Las editoriales independientes de la Argentina no solo suelen armar sus catálogos con criterios de calidad que no se supeditan a los dictados de la coyuntura y el mercado, sino que, además, constituyen una marca de identidad de la producción editorial de la Argentina. En el país hay muchas editoriales pequeñas y medianas y muy buenas, al punto que, desde 2013, tienen su propia feria de editores.

En ellas se concentra lo original y lo diverso y por su infraestructura pequeña y el empuje de sus creadores y editores son capaces de enfrentar las crisis económicas y salir airosas. En ocasiones, también, son la plataforma de lanzamiento de escritores que por diversas razones no encuentran un lugar en los sellos de los grupos editoriales hegemónicos.

Sergio Criscolo decidió emprender la aventura de fundar una editorial, Hibrida, en un momento crítico de la economía argentina. Lo acompañan los editores Marina Mariasch y Humphrey Inzillo.

En esta nota, le cuenta a Tiempo Argentino cuáles son las características fundamentales de su proyecto.

-¿Cómo nace este proyecto editorial?

-Yo vengo del periodismo cultural. Trabajé muchos años en medios como redactor, como editor de Cultura.  Luego me dediqué al cine y después de estar tantos años en lo visual, me sentí motivado por la gran cantidad de buena literatura que hay en las editoriales independientes. Soy muy lector y tengo muchos amigos escritores. Pensé entonces que podíamos poner nuestra parte para que tantos autores y autoras que no encuentran un lugar para publicar, lo tuvieran. Convoqué entonces a dos personas para que editaran conmigo. Ellas son Humphrey Inzillo y Marina Mariasch. Inzillo fue convocado como editor y luego publicó un libro en Híbrida. Los dos se engancharon con la propuesta y comenzamos a ver cuáles eran los límites de la editorial, qué es lo que entra y lo que no entra dentro de su catálogo. Pronto fueron surgiendo manuscritos de gente que sabíamos que tenía algo escrito y luego consulté con personas que llevan años dando talleres de literatura, gente que conozco y que respeto como Virginia Cosin, Leila Sucari, Mercedes Halfon y Marina Mariasch, a la que luego le ofrecí ser una de las editoras. Les conté el proyecto y les pregunté si conocían gente que hubiera pasado por sus talleres que supieran que tenía material para publicar. Así fui recibiendo originales tanto de los talleres de ellas como de otros escritores que fuimos a buscar y que aceptaron publicar con nosotros. Tenemos ahora mucho  material para publicar. Muchos se sorprenden de que, siendo una editorial que recién se inicia, de acá a fin de año vayamos a editar ocho títulos en total.

-Entiendo que el nombre del proyecto, Híbrida, responde a alguna idea rectora de la editorial. ¿Cuál es  esa idea rectora, además de la de editar gente que hace buena literatura y no encuentra un espacio para publicar?

-Quisiera ampliar eso porque no es la idea. También queremos publicar gente que ya haya editado. Ya hemos publicado dos y de los próximos seis que publicaremos, cuatro ya han editado, algunos en editoriales grandes. Hay quien luego de publicar en sellos grandes por determinadas razones quiere volver a publicar en una editorial chica y gente que tiene más producción de la que le puede aceptar un sello grande. En lo que se refiere al nombre Híbrida, creo que estamos en un momento en que los encasillamientos se han corrido o han desaparecido, desde los géneros sexuales hasta expresiones culturales como el cine o el teatro.

-¿Qué pasa específicamente con la literatura?

– En la literatura, si bien surgen debates cada tanto como el de la “literatura del yo”, creo que esa no es una discusión de los creadores. Cuando alguien escribe, por lo general lo hace porque quiere contar una historia o desea transmitir algo, excepto que se dedique a un género específico como puede ser la literatura policial. Luego los críticos y el periodismo lo clasifican porque tienen que ubicarlo en algún sistema. Pasa también con el cine con respecto al documental y a la ficción. A nosotros no nos interesa decir “vamos a hacer novela argentina contemporánea”, “vamos a hacer solo cuentos”, “vamos a hacer libros de periodismo cultural” o “biografías pero no ensayos”. Si un texto tiene algo que decir, que nos guste y que creamos que al lector le puede interesar, lo publicamos. Nos interesa reforzar el concepto de hibridez, aunque también vamos a publicar libros que puedan ser fácilmente encasillados. El primero de los libros que publicamos es una novela que tiene dos partes que, según el lector, pueden pertenecer a la misma voz y al mismo personaje o ser dos partes independientes una de otra. El otro libro ya publicado son las columnas que Humphrey Inzillo escribió para La Nación. Son columnas personales que en realidad eran parte de un corpus de un libro. Lo habitual es hacer un libro que recoge columnas. Es una forma de darle sentido comercial a determinadas cosas. En este caso, es al revés. Cuando él comenzó a escribirlas ya sabía que iban a conformar un libro. Cuando las lees en conjunto, se nota que tienen un universo propio. Están en primera persona y tiene temas como la gastronomía, la nostalgia, el fútbol, el jazz. Carlos Ulanovsky  dice en el prólogo que Inzillo tiene la capacidad de unir con un hilo invisible diversos temas. ¿Eso qué es? ¿En qué estante lo va a colocar Yenny, en periodismo, en autobriografía? Todo se ha compartimentado mucho. Lo vemos en Netflix que tiene categorías como “películas escandinavas para adultos que les gusta el terror”. A la hora de crear, los que crean no se asumen en esos géneros. Claro que hay escritores y escritoras que se dedican a determinados géneros, pero en general, los textos no se pueden clasificar fácilmente. Es un tontería, creo, plantearse si lo que se escribe en primera persona es ficción, autoficción… ¿Qué era lo que escribió Proust? No importa  si es verdad o no lo que se está contando. 

-Sylvia Molloy consideraba la autobiografía como ficción.

-Claro. A nosotros nos interesa levantar la bandera de que somos híbridos. Además, es un concepto de época. He recibido muchos manuscritos en los que el autor dice,  por ejemplo, “lo mío es poesía-ensayo-novela”. Eso me llamó mucho la atención. No es que vamos a publicar solo textos inclasificables, pero no nos queremos atar a las clasificaciones.

-¿Qué desafíos te plantea fundar una editorial en este momento tan crítico de la economía?

-Muchisimos. Es parecido a cuando éramos chicos y jugábamos al cuarto oscuro. Siento que estoy en el cuarto oscuro, pero por alguna razón no siento miedo. Igual que cuando éramos chicos, el juego es divertido. Como editorial nueva no sabemos qué cantidades imprimir, lo que vendamos lo vamos a cobrar dentro de tres meses como es costumbre en Argentina, con lo que probablemente pueda imprimir el 70 u 80 por ciento de lo planeado o imprimir el cien por ciento pero comiéndome el poco beneficio que tiene editorial. Es cierto que hubo mejores épocas en la economía, pero si fuera por lo económico en este país nadie haría nada. Hubo épocas de mayor estabilidad, hasta que un día esa estabilidad se desplomó. Es algo que evalué, pero no tanto, porque si lo hubiera evaluado mucho, no lo habría hecho. Tengo cierta dosis de audacia, cierta dosis de optimismo y cierta dosis no digo de locura, pero sí de riesgo. Luego está la confianza en que lo que uno va a proponer va a ser atractivo y va a estar hecho con amor. No soy naif, pero realmente hay mucho amor en la gente que se dedica a los libros, mucha pasión, y creemos que quizá podamos contrarrestar la inestabilidad con mucha “garra y corazón”, como se dice en el deporte. Quienes integramos Híbrida estamos contentos de estar en el lugar que estamos y ésa es nuestra fortaleza. Con muchos dólares es posible trabajar con gente desencantada, pero en estos desafíos lo importante hacerlo con gente convencida de que lo que está haciendo es lo que quiere hacer.