Ediciones Godot

212 páginas

Lluís Calvo (Zaragoza, 1963) es poeta, narrador, crítico literario y ensayista. Ha publicado 25 libros de poesía y sus poemas han sido traducidos al castellano, inglés, francés, italiano, portugués y polaco. Ediciones Godot acaba de publicar en una muy cuidada edición El meridiano de París, un ensayo que se vale de lo geográfico para referirse a otros temas que el propio autor enumera en “La brújula del meridiano” una suerte de poema preliminar sobre su propio libro que rompe con cualquier intento de leerlo desde la solemnidad de la historia.

 Allí dice: (…) “No la descripción de los lugares por donde pasa la línea/No la historia del meridiano/sino la oscuridad meridiana de la historia, /de las ideas/de una cultura a la que hemos llamado europea, /con la arrogancia colorista de los pavos reales/ Así pues la tarta Tatin, / Deleuze y Robespierre/ los monjes enclaustrados/ el milagro y la guillotina/ el can-can y un poco de Kant/ el terror y el exilio y los fascistas tristes como cisternas con verdín/ la locura envasada de las áreas comerciales / y Godart que se ofrece a las cajeras del súper/ para que se lo cojan en nombre de la Revolución/ (…)

En el año 167, relata Calvo, mientras se construía el Observatorio cerca de la abadía de Port Royal, los miembros de la Academia de Ciencias fijaron el meridiano de París, que atravesaba el Estado francés de norte a sur. Más tarde, se adoptó el meridiano de Greenwich como referencia universal. “El Reino Unido derrotó a Francia.  Una metáfora, tal vez, de un poder esplendoroso que poco a poco disminuía. Un despojo sin cuerpo. Una línea desterrada. Y a partir de entonces, la curiosidad, la reliquia, el recuerdo.  El eje se utilizó hasta comienzos del siglo XIX, pero en la actualidad el cálculo geográfico pasa por Londres…”

El trazado del meridiano nace ya con una historia digna de la literatura. Francesc Aragó fue uno de los hombres clave en el trazado del meridiano. En 1808, la guerra napoleónica lo sorprendió precisamente mientras estaba en esa tarea y su previsible vida de científico se transformó de golpe en la vida de un aventurero llena de peripecias novelescas. Sus observaciones fueron confundidas con tareas de espionaje al servicio de Francia e intentó huir a una ciudad húngara, debió comparecer ante  un juez y cantar una canción popular sobre unas cabras para sustentar su declaración de que era ibiceno. Sufrió la cárcel y luego consiguió llegar a París, donde a los 23 años fue elegido académico.

Su destino parece signado por el fracaso, a pesar de muchos de sus logros y del reconocimiento que obtuvo entre los científicos. Según parece, la estatua de bronce que se levantó en su honor fue fundida por los nazis para hacer armas.

En cada punto que toca el meridiano surgen historias insólitas en las que confluyen vidas y geografías distintas. Calvo logra meterse en la historia de una manera literaria sorprendiendo al lector. En el epílogo Francesc Gelonch describe acertadamente del libro de Calvo: “El meridiano de París es el hurgador, la máquina que hurga contando, como el propio lenguaje, El meridiano acerca lo irreconciliable.”

Lo que estábamos buscando

Alessandro Baricco

Anagrama (Cuadernos de Anagrama)

81 págs.

A partir de 33 breves fragmentos, el autor de Seda, la novela que lo hizo famoso en nuestro medio, da su propia versión de la pandemia que aún sigue padeciendo el mundo. Y, mientras la mira desde su óptica, también la redefine de acuerdo con sus propios parámetros.

“Aquello que un médico decide llamar enfermedad es una enfermedad. Aquello que un virólogo decide llamar virus es un virus. Aquello que un epidemiólogo decide llamar pandemia es una pandemia. Pero en realidad habría que intentar comprender la pandemia como criatura mítica. Y poco después dirá que las criaturas míticas “son productos artificiales con los que los seres humanos se dicen a sí mismos algo urgente y vital. Son figuras en las que una comunidad de seres vivos organiza el material caótico de sus miedos, creencias, recuerdos o sueños. Estas criaturas organiza un espacio mental que llamamos mito.”

¿Pero qué es el mito? Baricco contesta: “aquello que dota de un perfil legible a un puñado de hechos” y agrega: “Es un fenómeno artificial, por supuesto, un producto del hombre; pero confundir lo artificial con lo irreal es una estupidez. El mito es quizá la criatura más real que existe.

Es así que, a contrapelo de la mayoría de los análisis sobre el tema, Baricco analiza la pandemia no tanto como fenómeno externo, sino como proceso interno a través del cual la procesamos para hacerla inteligible para nosotros mismos. Que constituya un hecho mítico, aclara el autor, no quiere decir que no sea real.

De este modo viene a recordarnos algo esencial: que el destino humano “está tejido con hilos de mito”, cosa que solemos olvidar por habernos rendido sin condiciones al método científico.

A modo de ejemplo, define al inconsciente también como un mito, como un espacio hipotético, no como un hecho, y considera que preguntarse si “realmente” existe es una actitud infantil. Existe, pero no como hecho, sino como mito. En el caso de la pandemia, el mito está construido colectivamente por los múltiples saberes e ignorancias que hay sobre ella.

A partir de esta premisa, analiza diversos aspectos de la pandemia, como el económico. En este sentido, afirma que la pandemia no es democrática porque ataca en primer lugar a los débiles y a los pobres y destruye las economías.

Sin duda, Baricco dice algo nuevo en una materia en la que parecía que estaba todo dicho.

A la salud de los muertos

Vinciane Despret

Editorial Cactus

189 págs.

El subtítulo de este libro es Relatos de los que se quedan. Para los deudos, los muertos son algo distintos de lo que son para la ciencia. No son seres que vuelven a la Nada de la que nacieron, sino que siguen sobreviviendo en ellos. Los ejemplos de esta sobrevivencia en los seres queridos no es un mero tópico literario para la autora, es una verdad objetiva. Los ejemplos que cita son variados: personas que les escriben cartas como si estuvieran vivos, los que dialogan con ellos, los que llevan sus cenizas al lugar en que al muerto le hubiera gustado estar, los que usan su ropa como una forma de traerlos a la vida…

En esto, Despret es crítica hacia el psicoanálisis y su teoría del duelo como premisa universal que permite elaborar la muerte e integrarla en el pasado.

El libro es sumamente interesante en el sentido de que, sin caer en absoluto en el esoterismo, habla de la forma en que los muertos están entre los vivos, circulan entre ellos, forman parte de su cotidianidad, no como presencias fantasmales, sino como presencias concretas que inciden en sus seres queridos. Está basado, además, en historias reales que la autora conoció de primera mano.

Lo que se pregunta es de qué modo están los muertos en el mundo de los vivos y en esa pregunta se aparta de las respuestas convencionales para darles a quienes se supone que ya no están, el lugar que realmente ocupan en las vidas de quienes los aman, de qué modo sobreviven en ellos, no solo en su recuerdo, sino en su vida cotidiana. Un texto muy interesante que razona al margen de los saberes consabidos sobre la muerte.

La redención de la realidad. Borges, una peripecia filosófica

Samuel M. Cabanchic

EUDEBA

137 págs.

Jorge Luis Borges es, sin duda, el autor de la literatura argentina que ha sido leído en las claves más diversas, desde la física cuántica a la matemática y desde la crítica literaria a la filosofía.

En La redención de la realidad,  Samuel M. Cabanchic, doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y profesor de Fundamentos de Filosofía y de Filosofía Contemporánea en esa misma casa de estudios,  lo aborda desde esta disciplina.

“Cierto es –dice Cabanchik  en el prólogo- que hay diferentes maneras de vincular filosofía y literatura: a través de tensiones, superposiciones y contrapuntos de géneros y lenguajes, o como operaciones por las cuales los textos de un género se ilustran –o incluso acrecientan sus potencias expresivas –con los recursos de otros géneros. En la obra de Borges, la filosofía es una fuente y un recurso ficcional para una poética y una narrativa.”

De acuerdo con esta premisa de que la filosofía es fuente y, a la vez, recurso ficcional,  el autor aborda la obra borgeana desde diferentes conceptos: la crítica del lenguaje, el Poema, el infinito, la muerte, el amor, Dios.

La condición filosófica de la obra de Borges no está en relación con las fuentes filosóficas a las que alude, ni en relación con un sistema filosófico que pueda desprenderse de su literatura, sino que obedece a la filosofía como la exigencia de comprender la realidad.

“Esta lectura filosófica de Borges que hemos desplegado –afirma el autor en el epílogo- coloca su obra con pleno derecho en diálogo con las fuentes mismas de la filosofía de la filosofía en la antigüedad griega, clásicamente referida como presocrática, más allá de que muy poco de ese venerable pasado haya sido  explícitamente retomado en su obra. En ese diálogo ya encontramos algunos de los fragmentos de Heráclito, y en uno de sus textos epigráficos de este ensayo Borges evoca a Sócrates hablando con Parménides, padre filosófico de Platón, el que a su vez fuera padre filosófico de Aristóteles.”

Y libro para quienes conocen la obra de Borges en profundidad y se interesan por sus implicancias filosóficas.