Bob Dylan no cesa de sorprender. A pocos días de la ceremonia de entrega del Premio Nobel, expone pinturas y esculturas en Londres bajo el título El camino trillado. La exposición está intregrada por una serie de óleos, acrílicos, dibujos a lápiz y esculturas. La galería que los alberga es la prestigiosa Halcyon, donde se podrán ver sus trabajos hasta el 11 de diciembre. Los organizadores, que aseguran que el artista ha trabajado mucho en el montaje de la muestra, suponen que la visitará de paso hacia Estocolmo,  aunque Dylan es impredecible.

No es la primera vez que el Nobel expone su producción artística. Su debut como artista plástico tuvo lugar en Alemania con una muestra compuesta por acuarelas. Además hizo el arte de tapa de su disco Self-Portrait y de Music from Big Pink de The Band. Por otra parte, en sus largas giras siempre lo acompaña su libreta de dibujo, donde va bosquejando la América que le interesa: «La Chinatown de San Francisco está a apenas a dos manzanas de los edificios corporativos sin ventanas. Pero esas frías estructuras gigantes no tienen ningún sentido para mí», afirma.

En el catálogo de la muestra asegura que ha intentado “ mostrar la realidad como es, sin idealizarla. Y agrega: «Estas pinturas son realistas -arcaicas, bastante estáticas, pero de naturaleza temblorosa-, contradicen el mundo moderno. Es lo que yo hago». Aunque no trascendió el precio de sus trabajos, a juzgar por el catálogo que cuesta 500 euros es fácil deducir que no deben ser accesibles al gran público. En él que explica con gran solvencia las técnicas utilizadas y su ubicación en el panorama de la plástica.

Aunque Dylan  siempre tiene algo nuevo bajo la manga,  no deja de sorprender la circunstancia de que su muestra se inaugure a poco tiempo de la ceremonia de Estocolmmo y a poco tiempo también de su aceptación del Nobel, ya que luego de ser premiado por la Academia Sueca mantuvo un silencio desconcertante que hizo pensar que, al igual que lo hizo Sartre, rechazaría el galardón como una forma de reafirmar que pertenece a la contracultura a pesar del éxito económico que obtiene con todo lo que emprende.