El fallecimiento de la poeta que junto con Néstor Perlongher  y Arturo Carrera  fue ubicada en el grupo de los neobarrocos, produjo una gran repercusión. Desde las redes sociales distintos protagonistas del mundo cultural lamentaron la partida de la autora de Chicas en tiempos suspendidos, su último libro, publicado recientemente por Eterna Cadencia. La mayoría de los mensajes hizo foco no solo en la extensa obra poética y ensayística de la autora y en sus virtudes como docente, sino también en su calidad como persona.  

A través de la red social Twitter, el  Ministerio de Cultura de la Nación escribió: “Con mucha tristeza, despedimos a Tamara Kamenszain, uno de los grandes referentes de nuestra poesía. Nacida en Buenos Aires hace 74 años, fue ensayista, periodista, bibliotecaria, profesora y una destacada poeta que se convirtió además en maestra de generaciones de escritores.”

Por su parte, el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, posteó: “Murió la poetisa Tamara Kamenszain: se va al cielo de los grandes. Autora de una obra excelsa, fue celebrada por lectores y pares. Perteneció a la generación de la transición democrática.” Precisamente  el último libro de la autora comienza con una reflexión poética acerca de la palabra “poetisa”: “Poetisa en una palabra dulce/que dejamos de lado porque nos avergonzaba/ y sin embargo y sin embargo/ ahora vuelve en un pañuelo/ que nuestras antepasadas se ataron a la garganta de sus líricas roncas.”

“Despedimos con profundo dolor a la enorme poeta Tamara Kamenszain y acompañamos a sus seres queridos en estos difíciles momentos” fue el mensaje de la Unión de Escritores y Escritoras.

«En este año con tantos duelos, vuelvo a congelarme de tristeza. Se fue Tamara. Sigo celebrando su último libro, Chicas en tiempos suspendidos. ¡Gracias!», dijo la escritora e investigadora María Rosa Lojo.

Claudia Piñeiro expresó: «Yo no puedo creer esto, tan linda persona, tan lúcida, maestra de tantos. Lo siento enormemente. Yo no sé cómo será procesar tanta muerte, qué va a quedar de nosotros cuando esta época pase, cuando no tengamos la sensación de que cada día se puede ir alguien impensado, imprescindible, querido. Yo no sé».

También expresaron su pesar dos de las editoriales que publicaron textos suyos. Desde Ampersand, donde la autora publicó recientemente en la colección Lectores  Libros chiquitos, el mensaje fue: “Una pérdida enorme la de nuestra querida Tamara Kamenzain”

Eterna Cadencia, casa editora de su último libro y también de Una intimidad inofensiva  y de El libro de Tamar dijo en Twitter: “No puede ser. No puede ser. Qué tristeza», y eligió despedirla con un poema de la propia autora, «Hierba»: «Lo real es un virus/ al que ninguna metáfora disuelve/ y debe ser por eso/ que lo que nace como poesía/ no puede nunca/ terminar como poesía».

La escritora mexicana Margó Glantz que fue amiga íntima de la poeta y a quien Kamenszain dedicó su último libro, eligió despedirla en silencio y solo consignó en Facebook la noticia de su muerte.

«Hace unos días hicimos planes –dijo la escritora Marina Mariasch-, incluimos notas para un seminario sobre Foucault de Montalbetti en el programa y me pidió que lo diera. Después hablamos de novios y de planes. Se murió Tamara, la conocí en 1993, me enseñó muchísimo», Mariasch compartía con Kamenszain la cátedra en la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

Por su parte, la escritora Tamara Tenembaum posteó: «No puedo creer lo de Tamara. No quiero contar ninguna anécdota, yo solo la quería muchísimo. Hablamos hace nada, del libro de @princesamonto que a las dos nos había encantado. Hace semanas como si nada importara más que los libros y el presente porque así era ella».

«Buen viaje queridísima –tuiteó la investigadora Cecilia Palmeiro-. Una enorme poeta, gran crítica, finísima lectora y amiga de fierro. La vamos a extrañar mucho».

La escritora  Clara Anich, escribió: «Supe acompañarme mucho de sus poemas. Lo seguiré haciendo.»

«Kamenszain -dice en Facebook el escritor Dani Zelko- fue mi primera maestra de poesía. En la adolescencia. Me enseñó a dudar. A decir ‘yo no sé’ como un mantra. A preguntarle a las palabras con cuidado. A escuchar la voz que aparece entre los espacios. Me enseñó que las palabras y las plegarias son dos momentos en que la lengua descansa de sonar como verdad. Y que descansar de la verdad es importante. Una vez me leyó el poema de las cerezas de William Carlos Williams con ojos brillosos y cadencia bíblica. ¡Pero esto no dice nada! le dije. ¿Vos tenés algo para decir? ¡Por supuesto!. ¡Y decilo, no escribas poesía!. Me aconsejó seguir y seguir y seguir. Que escuche a todes pero no siga a nadie. Que confíe en mis intuiciones y desconfíe de las doradas de píldora. Y lo más hermoso es que sé que así como me enseñó a mí nos enseñó a muches, a muches, a muches. Una poeta maestra. Una maestra poeta. Qué persona tan valiosa. Qué lujo haberla tenido entre nosotres. Nos quedan sus libros».

En el mismo sentido se manifestó otra de sus alumnas de escritura creativa, Marina Cavalletti, quien expresó su tristeza ante Tiempo Argentino y dijo que la inminente publicación de su próximo libro le debe mucho al impulso que recibió de Kamenszain.

También expresaron su pesar el escritor Guillermo Martínez, la psicoanlista Alexandra Kohan y la periodista cultural Patricia Kolesnicov.

Todos los testimonios pusieron en evidencia que Kamenszain no solo ganó un lugar importantísimo en la literatura argentina, sino también en el afecto de sus colegas, alumnos y lectores.