Es sabido que la década de 1980 representa una etapa crucial de la historia argentina, la llave de paso entre medio siglo manchado por golpes de estado, fragilidad institucional y violencia política, y la consolidación de la democracia. También se sabe que el último año de esa década se convirtió en una prueba de fuego para una sociedad que a pesar de los problemas ya no estaba dispuesta a dar marcha atrás. Y si bien 1989 será recordado por la hiperinflación, el hambre y los saqueos, se trata al mismo tiempo de un nodo cultural potentísimo, con muchas aún por descubrir y discutir. De re-apropiarse de lo que significó aquel año se ocupa el Seminario 1989, que se realiza todos los miércoles a las 19 dentro en el marco del Programa Experimental de la Casa Nacional del Bicentenario.

Con curaduría de la doctora en ciencias sociales Daniela Lucena y la socióloga Gisela Laboureau, Seminario 1989 se propone recorrer cinco hechos estéticos que tuvieron a ese año como escenario. Cinco excusas para dialogar sobre aquel hervidero cultural treinta años después. Todas ellas con entrada libre y gratuita en la sede de Riobamba 985.

El ciclo, coproducido por la Casa Nacional del Bicentenario y la Universidad de Buenos Aires (UBA), con apoyo de la Foundation for Arts Initiatives y de la Asociación de Amigos de la Casa Nacional del Bicentenario, tiene programadas para las próximas semanas mesas y charlas sobre, por ejemplo, la galería del Centro Cultural Rojas, un espacio emblemático de la contracultura de aquellos años. O acerca de la inolvidable performance La Tirolesa/Obelisco que realizó la impredecible Organización Negra en el emblemático monolito porteño. 

Este miércoles será el turno de un encuentro bautizado con el sugestivo nombre de «Reporte California: Contracultura, punk y fanzines». Es que el punk fue sin dudas el movimiento que desde espacios marginales definió estética e ideológicamente a los ’80 a partir del precepto de «Hazlo tu mismo», que le permitió a las nuevas generaciones sentirse habilitadas para entrar en acción aun sin estar del todo preparadas para los desafíos a enfrentar. De aprender andando, en el camino y a los golpes, de eso se trataba el punk. Aunque, por supuesto, también era mucho más.

Gran exponente de la cultura punk fueron los fanzines, revistas autogestionadas construidas a base de collages y fotocopias abrochadas, en las que la música más rabiosa se fundía con las ideas incendiarias de un anarquismo en tiempos de crisis. De algún modo los fanzines son los antepasados de los blogs del siglo XXI, aunque aquellos demandaban la enérgica decisión de tomar las calles para ir en busca del contacto con el otro, un impulso que hoy la web y las redes sociales han convertido en un ejercicio sedentario.

Gran conocedora de todo aquello es Patricia Pietrafesa, a quien se puede considerar la madre del punk argentino. Ella fue bajista en dos de las agrupaciones fundamentales en la primera camada del género a nivel local, como Sentimiento Incontrolable y Cadáveres de Niños, o simplemente Cadáveres como se los conoció más tarde. Pietrafesa representa el ala más política del punk y fue además la editora de Resistencia, uno de los fanzines más populares de aquella época. Ella será este miércoles una de los miembros que integrará el panel de la charla.

Junto a Pietrafesa estará Claudia Zicker, activista, anarquista y fundadora junto a Enrique Yurkovich de la iniciativa ficcional Club de Blasfemos, una asociación imaginaria que operaba a través de cupones de suscripción insertos en el interior de la revista Manuela a mediados de los ’80. Discípula de Enrique Symns, poeta urbano y editor de la revista Cerdos y Peces, entre otros méritos. Ella y sus compañeros llegaron a tirar hasta 1000 ejemplares de su revista, una de las tantas que protagonizaron la escena subterránea en contexto postdictadura.

La tercera pata del panel será Nicolás Cuello, profesor de Historia de las Artes Visuales en la Universidad Nacional de las Artes e investigador de Conicet. Entre sus áreas de interés se cuentan el activismo político y la edición autogestionada de fanzines en torno a la gordura, a los afectos negativos y a las políticas queer y feministas. Su mirada se amalgama y complementa a las de sus compañeras en una mesa que, con la moderación de Evangelina Margiolakis, permitirá regresar por unas horas para recorrer los vestigios del final de una era.