El Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, ubicado en el barrio porteño de La Boca, emitió un comunicado en el que desmintió el estado de abandono de su archivo fílmico. En especial aquel compuesto por las películas más antiguas, conservadas en copias de nitrato de celulosa, un material que en malas condiciones se vuelve altamente inflamable. La aclaración nace a partir de la denuncia realizada por empleados del propio Museo en un artículo publicado en el portal notasperiodismopopular.com.ar, en el que Martha Notari, delegada de los trabajadores del Museo, afirma: “Tenemos un polvorín lleno de nitrato en medio de La Boca. Es igual a Beirut, pero a menor escala”. La frase hace referencia al depósito que la institución tiene en la calle Ministro Brin 615, en donde se encontrarían almacenados más de“90 mil kilos” de películas, según su versión. De ese total, el artículo indica que hay tres mil kilos que corresponden a films cuyo soporte es el nitrato de celulosa, a los que califica como “una bomba de tiempo” que “según los especialistas, puede estallar en cualquier momento”. Notari cuenta que el nitrato de celulosa es un material muy inflamable, al que califica como “más peligroso que el nitrato de amonio que explotó en Beirut, porque el nuestro no necesita un factor externo para explotar”.

Consultada por Tiempo, una fuente del área dedicada al cuidado y preservación del patrimonio del Museo del Cine objetó en primer lugar el uso de la palabra “polvorín”. Explicó que “si el nitrato de celulosa está refrigerado, alejado de fuentes de calor y, por sobre todas las cosas, si es revisado y controlado de manera regular”, es sumamente estable, asegurando que todas esas condiciones están garantizadas. Para cumplir con esos protocolos de seguridad durante la cuarentena, la fuente confirmó que se organizó un equipo de tres personas para controlar diariamente el depósito en el que se encuentra alojado dicho material. “Eso no quiere decir que las posibilidades de un accidente no existan, porque se trata de un material peligroso y eso nadie lo puede negar”, reconoció, pero para que eso ocurra deben darse condiciones de extremo y prolongado abandono que “no son las actuales”. “Tampoco negamos que las condiciones de almacenamiento podrían ser aún mejores y desde el Museo estamos trabajando junto al Instituto del Cine (INCAA) y el Gobierno de la Ciudad para crear un depósito en el que las condiciones sean óptimas”, agregó. Pero insistió en remarcar que “entre eso y un polvorín”, hay una diferencia abismal. Y si se lo quiere comparar con la tragedia ocurrida en la ciudad de Beirut, “la distancia es mucho mayor”.

En consonancia con la información provista desde la institución, el historiador del cine Fernando Martín Peña, uno de los máximos especialistas en preservación de patrimonio fílmico en el país, le dijo a este diario que “hay dos cosas que están mal en esa nota”. “Primero, me parece irresponsable decir que puede haber una explosión como la de Beirut a partir del material de nitrato que está en el Museo. La segunda cosa incorrecta que se dice, es que dicho material está descuidado”, enumeró. Al contrario de eso, el especialista aseguró que el Museo del Cine se encarga de controlar debidamente ese material y que “si al nitrato de celulosa lo cuidás como corresponde, no hay ningún riesgo de que explote”. Recordó que el historial de peligrosidad del nitrato siempre está vinculado al abandono del mismo “en condiciones climáticas adversas y durante años” y que “si hay algo que hizo la gestión de Paula Félix-Didier, actual directora de la institución, es poner todo ese material en las mejores condiciones posibles”, separando a las películas de nitrato del resto de la colección que el Museo se encarga de conservar.

Consultado acerca del peligro de que el material de nitrato de celulosa arda por combustión espontánea, como se menciona en el artículo de notasperiodismopopular.com, Peña dio un ejemplo claro. “En términos generales el nitrato es igual de peligroso que la nafta que tenés dentro del auto: ambos son combustibles. Pero hay cientos de miles de autos circulando todos los días por la ciudad y sin embargo no vemos que exploten espontáneamente. Y mientras no le eches un fósforo adentro del tanque no va a pasar nada”, sintetizó. De este modo negó rotundamente que el nitrato de celulosa tenga la capacidad de arder por sí mismo y aclaró que su inflamabilidad siempre es desatada por un elemento externo, como el fuego, un chispazo eléctrico o la exposición a altas temperaturas de manera prolongada, todo esto siempre en relación a un mal estado de conservación previo. Algo que, según Peña,  no es así en el caso del Museo del Cine.

Existe una altísima diferencia de grado entre la explosividad del nitrato de amonio que provocó la tragedia en el puerto beirutí y el nitrato de celulosa utilizado hasta la década de 1940 para las copias de las películas. La más importante de ellas está dada por el hecho de que mientras el nitrato de amonio es utilizado directamente en la fabricación industrial de explosivos de uso militar, el de celulosa no. Además de la explosión de Beirut, se sospecha que el nitrato de amonio fue el material que se usó en la bomba terrorista que se detonó en la voladura de la AMIA en 1994, mientras que las películas de nitrato de celulosa mal conservadas en todo caso pueden provocar incendios y rara vez explosiones. Por eso desde el Museo sostienen que igualar las condiciones en las que se conserva su archivo con la tragedia ocurrida en la capital libanesa es por lo menos “descabellado”.  En primer lugar porque en aquel caso se trató de casi 3.000 toneladas de nitrato de amonio mal almacenadas en “un barco que estuvo abandonado por años, dentro de contenedores de metal que multiplican el calor habitual en una ciudad como Beirut” y, además, “junto a material pirotécnico”. Mientras que las películas de nitrato de celulosa, que representan una parte muy minoritaria del archivo del Museo, se encuentran en un ambiente refrigerado, controlado diariamente y alejado del resto de las colecciones. “Las condiciones no pueden ser más incomparables”, afirman desde la institución.

En ese sentido la fuentes sostuvo además que “los trabajadores del Museo saben perfectamente que esto es así”, ya que “ninguno de nosotros vendría a trabajar si el lugar fuera tan peligroso como se lo describe”. “Estamos siendo lo más cuidadosos posible con esto, porque somos consientes del material con el que estamos en contacto”, insistió la fuente. “Y estamos trabajando intensamente con el INCAA y el Gobierno de la Ciudad para construir este depósito y laboratorio”, concluyó. Finalmente sostuvo que está todo dado para que esto suceda, aunque también es cierto que el proceso se ha visto inevitablemente afectado por la pandemia.

Peña coincidió en esa apreciación y sostuvo que aunque la gestión que encabeza Félix-Didier trabaja con responsabilidad, sabe que las condiciones tampoco son las ideales. Para que esto se resuelva, señaló, es necesario que el Gobierno de la Ciudad junto con el de la Nación, a través del INCAA, avancen en la construcción del Primer Laboratorio de Preservación Fílmica de Argentina, que estará ubicado en Avenida Pedro de Mendoza 3951, en el barrio de Barracas, y cuya gestión estaría bajo la órbita del Museo del Cine. El acuerdo para ello fue firmado el pasado mes de octubre, pero luego el cambio de gobierno y la inesperada pandemia terminaron demorando su implementación.

“Ese depósito debería ser construido cuanto antes y en esa parte coincido absolutamente con todo lo que dice la nota”, señaló el investigador del cine. “Pero resolverlo demanda que los gobiernos de la Ciudad y la Nación reconozcan la urgencia del asunto”, agregó extendiendo a todas las autoridades culturales del país la responsabilidad  de que el depósito todavía no exista. Sin embargo, se encargó de recordar que el material perteneciente al acervo del Museo del Cine es un patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires y que “por supuesto le corresponde a su gobierno en primer lugar solucionar un tema sobre el que nunca hicieron nada”. Más allá de eso, Peña sostuvo que “nadie entiende que estas cosas son urgentes, pero no porque vaya a haber peligro de muerte para nadie, sino porque el propio material se puede degradar y perderíamos todo lo que está ahí registrado”. “Pero la idea tampoco es herir la susceptibilidad de nadie y si todo esto sirve para que se despierten y pongan en marcha la burocracia que hace falta para que alguien empiece a construir algo en algún lado, entonces bienvenido sea.”

Texto completo del comunicado del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken

El nitrato de celulosa es un soporte plástico en el que se fabricaron las películas cinematográficas hasta la década del 50. Debido a su inestabilidad e inflamabilidad, el nitrato es un material que requiere de cuidados estrictos. El Museo del Cine cuenta con un equipo de refrigeración que funciona las 24hs y realiza la revisión periódica (incluso durante la cuarentena) de sus rollos a cargo de personal experto y entrenado, lo que permite la disminución considerable de estos riesgos.

Desde el Ministerio de Cultura se está trabajando para dar una solución permanente a la guarda de este material mediante la construcción de un laboratorio que reunirá todos los requisitos indicados por los standards internacionales de seguridad y preservación. La coyuntura actual y mundial, demora este proyecto, anunciado en octubre del año pasado, que sigue siendo prioritario.