El martes de la semana pasada la función de El lago de los cisnes, culminó con reclamos del parte del Ballet Estable del Teatro Colón y también de la Orquesta Estable a través de pancartas y carteles que exigían no sólo sueldos dignos, sino también la restitución de derechos laborales. Pero las protestas públicas habían comenzado antes en las presentaciones que músicos del Colón hicieron en La Usina del Arte. También la Orquesta Filarmónica se suma a los reclamos.

Poco más tarde, los integrantes del Ballet Estable pusieron este reclamo por escrito y lo hicieron público. El texto termina diciendo:   “Llevamos años aguardando respuestas y soluciones que han sido omitidas deliberadamente. Exigimos dignidad laboral. Y venimos a decir: Basta de Abuso. Basta de Sueldos de Elite para Directivos frente a Trabajadores Precarizados.

El achatamiento de la pirámide salarial

“Existe en el teatro una pirámide salarial –le explica a Tiempo Argentino uno de los integrantes de más alta jerarquía de la Orquesta. Todos estamos enganchados al sueldo del director o directora. (En este caso la dirección general del Teatro está a cargo de María Victoria Alcaraz).  La directora es la máxima autoridad y luego viene el concertino, es decir, el primer violín. Esto siempre ha sido así. Cuando entraron las autoridades no pidieron aumentos de sueldo porque tienen otras entradas, ya sea a través de sueldos de gabinete, que son los que se usan para pagar asesores o secretarios, o de dudosos contratos de personas que nadie sabe quiénes son y que no trabajan en el Teatro. Los contratos dudosos cada vez son más. Por ejemplo hay un contrato como asesor de programa de mano, cosa que no existe, y hasta un contrato a una persona que vive en Europa. Pero a partir del sueldo oficial de la dirección, la pirámide salarial permanece chatísima. La directora del Ballet, Paloma Herrera, gana 300.000 $ y tiene otros contratos en el Instituto de Arte del Colón. Ella no trabaja allí, pero esos contratos suponen 90.000 o 100.000 $ más. Un primer bailarín gana aproximadamente $70.000 y el cuerpo de baile unos 52.000. Un concertino, que es una jerarquía altísima dentro de la Orquesta, está entre 70.000 y 80.000. En septiembre del año pasado, por ejemplo, contrataron a una cantante por 5.100.000 $ por una sola función cuando, el promedio de sueldos era de unos 40.000. Este es sólo uno de los contratos, pero hay muchos. Las diferencias nunca han sido tan grandes.

El maltrato

«Por otra parte –añade- hay un gran maltrato. Los bailarines han escrito muchas cartas por acoso laboral. Hay bailarines de gran trayectoria a los que, de un día para otro no los llamaron nunca más. No quieren hacer concursos porque prefieren tener gente contratada. También hay maltrato en actitudes de burla. La dirección del Teatro no recibe a los artistas. Cada vez que a la directora del Ballet se le pregunta algo ella dice que ese no es su tema. Tiene un secretario privado cuya función principal es pasarle información sobre lo que hacen los bailarines. Es una suerte de buchón con un sueldo altísimo. Todas las cartas que se mandaron por mesa de entrada dando a conocer malos tratos específicos se reenvían a Recursos Humanos cuya directora es Elizabeth Sarmiento, quedan cajoneadas y nunca salen a la luz. Muchas de estas cartas fueron colectivas y otras individuales. Cualquier persona que tenga un problema con Paloma Herrera es fustigada y corre el riesgo de no poder bailar nunca más».

“Además –continúa- la directora general (María Victoria Alcaraz) trata de sacarle provecho a que es la primera mujer que dirige el Colón y hasta lo usa para victimizarse cuando es atacada.  Por supuesto, todos estamos de acuerdo con la igualdad de género, pero ella no tiene relación con los artistas. Siempre nos manda a hablar con un señor de apellido Sánchez que trabaja con su marido en la UBA. Las reuniones con él son un desperdicio porque es un señor que no sabe cuántas cuerdas tiene un violín. Ni siquiera tiene un cargo, es como una especie de operador político. Algunos delegados están comprados por la dirección. Ante nuestro deseo de denunciar lo que estaba pasando en el teatro ellos decían que de esa forma se ponían en riesgo las carreras o nuestros salarios. Te pongo un ejemplo: en cualquier teatro de Latinoamérica el sueldo de un concertino que es la jerarquía más alta de la orquesta está por encima de los 5.000 dólares, mientras que aquí, en el Colón, uno de los teatros más grandes del mundo, está en unos 1.200 dólares. La directora sale a decir públicamente que los artistas del Colón son un orgullo, que los invitan de otros teatros del mundo, lo cual es cierto, pero ella no nos sube el sueldo ni nos recibe.”

Estigmatización  indiferencia y promesas incumplidas

Algunos de los integrantes de los más altos cargos de la orquesta refieren que cuando reclamaron un aumento ante la directora ésta les dijo que sólo podía dárselos a condición de que renunciaran a su cargo estable y entraran como contratados. Además, denuncian que no les permiten juntarse en el Teatro con el equipo técnico y que prácticamente tienen que hacerlo a escondidas.

“Ya no queremos promesas –dice otro de los integrantes de la Orquesta- porque con promesas incumplidas venimos hace cuatro años. Lo que queremos es un aumento de sueldo que está atrasado en un 80 por ciento. En los años 70 y 80, por ejemplo, por el prestigio del concertino y el lugar que ocupaba dentro de la Orquesta ganaba igual que un juez. Si sube el sueldo del concertino, como existe un enganche de la pirámide, todos los trabajadores logramos subir. Queremos tener sueldos acordes con la categoría que tiene el teatro. Lo sueldos que les pagan a los artistas invitados son  internacionales. Aquí un cantante invitado gana como mínimo 10.000 dólares por función. Además, el teatro trae a jurados internacionales a los que se les paga el alojamiento, la estadía, pasaje y cachet y luego tenemos ganadores del más alto nivel a los que se le pagan 800 o 900 dólares.”

Por otra parte, según declaran los trabajadores de la orquesta, Enrique Arturo Diemecke, quien tiene a su cargo la dirección general artística y de producción “se autoprograma, es decir, se autocontrata porque él hace ópera, concierto, Colón para Niños, Colón Contemporáneo… Es decir que, además del sueldo, recibe el cachet de estos espectáculos.”

Añaden que había programado un cierre del año en el teatro Tronador de Mar del Plata que fue cancelado por la directora porque sabía que los trabajadores del Colón llevarían sus reclamos también a ese escenario. Fuera de esto, la reacción a los reclamos es nula por parte de la dirección. “Esta es una medida –dice uno de los integrantes de la orquesta- para que cesemos con los reclamos, pero nosotros vamos a seguir.”

Público, marketing y falta de respuestas

Otro de los trabajadores dice. “En las funciones de El lago de los cisnes, quienes están sentados en la platea, donde se pagan las entradas más caras, nos gritan zurdos, kirchneristas, mientras que en el segundo piso todo el mundo está de pie apoyándonos. La directora dice que no puede atender a nuestros reclamos porque el teatro no puede asumir el precio de los insumos, pero nosotros no estamos pidiendo que compren cuerdas o instrumentos, estamos pidiendo un aumento de salario, queremos un salario digno. El dinero está, lo que falta es la voluntad de pagar.” Corrobora el dato uno de los integrantes del Ballet: “Nosotros tenemos dos públicos diferentes. Mientras el de la platea por lo general nos abuchea, el del resto de la sala nos aplaude. Si bien las entradas en general no son baratas, las de la platea son las más caras. Esto demuestra hacia dónde apunta nuestro público y el marketing del teatro.”

La situación es crítica en este momento, pero tiene larga data. Consultados diversos integrantes del ballet, todos coinciden en que la situación no es nueva. “Nosotros–dice uno de ellos- hemos hecho nuestros reclamos por carta por la vía correspondiente, es decir a través de la mesa de entradas. Lo hemos ante la dirección del Teatro y en nuestro caso, ante la dirección del Ballet, y jamás fueron respondidos. Queremos dejar en claro que nuestros reclamos nunca interfirieron con nuestra labor diaria y nunca suspendimos ningún ensayo ni ninguna función. Recién después del último saludo es que manifestamos públicamente nuestros reclamos. Hay un abuso de poder, pero no sólo con el Ballet, sino que es general, se extiende a todas las áreas del teatro. Cada vez que intentamos hacer un reclamo del otro lado hemos recibido muy malos tratos, agresiones, gritos. Intentan humillarnos diciéndonos que somos verduleros o empleados municipales como si ambas cosas fueran despectivas.  Y ni hablar de la precarización laboral. Un compañero que hace la misma función que un integrante del Ballet Estable cobra 12.500 $ por mes que es el 2,5 por ciento del sueldo de la directora. Esa persona que está por debajo de la línea de pobreza es el refuerzo del Ballet, hace todo lo que hace un bailarín estable por si en alguna circunstancia le toca reemplazarlo. Paloma Herrera cobra 3.600.000 $ anuales y tiene un contrato como asesora pedagógica y otro de entre 40.000 y 90.000 como programadora de giras del Instituto. Todo esto lo cobra aparte de su sueldo mensual.”

“En cuanto al maltrato –dice- nosotros preferimos no hablar tanto de él porque es algo más subjetivo. Para nosotros el maltrato es la indiferencia que hay de parte de la dirección para con los trabajadores del Teatro en general o cuando ante un reclamo salarial te contestan que sos un empleado municipal, como si esto fuera algo malo. Y esto no es privativo del Ballet, sino de todas las áreas del Teatro. “

Y agrega: “Lo que queremos es terminar con la precarización laboral y que los contratos no existan más dentro de nuestro sistema orgánico, tener diálogo con las autoridades de las que no hemos recibido ninguna respuesta a pesar de los reclamos que se hicieron públicos. También queremos que se termine el abuso de poder por parte de los directivos de turno que nos quitan derechos e incumplen con las reglamentaciones de las compañías y las costumbres del Teatro de más de 100 años.”

Dinero público, negocios privados

Uno de los problemas específicos del Ballet es que su directora dice ocuparse sólo de la dirección artística, por lo que ante cualquier otro problema que se le plantea, ella argumenta que no es de su especialidad, que está fuera de su área de competencia. “Muchas de las cosas no se resuelven –dice uno de los bailarines- porque ella no se hace cargo, no es gestora, es una couch, pero no se ocupa de nuestra necesidades, a pesar de figurar como directora del Ballet Estable del Colón. Todo lo que implica salir con un buen vestuario, con tener la posibilidad de un ensayo digno o que las funciones sean organizadas, ella argumenta que no es asunto suyo. Tampoco delega estas tareas a otra gente y todo termina siendo catastrófico.  Nadie tiene un problema personal con Paloma Herrera, pero no nos gustan muchas de las cosas que hace y cómo se dirige a otros colegas. En el Teatro se manejan cifras millonarias que a nosotros nos importan porque es dinero del contribuyente, porque es dinero del Estado.  Barenboim cobró 14 millones de pesos por cinco funciones y la orquesta otros 24 millones. Basta con fijarse en el Boletín Oficial para darse cuenta de que esto es un desastre. Acá se está desperdiciando dinero público con negocios privados y con contratos tan abultados.”